Iván Mydor
La escritura me salvó. Pasaba por momentos difíciles, me acababa de divorciar. Todos los días al terminar mi jornada laboral me sentaba en la terraza de la casa paterna; una botella de whisky y un paquete de cigarrillos eran mis compañeros. No me emborrachaba pero morigeraba mis penas. El día que escribí mi primer poema no tomé la botella, ni la copa, no paré de escribir, hasta dormirme. No creía lo que leía. Una sensación de suficiencia se apoderó de mí. Ahora era posible lo que antes me parecía imposible. Escribía, leía, veía y oía. Por primera vez sentí la sonoridad de las palabras, percibía imágenes y ambigüedades que me permitían volar, divagar, soñar, etc.
Corsi
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Palestra di scrittura: dal foglio bianco alla pratica quotidiana
Un corso di Aniko Villalba
Scrittura
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In Domestika da ottobre 2020