WANDA
di AIDA CAMINAL PASCUAL @acaminalpascual
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Érase una vez, un bello y simpático oso llamado WANDA.
Wanda era grandullón, pelaje blanco y negro, con grandes ojos negros y hocico risueño, siendo muy especial sus graciosos pies, pisando en falso, los cuales eran el gran entretenimiento de los pequeños chiquillos del lugar. Era el modo en que Wanda mostraba su simpatía y amistad hacia los pequeños.
También le gustaba la compañía de los animales de la granja, a los que visitaba con bastante frecuencia. Colcky, el pato; Roy, el gallo y Kimmo, el conejo, eran con quién compartía grandes momentos.
Día a día, Wanda observaba el crecimiento de los niños tan juguetones, que revoloteaban a su alrededor, pues al volver de la escuela, siempre se acercaban a su cueva para saludarle y así compartir un rato de juegos, teniendo su corazón en llamas.
Pero había un niño, el pequeño Tom, quién siempre se quedaba a un lado, y nunca participaba con ellos, sintiéndose como cuando el cielo llora y que Dios lo había castigado.
Tom, era tímido, reservado, poco hablador, triste tras no superar el fallecimiento de su madre y la total despreocupación de su padre. Kim se sentía solo y necesitaba cariño.
Veía a Wanda y se iluminaban sus ojillos azules, era la pequeña ilusión que tenía día tras día.
A lo largo del tiempo, Wanda se iba fijado en la soledad y tristeza de Tom y un día reunió a los demás niños, para que dedicaran una especial atención e interés hacia él..
Un día, después de la escuela, Wanda lo estaba esperando y, empezó a hablar con él.
- Wanda: Hola, Tom. ¿Te gustaría jugar conmigo ¿
- Tom: No sé.
- Wanda: Podemos divertirnos con mis grandes y graciosos pies, pero ya sé,, no te gustan.
- Tom: Sí que me gustan. Me gustaría mucho jugar contigo (sollozando).
- Wanda: Bien, vámonos, tengo para ti, todo el tiempo del mundo.
En aquel momento, Tom, mostró una bonita sonrisa de perlas, olvidando un poquito, su tristeza y, en aquel momento el cielo se vistió de algodón. Los 2 nuevos amigos se dirigieron a la cueva, sin darse apenas cuenta de que los otros niños, y los animales, Colcky, Roy y Kimmo, veían las huellas que iban dejando a lo largo del camino.
Entraron en la cueva, empezó a oírse una suave y sencilla melodía en los corazones de los pequeños y una música bella y clara en el sentir de Wanda y el resto de los animales. Era el principio de ilusiones y fantasías.









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