El Túnel
El Túnel
par Silvana Savio @silvanasavio1
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El túnel
Silvana A. Savio
Me aburre la idea de escribir mis recuerdos de infancia.Y si me aburro yo escribiendo mi propio recuerdo, anticipo el aburrimiento del lector que lee un recuerdo ajeno.
Estuve buscando mi memoria más antigua. Se me cruzaron varias: ¿las compras con mamá en la feria semanal del Bulevar Cerviño, estirando mi pequeña mano en puntitas de pie para que me dieran a probar queso? ¿El día que papá me llevó a la plaza del Museo de Bellas Artes a hacer navegar mi velero a motor en la fuente? Sí, seguro que ahí era bien pequeñita. Ese es quizás mi único recuerdo de una actividad en exclusiva con mi papá, es decir los dos solos. En mi memoria, papá aparece siempre con otra gente. Pero no me quiero acordar de ese día hermoso con papá y el velero. Me da nostalgia y ganas de llorar. Llorar por la vida que se fue, por la chiquita que ya no soy, por mis hijos que ya crecieron. Me voy a apartar de ese recuerdo. También me voy a apartar del que creo que es el más antiguo, porque en ese recuerdo estoy dentro de la cuna. La puerta de mi cuarto, cerrada; la persiana, cerrada también, con algo de luz de sol que se filtra por las rendijas que dejan las tablas flojas; yo, llamando a mamá hasta quedar agotada, avisando que ya me desperté de la siesta; y ninguna respuesta. Es una situación que se repetía. Ya de grande mamá me explicó: “la chiquita durmió hasta reciencito”, mentía la empleada por horas, que sabía que mamá volvía a las cuatro. Ese recuerdo también me hace mal, pero no por nostalgia, sino por haber sido mi primer encuentro con el silencio, en un momento del desarrollo en el que las acciones-respuestas marcan una impronta. Ahí aprendí que no vale la pena que exprese mis necesidades, total, no me van a escuchar.
No quiero un recuerdo con lágrimas, ni de los que me aprietan el corazón. Voy a recordar algo que me divertía aunque, aclaro, no será el más antiguo. Me acuerdo de centenares de cosas lindas, que dan a toda mi infancia un tinte de felicidad. Crecí siendo una nena feliz, pero muchas veces, cuando me enfrento al momento de profundizar en historias en particular, me veo llevada a situaciones que me lastimaron. Siempre tuve una sensibilidad comparable con estar en carne viva. En cincuenta y cinco años todavía no logré desarrollar piel, pero sí aprendí a no abrir la boca. Será por eso que mi lapicera sangra con frecuencia.
¡Qué dispersión! Volvamos al nudo, a la memoria de infancia. Tengo un vestido azul, tan cortito que con cada movimiento se me ve la bombacha, también azul, con ositos blancos. Cosas de la moda. Zapatitos de charol azul, tipo guillerminas, con una falsa perlita haciendo de botón; zoquetes blancos con volado de puntilla, que mi abuela me trajo de Italia. El pelo largo, recogido con una hebilla, como usa la tonta de Gaby, la hija de la amiga de mamá. Insisten en que seamos amigas, pero yo me aburro con ella; no le gusta jugar en la calle; solo quiere estar en el cuarto con las muñecas. ¡No importa! Ahora me voy con Azu a la plaza. La quiero mucho a Azu. La avenida del Libertador es gigante; hay que cruzarla para llegar a la plaza. Creo que nunca vamos a llegar a cruzarla en el tiempo del semáforo. Ojalá Azu prefiera cruzar por el túnel debajo de la avenida. Pero sé que no le gusta bajar tantas escaleras y después subirlas del otro lado. Caminamos por la vereda del zoológico. ¡Qué olor sale de ahi adentro!, del zoológico, digo. ¡Puaj! Mejor cierro la nariz y de paso practico para lo que me espera. La vereda es ancha, tiene baldosas cuadradas beige y las que están flojas salpican las medias. No hay bicisenda, como después habrá. LLegamos a la esquina. El Monumento de los Españoles, justo en medio de la avenida, es imponente. Me estremezco al pensar que deberé pasar frente a su enormidad para cruzar. El otro margen de la avenida del Libertador se aparece como un desafío. Miro la boca del túnel como alternativa. Azu camina hacia allí. Tomar el túnel se me antoja como cruzar el océano nadando bajo el agua en apnea. Veo las barandas de piedra que esconden los escalones por los que voy a emerger, similares a estos por los que ya mismo me sumerjo. “Dame la mano para bajar”, me dice Azu. Obedezco y vamos bajando los escalones de mármol. LLegamos al último escalón. Uno, dos, tres, tomo todo el aire que puedo, contengo la respiración, suelto la mano de Azu y empiezo a correr a través del túnel. No recuerdo las paredes, no recuerdo su color; no sé si tenían grafitis, si estaban pintadas o azulejadas. No recuerdo imágenes visuales del épico cruce, sino el sonido de mis zapatitos de suela, clap, clap, clap, con esa pisada plana y poco elástica de los primeros años. ¡Mucho, mucho, todavía me falta mucho y ya no puedo más! Necesito una bocanada de aire. Sin parar de correr, me tapo la boca y la nariz con la mano, respiro hondo debajo de mi manito y el olor a pis se me cuela hasta el último recoveco del cráneo. Me da una arcada pero no paro; soy una ratita atravesando el aire úreo, teñido de amarillo. La salida ya está cerca; ya casi; ya casi; la luz del día, los escalones, la baranda. ¡Lo logré! ¡Crucé una vez más por el túnel de Libertador! Salgo a las piedritas anaranjadas de la vereda de la plaza, que en realidad es un bosque. ¡Qué hazaña! Quiero cruzarlo de una vez, sin respiros intermedios. Azu aparece por las escaleras. Me pongo a correr por el pasto hacia la calesita. En un rato, cuando emprendamos el regreso para casa, lo voy a tratar de hacer mejor.

3 commentaires
shaun_levin
Professeur PlusSalut Silvana,
L'histoire du tunnel est fantastique ! J'étais complètement captivé. J'aime le blues de l'histoire (même Azu est presque bleu !) et le sens du tunnel comme un canal de naissance, comme être né de l'eau. C'est merveilleux. L'histoire fonctionne au niveau littéral, avec les résonances du niveau symbolique bouillonnant en dessous.
Mon sentiment est que la première partie (l'introduction/l'intention) est le début de quelque chose de beaucoup plus grand - un projet pour raconter l'histoire d'une vie - donc ma suggestion serait de créer une histoire séparée à partir de la section du tunnel. Il est magnifiquement isolé si vous commencez par "En cincuenta y cinco años todavía no logré desarrollar piel (quelle ligne merveilleuse !), pero sí aprendí a no abrir la boca. Será por eso que mi lapicera sangra con frecuencia..." et puis gardez-le tel quel jusqu'à la fin. Et vraiment, l'histoire du tunnel contient tout dans l'introduction qui la précède.
Votre écriture est généreuse et intrigante. J'aime la façon dont vous écrivez sur les choses sur lesquelles vous ne voulez pas écrire, ce qui crée également une attente, dans la version livre de l'histoire :) que l'écrivain reviendra sur ces moments douloureux et joyeux, comme l'époque elle a passé avec son père, par exemple. J'espère que vous continuerez à développer ceci – c'est un travail puissant. Merci beaucoup de l'avoir partagé avec nous et d'avoir fait partie du cours. Salutations des Madrid!
silvanasavio1
@shaun_levin Merci beaucoup pour votre retour enthousiaste et détaillé. Cela me motive à penser à un livre. J'ai déjà écrit plusieurs histoires de ce style et je ne sais pas encore comment les assembler, comment les tisser en un tout. Il m'arrive que ce sont toutes des histoires autobiographiques et j'ai honte de les faire connaître telles que je les ai écrites. C'est pourquoi je cherche un moyen, peut-être plus fictif, de les présenter.
Dans les prochains jours, je vais commencer un autre cours de domestika pour continuer à chercher de l'inspiration et de la motivation.
Salutations et merci beaucoup!
shaun_levin
Professeur Plus@silvanasavio1 :) J'ai hâte de lire la suite.
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