Sergi Monfort Ferrer

Sabía que iba a mantener una relación íntima con el cine desde que adquirí dos hábitos curiosos de crío: cronometraba las películas con mi reloj por diversión y en el cine racionaba las palomitas para que llegaran algunas vivas a los primeros sesenta minutos.

Pero supongo que todo realmente empezó cuando mis padres me apuntaron a teatro con unos ocho años de vida. Ese fue el momento en que los condené a criar a un hijo que, fuera lo que fuera, iba a ser forzosamente creativo. A los catorce, me hice con mi primera cámara y comencé a protagonizar todos mis primeros balbuceos en este mundillo. Cuatro años después, estaba en Madrid estudiando comunicación audiovisual y periodismo, empezando un viaje tortuoso cuyos frutos podéis observar a lo largo de mi web. Y vamos solamente por la temporada uno. He hecho y sigo haciendo muchas cosas distintas, pero algo tengo clarísimo como el cristal: haga lo que haga, hago cine en todo lo que hago.