Alan Balzac

Nací en una pequeña ciudad, o un pueblo grande del interior de Galicia; lejos del mar y lejos del océano, donde la lluvia cae sin cesar y la niebla se asoma por el horizonte. Crecí nadando por las colinas de mi imaginación y corriendo por los bosques de los sueños, pensando en convertirme en artista cuando fuese mayor. Viajé lejos de la terra y me topé con fracasos y derivas, pero nunca dejé de visitar aquel mundo donde dialogaba con otro yo y me realizaba la constante pregunta de quién soy.

Me interesé por el arte tangible, con olor. El químico de la fotografía analógica y su imprevisibilidad. El pigmento de las pinturas y su presencia. El olor de las palabras al convertirlas en papel. Tocar el arte fue la vía de escape que encontré a la abstracción del pensamiento.

Lo cotidiano, las reflexiones, la memoria, el encuentro, las emociones, la presencia, el movimiento, la vida, la simpleza, el océano, la poesía. Todo mi trabajo no es más que una consecuencia de ser y vivir, y lo único que puedo decir es que existo más allá de toda presentación.

No me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo*. No me pregunten quién soy, porque estoy en continua transformación. No me pregunten quién soy, ya que puedo ser todo aquello que el otro piense que soy. No me pregunten quién soy, y no pretendan que sea yo el que se defina. No me pregunten quién soy, y pasen a descubrir todos los soy que albergo dentro de mí.