ara muchos, Barcelona es, después de Andalucía y Madrid, la tercera gran capital del flamenco en España. Ciudad habituada a acoger a centenares de miles de inmigrantes del sur de la península, es desde principios del siglo XX el centro neurálgico de una evolución del género andaluz caracterizada por la exquisita calidad de sus propuestas y por una cierta tendencia a la heterodoxia, hecho por el cual ha sido protagonista de fenómenos como el nacimiento de la rumba catalana o la expansión del nuevo flamenco.
Sobre todo, Barcelona es una capital que atesora un número importante de aficionados exigentes, que en muchos casos han hallado entre las paredes del Tarantos un lugar donde disfrutar del mejor flamenco que se pueda escuchar en este país. Una sala escogida por muchos artistas para iniciar o consolidar su carrera.
Puros y heterodoxos
En otoño de 1963, un año después del estreno de la película homónima de Francisco Robira Beleta, abría en la Plaça Reial el tablao Los Tarantos, un local destinado a convertirse en un referente indispensable del flamenco en Barcelona. Decorado de forma singular y con un toque costumbrista, la sala barcelonesa pronto se convirtió en el lugar de encuentro de un público absolutamente diverso, donde se mezclaba gente del mundo del flamenco con intelectuales, melómanos, turistas, famosos de paso per la ciudad condal... El local alcanzó un extraordinario empuje a raíz del cierre de la vecina sala Jamboree, en 1968, hecho que comportó que una parte considerable de la clientela de la cava de jazz se trasladara a Los Tarantos. En pocos años, el tablao se convirtió en uno de los locales imprescindibles de la noche barcelonesa. El éxito de la sala fue, en gran medida, consecuencia del alto nivel de los artistas que en ella actuaban.
Desde sus inicios, los responsables de Los Tarantos apostaron claramente por subir a su escenario a las mejores figuras del flamenco del momento. Con una mentalidad abierta a todas las tendencias del género, desde las más ortodoxas a las más noveles, la dirección de la sala programó artistas de la categoría de los bailaores Vicente Escudero, Antonio Gades, María Márquez, José de la Vega o La Tolea; los tocaores Andrés Batista, Emilio de Diego, Pepe Pubill o Selva de Cádiz; o los cantaores Fosforito, Jarrito, El Peti, El Brujo o Pepe Cortés. Se trataba de un elenco que hizo famoso el local en el resto de España y en parte del extranjero; un punto de visita obligada para todos los amantes del flamenco que vivían o recalaban en la ciudad de Barcelona.
Durante los 70 el prestigio del tablao se consolidó con la incorporación de Maruja Garrido, que casi se convirtió en la cantaora y bailaora residente de Los Tarantos. La fama de la artista atrajo a figuras como Dalí, que la consideró una de sus musas y participó en un disco de la artista, editado en 1983, grabado en vivo en la sala. En aquella época, Maruja Garrido dio la alternativa a figuras como el guitarrista Manzanita, uno de los puntales del flamenco y la rumba catalana de los 70 y los 80. En 1974, un periodista del rotativo madrileño ABC, después de destacar el aire heterodoxo de la sala, se refería a Los Tarantos en los términos siguientes: “Parece mentira que en Barcelona, tan lejos de Andalucía, tan cerca de los Pirineos (...) exista un tablao tan puro”.
Maruja Garrido siguió capitaneando las sesiones de Los Tarantos durante la década de los 80, época en que se dieron a conocer grandes del flamenco catalán como el guitarrista Rafael Cañizares. El tablao sirvió entonces de escuela para muchos artistas que hoy día son una referencia obligada del género andaluz en Barcelona. A pesar de todo, las difíciles condiciones del distrito de Ciutat Vella provocaron la caída de la sala en una progresiva decadencia. Se hacía necesaria una profunda reforma.
Flamenc & Co: aires nuevos
El 3 de octubre de 1993 reabría el tablao Los Tarantos, tras una profunda reforma arquitectónica que, respetando la esencia original del local, lo dotaba de una nueva infraestructura y lo conectaba con el vecino Jamboree. El grupo Mas i Mas, que hacía pocos meses se había hecho cargo de la histórica cava de jazz, era el responsable de la renovación del histórico local. Con la colaboración en un primer momento de la productora Posto Nove, Mas i Mas apostó por combinar las tradicionales sesiones de flamenco con un cartel de actuaciones ambicioso donde estuvieran presentes figuras consolidadas y emergentes del flamenco y, como novedad, de las músicas del mundo y la canción de autor. Entre los primeros artistas que se subieron al nuevo escenario de Los Tarantos encontramos a Parrita, el Sorderita, Toumami Diabate y un entonces jovencísimo Duquende.
En 1994 muchos de los llamados nuevos flamencos, como el propio Duquende, José Manuel Cañizares, Miguel Poveda, Montse Cortés, José el Francés, Rafael Riqueni o Mónica Fernández fueron los protagonistas de algunas de las sesiones más exitosas de aquella temporada, en la cual también actuó José Menese, un histórico del género.
El 1995, el cantautor canario Pedro Guerra presentó su primer disco en Los Tarantos con un lleno histórico, como el que consiguió el año siguiente su paisana Rosana Arbelo. Entre 1995 y 1996 los aficionados barceloneses pudieron descubrir en el tablao una serie de figuras de la música cubana por aquel entonces bastante desconocidas: Omara Portuondo y Compay Segundo. Por lo que atañe estrictamente a los flamencos, pasaron por la sala de la Plaça Reial Moraíto Chico, Pepe Habichuela, Enrique de Melchor, Paco Cepero, Tomasito, Pedro Javier González, Rancapino, Eva la Yerbabuena o una entonces joven promesa: Niña Pastori.
Durante 1997 y 1998 la dirección de la sala hizo una apuesta decidida por la canción de autor con la presencia de artistas como Marc Parrot, Roger Mas, Quintín Cabrera, Jorge Drexler, Tontxu, Joan Isaac o el argentino Litto Nebbia. Todo ello sin dejar de lado el flamenco, con figuras como el Sordera o Miguel de la Tolea.
En los últimos años, el grupo Mas i Mas ha apostado por consolidar las sesiones ordinarias de flamenco, hasta el punto de ceder prácticamente el protagonismo al espectáculo toque, cante y baile. En la actualidad, se apuesta por una serie de cuadros integrados por lo mejor de lo mejor del flamenco emergente en nuestro país.
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