Ismael Moyaho

Porque hacemos lo que hacemos? Es una pregunta que me he hecho últimamente, más recientemente.

He logrado recordar algunas frases que he dicho al explicar porque hago lo que hago. Y si hago memoria y pienso en el pasado, recuerdo el momento exacto en el que sucedió mi necesidad de plasmar el mundo, a través de mis ojos, usando mi cámara.

Cuando comencé con la fotografía todo era muy "fácil" y el mundo estaba al alcance de un botón, caminando, viajando.

Después con el tiempo mi voz interna me pedía crear mi propia realidad, casi como una necesidad cual hambre o sed. Fue así cuando comencé a buscar esos espacios íntimos entre mis modelos y yo, y nos inventamos una realidad alterna en la que solo ellas/ellos y yo existimos.

Y es que en ese espacio íntimo donde encuentro la verdadera belleza de la fotografía. Esos espacios donde puedes romper esa barrera que te separa de la intimidad y del verdadero ser, mi verdadero yo. El resultado de la fotografía, cualquiera que sea, es un pequeño eco, una resonancia de esa gran sacudida que se siente cuando se crea ese espacio íntimo.

Con el paso del tiempo, al observar mi propia evolución artística, si bien puedo criticar mi obra, nunca he osado en criticar el proceso de obtenerla. Y es que ese momento se queda plasmado en mi memoria y lo recuerdo tanto como si estuviera impreso en papel fotográfico y lo observara detenidamente. Casi sin importarme el resultado de la fotografía, o en donde se exhiba o muestre, el proceso de obtenerla, ese espacio íntimo es la razón por la que amo lo que hago.

Es así que logro contestarme a mí mismo: ¿Porque hago eso que hago?