Miguel Peirotti Beltrán

Lo único que define mi búsqueda existencial en estos tiempos es la posibilidad de encontrar la paz interior nuevamente, algo que he perdido, al menos parcialmente, para no exagerar. Por eso, cuando busco actividades para desarrollar en paralelo a mis obligaciones, invariablemente me encuentro atraído por aquellas que involucran a la naturaleza, que es mi fuente de tranquilidad, belleza y sabiduría. Vivo en una zona semi rural y mi casa está a pocos metros de un río lleno de patos, garzas y otras aves. Tengo 8 perros. Tuve 9 gatos, extraño tener gatos. Voy al río varias veces al día a encontrar solaz y reposo mental, a que mi jauría juegue y se moje, a que ellos sean felices. En la ribera del río es normal pensar en poemas y frases; de tanto pensar en poesía y de tanto estar en la naturaleza -quizás-, llegó a mis manos un pequeño libro sobre el sublime arte del haiku. Me enamoré de su concisión expresiva extrema, de su espíritu quieto y de sus amplias posibilidades para permitirme por fin traducir, como ningún otro género literario, lo que verdaderamente siento al estar rodeado del lugar donde vivo. Por eso ahora escribo haikus, sin pretensiones, salvo la de publicar un librito apenas pueda.
Me registré en Domestika cuando descubrí este curso introductorio al shodo por dos razones, 1, porque el shodo es un arte que requiere de paz interior, y crear en esas condiciones me atrae mucho, y 2, porque, quien sabe, a lo mejor ilustro mi libro de haikus con esta técnica sagrada de trazos íntimos que empiezo a aprende(he)r.
Muchas gracias por leerme.