Mi Proyecto del curso: Creación de cuentos infantiles

Les presento la historia de Nono, un gatito negro que vive en la ciudad y siempre conduce una pequeña camioneta amarilla. Nono es amable y dulce pero sobre el cae el estigma de la gente hacia los gatos negros, que creen que dan mala suerte. El pobre Nono solo quiere pasear tranquilo por su ciudad y conocer personas, pero la gente lo primero que hace al verlo es correr o esconderse.

¡No soy de mala suerte!

En una pequeña ciudad, que era tan pequeña que apenas se llamaba ciudad, vivía mucha gente, buena, algo despistada y a veces un poco supersticiosa.

En el estrecho espacio entre el supermercado y la farmacia, en el hueco de una pared, vivía nono el gato.

Era un gato negro común, le gustaba comer, beber leche y leer periodicos.

Si, como cualquier gato.

Nono anhelaba explorar la ciudad en su camioneta amarilla que tanto quería, pero cada vez que salía era lo mismo.

¡Un gato negro, mala suerte!

¡Vete! Eres de mala suerte

¡Ahh! ¡Un gato negro! ¡Eso da mala suerte!

YO NO SOY DE MALA SUERTE

Pensaba Nono, pero que mal que los gatos no hablan, nadie lo entendía.

Pero es que, si era de mala suerte.

(Una jovencita que vio a nono, ese dia llego tarde a clase.
Una señora que también lo vio, tropezó y tiró su helado.
Y no olvidemos al señor que se cruzó con nono y perdió sus llaves.)

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Una jovencita que vio a Nono, ese día llegó tarde a clase.
Otro señor se lo cruzó y perdió sus llaves
Y no olvidemos a la señora que también lo vio, tropezó y tiró su helado.

¡Que mala suerte!

El no era de mala suerte, al menos eso pensaba él.

Una mañana decidió armarse de valor y limpió su camioneta que ya estaba llena de arañas. Tomó agua, respiró 3 veces y se dispuso a salir. ¡Ese día si exploraría la ciudad! ¡Claro que sí! ¡Hasta llevaba un mapa con él!

Pero...

Esa mañana era lunes y todos corrían a sus trabajos.

Un señor grande que comía un sándwich no se percató de que nono venía al volante. Se escuchó un bocinazo:

PI PIIIIIIII

y un golpe MUY FUERTE ¡PUM!

El señor había caído al suelo, del sandwich no había señal.

Nono estaba aterrado ante esa situación. Quizás si era de mala suerte, pensó.

Para la sorpresa de Nono, y de todos, el hombre se levantó feliz, señaló a nono y dijo.

¡Este es el gato de la suerte! ¡Me salvo!

Todos se miraban perplejos hasta que comprendieron que aquel hombre se estaba ahogando con un trozo de su sandwich y la caída lo salvó.

En la ciudad se dieron cuenta que nono era amable y por fin lo dejaron integrarse y demostrar que en realidad no era de mala suerte.

La jovencita que llegó tarde a clase se dio cuenta que tenía que levantarse mas temprano para llegar a tiempo.
La señora que tropezó se dio cuenta que sus zapatos estaban gastados y el señor que perdio sus llaves ese dia no las puso donde iban.

No era culpa de nono.

-¿Alguien ha visto a Nono? -preguntó el panadero a los clientes-
-Los lunes lo veo llevando flores a las ancianas del parque en la camioneta. -dijo un señor-
-Los jueves nos lleva dulces a la escuela! -exclamó una niña que comía un panecillo-
-A mi me ayuda con la compra los domingos! -dijo sonriente una señora que estaba sentada en la esquina.

Todos querían a Nono,
y cada vez que veían la camioneta asomarse, Saludaban contentos y recibían un juguetón bocinazo de vuelta

Nono el gato no fue de mala suerte jamás.