Buenos Aires (Lanús)
18/04/2022
Me llamo María Nilda Pérez, soy la menor de tres hermanas, nací un frio 5 de agosto de 1943 en la hermosa ciudad de Lanús, dónde por su arteria principal por entonces, adoquinada el perfume de los tilos adornaban las aceras.
Pertenezco a una generación que con esfuerzo rompió estereotipos, allanando el camino a las nuevas generaciones. Amé, amo y seguiré amando hasta el fin, mi profesión docente. Mis queridos padres, ambos de clase media trabajadora, se esforzaron para que cada una de nosotras ejerciéramos una carrera profesional.
De muy joven tuve pérdidas queridas, mi padre en mi adolescencia y mi amor, el padre de mis tres pequeños hijos. Fue un tiempo duro, muy triste. Logré salir, creo que el exceso de trabajo, la crianza de mis niños, el acompañamiento amoroso de mi familia y amigos y amigas me ayudaron a seguir adelante.
Y llegaron los buenos tiempos, el crecimiento de mis hijos y sus logros. La relación apretada de amor con y entre ellos. La llegada de mis nietos Juan Cruz y Sofía, me llenaron de felicidad.
Hasta que un tsunami atravesó la vida de mi familia, con la partida súbita, inesperada de mi hijo menor Martín, hace dos años, nueve meses y dieciocho días. Fue cuando comprobé que aún existe un dolor que supera a todos los que he vivido, como es la muerte de un hijo. El máximo de los dolores que puede soportar una madre. Son heridas que se alojan en el alma.
La ayuda de mi terapeuta, todos los jueves desde hace dos años, es con quién puedo soltar mis lágrimas.
Estoy segura que el motor que me auxilia para arrancar cada uno de mis días es mi hijo, desde el espacio, la órbita, la dimensión dónde se encuentra. Sí, es mi ángel que, desde el cielo me alcanza, a veces un fino hilo, otros días una gruesa soga, como a una marioneta, para que siga andando..
Me gusta escribir, espero poder cumplir y disfrutar del curso.