Nhora Stella Torres

ELLA, MI CALLE
Nhora Stella Torres
viernes, 7 de febrero de 2020

¿Has visto cuando te dicen que escribas sobre algo concreto, cómo tu cerebro que en realidad no descansa, en este momento se convierte en un lienzo gigante en blanco y paralizado? Sí, a ti también te ha pasado, de eso, segura.
Espero con calma. Las imágenes y no las palabras, van manchando este plano blanco y húmedo. Algunas gotas verdes se riegan por el espacio, es el momento de actuar.
Dicen que este barrio es uno de los más bellos que hay en la ciudad y yo lo creo, como también que fue diseñado por Karl Brunner. Sí, vivo en un pequeño apartamento que da con sus ventanas hacia el oriente y el occidente y cuando salgo a esta calle, ella me sonríe y los árboles me regalan las semillas que recojo del suelo.
Mi calle es una anaconda que protege sin hacerte perder el aire, más bien ella es la que te hace llenar los pulmones para continuar, tiene olor a eucalipto en el día y cuando los árboles son sombras fantasmagóricas porque la noche ya sabe que llegó su hora, se expande por el espacio un aroma a caballero de la noche.
Hace algunos años vivía muy lejos de aquí, pero en esta misma calle había una ONG, con la que trabajé con empeño. Cuando por fin descansábamos de las agotadoras reuniones, me asomaba a la ventana, miraba este edificio, los árboles, las flores, el trabajo esmerado en el diseño de las casas y esta calle sinuosa a la medida de la anaconda sin líneas rectas, solo vitalidad, manchas y cobijo, me preguntaba si alguna vez podría vivir aquí.
Ahora frente a ella, mi calle sonríe. No, no es solo una calle, es fuerte y herida por el tiempo; es nuevo el aire cada día y una espesa capa de musgo cubre las raíces flotantes de los viejos árboles.
Es ella la que me espía cuando yo paso.