Eat!, el primer libro de Vega Hernando

La creadora de Eating Patterns hace un recorrido por el contenido de su primer libro de recetas
Luego de lanzar el proyecto Eating Patterns en 2016 —en el que combina el diseño con la gastronomía—, esta creativa multidisciplinar basada en Barcelona supo que era momento de publicar su primer libro.
Hoy, cuatro años más tarde, podemos celebrar la llegada de Eat!, el primer libro de recetas de Vega Hernando (@vegahernando) dedicado al descubrimiento de posibilidades que ofrece la cocina por temporadas.

Eating Patterns comenzó como una cuenta de Instagram en la que Vega compartía sus recetas favoritas, y terminó convirtiéndose en un estudio creativo que produce contenido para marcas internacionales como Naked Juice, Mango, Estrella Damm, Adidas y Lazy Oaf, y que organiza eventos especiales y talleres.
Su equipo está dedicado a explorar ese terreno que surge cuando se cruzan la comida y el diseño, guiado por la pasión de Vega por la moda y el textil para crear imágenes únicas con recetas prácticas. Hoy, ese trabajo ha sido concentrado en este libro que, publicado en España por Lunweg Editores como una continuación de Foodzine —fanzine que precede a este proyecto editorial—, es el primer libro de la creativa, quien hoy comparte contigo el proceso detrás de él.

¿Cómo surgió la idea de publicar un libro?
Siempre me atrajo la idea de abordar la esencia de Eating Patterns en un formato físico, específicamente en papel. El proyecto empezó en línea, pero siento una fascinación por el diseño de libros y revistas, así que publiqué mi propio fanzine para dar el primer paso. Fue una autopublicación unida con grapas en la que presenté una pequeña selección de recetas que había publicado en Instagram, y que se convertiría en el primer paso hacia este libro.
¿Dirías entonces que abrir una cuenta de Instagram, crear un fanzine a partir de ella y luego convertirla en un libro es la fórmula que hizo que este proyecto cobrara vida?
Cuando trabajas en el campo creativo, debes encontrar la forma de hacer lo que buscas considerando tus limitaciones. Yo sabía desde el inicio que quería adentrarme en el mundo editorial, así que decidí experimentar primero con el fanzine. Tuve la suerte de que eso finalmente se convirtiera en un libro, pero nunca concebí ese proyecto inicial como la oportunidad para publicar después un libro. Creo que la experimentación con formatos distintos es la clave para siempre estar aprendiendo y, como consecuencia, abrirte puertas.

Háblanos de tu acercamiento con Lunwerg Editories.
A la editorial le había gustado la estética de Foodzine, y pensaron que sería una buena idea encontrar un tema general para replicar ese concepto a partir de un tema general para poder incluir una mayor cantidad de contenido. El fanzine tenía solo diez recetas, y para poder armar un libro necesitaría entre setenta y ochenta.
Me pidieron que presentara algunas propuestas para alcanzar la meta de contenido, pero fueron claros con la idea de que, a nivel estético, el concepto fuera el mismo. Envié un archivo en PDF con cuatro ideas e imágenes de referencia tomadas de mi propio porfolio y, luego de analizarlo, decidimos dividir el contenido del libro según los ingredientes y su temporada de consumo, de forma que, además de ser visualmente atractivo, tuviera el valor extra de enseñar a las personas a aprender sobre la comida y a consumir alimentos de forma consciente y lógica según la producción natural.

¿Luego de esa reunión inicial, cuál fue el siguiente paso?
Envié una propuesta de maqueta del contenido y el diseño de los interiores sobre la cual trabajé junto a la editorial para llegar hasta el diseño final.
¿Cómo fue el proceso para elegir las recetas incluidas en el libro?
Empecé dividiendo los alimentos por temporada, y luego pensé en qué ingrediente funcionaría para cada tipo de platillo (aperitivos, platos principales, postres, etcétera). Partiendo de esos dos elementos, definí cada una de las recetas y, cuando un alimento no funcionaba para algún tipo de platillo, lo movía a otra columna. Quise incluir opciones veganas y vegetarianas, así que esto también fue una variable que consideré en la tabla que usé para organizar los alimentos:

¿Qué tan clara tenías la idea de lo que buscabas durante las sesiones de fotos, y qué tanto fue más bien improvisación y construcción durante ellas?
Para las sesiones yo llevaba preparado un documento preparado que enviaba previamente a Anne, la fotógrafa, así como al asistente de producción. Este archivo incluía una imagen de referencia y una descripción con las actividades generales que realizaríamos. Sin embargo, aunque había una buena planeación, también improvisamos sobre la marcha.
¿Cuál fue el mayor reto de este proyecto?
Estaba marcado que debíamos empezar a producirlo en verano y terminar en Navidad, lo cual nos condicionó a trabajar con las recetas basadas en ingredientes de primavera durante el verano y el otoño, por lo que llegó a ser complicado encontrarlos.


¿Cómo viviste el proceso de escritura del libro?
No fue fácil. Fue la parte en la que me sentí más insegura, pues la escritura es el área en la que menos experiencia tengo. El editor me había dicho que el tono debía ser personal, pero me preocupaba ser demasiado informal. Sin embargo, después de entregarles los primeros textos, recibí comentarios muy positivos.
Algo que fue complicado al inicio fue, por ejemplo, recordar el pronombre que usaba para referirme a los lectores, constantemente los cambiaba accidentalmente, por lo que pegué un papel en mi computadora para recordarlo todo el tiempo. Poco a poco empecé a mantener la uniformidad de manera natural, pero siempre conté con el apoyo de editores especializados para perfeccionar cada texto.

¿Hay libros que te sirvieron de inspiración?
En cuanto al estilo de escritura usé como referencia a la chef Alison Roman, pues tiene un tono amigable y es buena explicando. Respecto a la estética, me inspiré en un libro llamado Poke Bol, también publicado por Lunwer.
¿Cómo fue que elegiste Eat! como nombre para el libro?
Originalmente había propuesto “¡Cómelo!" como título. Quería mantener la esencia de Eating Patterns, y me parecía que la forma imperativa podría ser divertida. Sin embargo, cuando el equipo presentó esta idea al área de marketing, pensaron que ésta podría ser algo agresiva para los hispanohablantes. Al final, después de pensarlo, creo que tomamos la decisión correcta al final.


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