Tana y Globo
by José Ernesto Parra @joseernestoparra
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Tana y Globo
Al sur de un país del norte de África había una inmensa sabana. Gacelas, cebras, leones, hipopótamos, marabúes, cocodrilos, ñúes y avestruces eran algunos de sus habitantes.
Durante el monzón, todos iban a las lagunas y abrevaderos a tomar agua fresca, bañarse y pasear por el lugar. Se respetaba la presencia de todos sin representar ningún peligro para los visitantes. Todos tenían un mismo objetivo: saciar su sed.
Una hermosa laguna en el centro de la sabana era muy visitada, pero especialmente por dos grandes amigos: Tana y Globo.
Ella era una jirafa larga como una torre y esbelta como una palmera. Tana siempre observaba todo a su alrededor desde gran altura gracias a lo largo de su cuello. Además, Tana tenía una condición especial: una pata más corta que el resto, por ende caminaba cojeando, pero sin perder el equilibrio.
Por otro lado, gigante como un planeta, de pasos firmes, pero danzantes, andaba Globo por la sabana; siempre alegre, siempre entusiasta y con una gran sonrisa escondida detrás de su trompa. Globo era tartamudo, por lo que recibía muchas burlas de otros animales, algo que a él no le preocupaba pues contaba con la amistad de Tana.
Ambos amigos eran prácticamente inseparables; juntos iban a comer, a pasear, a observar el paisaje de la sabana, y a hacer una de las cosas que más les divertía: beber agua de la laguna y juguetear dentro de ella.
—Co co co co co mmo mme gusta pa pa pa ssssear contttigo Tana. —dijo Globo mientras caminaban juntos hacia la laguna.
—¡Ay, amigo! Hoy tengo más sed que nunca. Apresúrate porque esta mañana me tomaré toda la laguna. —respondió Tana mientras aceleraba su tambaleante paso.
Cuando el par de amigos llegó a la laguna, el resto de los animales comenzó a reír.
Las hienas se carcajeaban de ver a Tana cojear intentando abrir sus patas para tomar agua. Dos avestruces y una gacela reían al ver a Globo entrando en la laguna con su inmensa gordura.
—Parece una marioneta mal amarrada. —decía un cheeta apostado en una pequeña loma. —Debería esperar a que llueva de nuevo para tomar agua; tardaría menos. Ja ja ja ja ja.
—NNNNo ttte met-ttas con Ta-ta-ta-nnna. Po-po-po-dddría aaaa-pplas-tar-tte como cu-ccca-ra-chcha. —contestó molesto Globo.
Una manada de mandriles y dos hienas se carcajearon al escuchar el tartamudeo de Globo, hecho que contagió al resto de los animales que se apostaban cerca del abrevadero.
Tana y Globo ignoraron las burlas de los animales y continuaron su jornada como cada mañana, algo apartados del resto.
Al caer la tarde, Tana y Globo se acercaron a unas acacias y arbustos a comer. Una manada de ñúes y cebras les bloquearon el paso para que tuvieran que caminar algo más de lo normal.
—Ja ja ja ja ja será chistoso verlos caminar; a uno como pelota y a la otra como paticoja. —comentó una cebra mientras animaba al resto a reír.
Un pájaro secretario se posó sobre una rama y reclamó a las manadas:
—Me parece injusto y de mal gusto que se burlen de esa manera de nuestros compañeros. Al fin y al cabo son animales como nosotros, no les veo nada diferente aparte de ser de otra especie como todos nosotros—
—¡Son tontos y torpes! —dijo un ñu con insistencia. —¿No ves que habla como taladro y la otra camina como terremoto? Ja ja ja ja cuando pase el monzón serán comida de los leones porque no saben correr ni defenderse—.
El pájaro secretario sacudió su cabeza en señal de desacuerdo y dijo:
—Pues nada tiene que ver su condición con su derecho a disfrutar de la sabana y ustedes no tienen derecho a impedir su paso ni mucho menos a despreciarlos por no ser igual a ustedes. Es posible que puedan hacer cosas que ustedes no, así que apártense ¡So, so, so!—.
Volando cerca de ellos y sacudiendo sus alas azotó a algunos ñúes para que se apartaran y dejaran pasar a los amigos. Tana y Globo agradecieron con una sonrisa al pájaro secretario y continuaron su paso para comer.
Al día siguiente, Tana y Globo volvían temprano a la laguna para tomar agua antes de que llegara el resto de los animales y poder hacerlo sin sus burlas ni bromas, pero se encontraron con una desagradable sorpresa.
—¡Globo! La laguna ha desaparecido— exclamó Tana asustada.
—Nnnno pupupuedde sser Tatatana. ¿Qqqqué pudo habbber papapasado?—.
Los animales comenzaron a llegar y ver la laguna completamente seca. Todos se apresuraron a culparse entre unos y otros, pero nadie tenía respuesta al respecto. Tana estiró su cuello al máximo y levantó su mirada hacia el horizonte y luego dijo:
—El río también está seco, seguro que el agua que baja por él también se secó. Deberíamos ir río arriba a ver qué sucedió—. Sin embargo, nadie dijo nada, todos se miraron entre sí esperando voluntarios.
—Ssse e-e-e-e-escuchan vo-vo-vo ces a lo le-lejos. Yyyyo siento e-e-e-l agua co-co-co-correr pe-pe-pero no es cecerca— dijo Globo mientras agitaba sus grandes orejas y pisaba firme el suelo para percibir los sonidos en la tierra.
—Pero río arriba están los cazadores. Si vamos hacia allá corremos el riesgo de que nos cacen— comentó una leona mientras abrazaba a sus cachorros.
Nadie más apoyó la idea de ir río arriba, por lo que Tana hizo señas a Globo de iniciar el camino y descubrir qué sucedió a lo que el elefante respondió afirmativamente. Ambos amigos se enrumbaron río arriba ante la mirada de todos los animales alrededor de la laguna seca.
Una gacela comentó a unos mandriles: —Creo que este par de tontos no va a volver—.
—Pero no vamos a tener agua tampoco— respondió el pájaro secretario mientras hacía un gesto de lamento.
Tana y Globo emprendieron su viaje río arriba. Todo estaba seco y había otros animales sofocados como los hipopótamos y los cocodrilos. Esto no detuvo el paso de los amigos quienes seguían caminando a paso acelerado. Al llegar a una pequeña loma, Tana se adelantó y estiró su cuello para observar lo que había detrás.
—¿Qqqqué ves Tatata-na? —dijo Globo.
—No estoy segura Globo. Es como una especie de pared hecha de troncos y barro. Se ve muy firme y fuerte… y está reteniendo toda el agua. Además hay unos cazadores alrededor cuidando la pared. No sé cuántos son.—
—Te-te-tennemos que pr-preparar uuun plan— dijo Globo mientras se escondían tras unos arbustos.
Los amigos se reunieron y conversaron sobre su plan. Decidieron arriesgarse para lograr que el resto de los animales tuviera agua y pusieron en marcha su estrategia.
Los cazadores estaban apostados sobre la pared haciendo guardia para esperar a los animales y así capturarlos. Tana caminaba detrás de unos árboles y escondía su cabeza entre las ramas, desde allí vigilaba mientras Globo se preparaba.
Con un gran trompetazo, el elefante llamó la atención de los cazadores quienes se pusieron alertas. Uno de ellos caminó hacia los arbustos y otros tres se quedaron sobre la pared. Globo seguía haciendo sonidos con su trompa.
Un cazador gritó a los otros que no se separan de la pared pues si él capturaba al elefante nadie podría derribar la represa que habían improvisado.
El cazador encontró a Globo y lo apuntó con su rifle. Globo no se asustó; comenzó a dar unos fuertes pisotones en el piso. El cazador se reía diciendo:
—¿Quieres hacer temblar la tierra para que se derribe la represa? Ja ja ja ja ja ¡Pierdes tu tiempo!
El elefante seguía dando los pisotones mientras la jirafa corría hacia la represa. Al llegar, Tana se encontró con los cazadores y estos echaron a reír cuando vieron a la paticoja acercarse. Tana aprovechó el descuido de los cazadores y dio una coz a un árbol cerca de la presa. Éste cayó sobre el muro y lo derribó, arrastrando a los hombres y alejándolos del lugar.
El otro cazador observó todo lo sucedido y luego apuntó a Globo para sentenciar:
—Pero ¿Cómo pudo hacer eso?
Globo levantó su trompa y dijo:
—U-u-u-no de l-l-l-los golpes mmmmás fu-fu-fu-fuertes de la natututuralezzza e-e-es la coz ddde una jijijirafffa.
—Tu amiga destruyó la trampa pero ahora yo acabaré contigo. —contestó el cazador.
Sin embargo se llevó una gran sorpresa cuando una manada de elefantes lo rodearon y amenazaron con sus trompas. Tana se acercó y dijo:
—Y los elefantes tienen la capacidad de comunicarse a través de vibraciones con sus pisadas.
Ante las amenazas de los elefantes, el hombre salió corriendo del lugar junto a sus compañeros para nunca más volver a la sabana.
Tana, Globo y los demás elefantes celebraban su triunfo mientras veían cómo el agua volvía a su cauce en dirección a la laguna.
Los dos amigos llegaron a la laguna y todos los animales se bañaban y bebían en ella. Al ver llegar a los dos compañeros, todos los aplaudieron y vitorearon para nunca más burlarse de ellos.
El pájaro secretario se posó sobre Globo y dijo:
—Nunca juzgues a otro por su condición, ni tampoco hagas fiesta de ello. Como todos, merecen nuestro respeto y consideración; así, posiblemente encontrarás en ellos talentos alucinantes que te sorprenderán.
1 comment
ibrenman
Teacher PlusFirst of all, thank you for sharing your story with us.
Congratulations on your story.
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