Ruperto Espitia

En 1985, frente a un balón de micro-futbol amarillo, proponía que jugáramos los tres más regulares frente los tres que creían ser los mejores; con una sonrisa uno de ellos, aceptó. Esa mañana en los patios de mi colegio, me hice cargo de los regulares, esos que normalmente son los últimos en ser escogidos para jugar, fui medio campo, capitán y D.T., y en ese soleado día, ganamos con histórico 7-2. Ese fue el primer equipo que dirigí e hice ganador, asumí un reto irrazonable, vi las fortalezas de mis amigos, me creí líder de equipo y logré lo que para muchos, era poco posible. Hoy en día entreno equipos corporativos, con la misma convicción, con el mismo entusiasmo y con la misma pasión, porque desde mis catorce años, soy testigo de lo que se puede lograr, cuando un grupo se convierte en equipo de alto desempeño.