Hace 25 años que nací en Vigo, Galicia. Hace también unos 15 o 20 años que mi madre me regaló una grabadora de voz (de esas con un cassette pequeñito, que había que rebobinar con un bolígrafo), y empecé a perseguir a mi familia haciendo preguntas y apuntándolas en un cuaderno que llevaba junto a mi preciosa grabadora. No supe en ese momento que quería ser periodista, pero la idea de vivir en el mundo de la comunicación me parecía ya fascinante. A los diez años, mis padres ya se estaban empezando a cansar de mis entrevistas incansables y mi sed de conocimientos sobre la vida de todo el mundo, así que decidieron ponerme a hacer entrevistas un poco más en serio y aprovecharlas para mis trabajos escolares. Tendría unos 12 o 13 años y mis profesores disfrutaban leyendo las idas y venidas de mis allegados, y yo hablaba de historias de guerras, hambrunas y las penurias de las dictaduras. Y con tanto frenesí, mi grabadora, la pobre, murió un verano en el que nos fuimos de viaje por la península y yo me quedé prendada de las historietas de los abuelos en los bancos de las plazas.
A los 16 me di cuenta de que debía decidir qué hacer con mi vida porque el año siguiente entraría en la universidad. Así que recorrí universidades, charlas y eventos para descubrir que quería estudiar periodismo, publicidad y comunicación audiovisual. Pero como hacer todas esas carreras a la vez es muy de universidad privada y yo no tenía más ingresos que la paga semanal que me daba mi abuela, mis fondos para los estudios decidieron que haría un Doble Grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. Emprendí mi viaje a la capital con muchas maletas y unos padres que me dejaron en la residencia de estudiantes con lágrimas en los ojos porque se les iba su primogénita. Pronto me acostumbré al trajín de Madrid, aunque viviendo en Getafe los primeros años de la carrera el salto a los cuatro millones de habitantes fue más paulatino de lo que esperaba (por suerte). Un año, por cambiar de aires y conocer más allá de las fronteras peninsulares, decidí irme de Erasmus a Francia, a Montpellier. Había viajado ya a Inglaterra y Estados Unidos, y creí que el francés no me vendría mal. Otra vez, maletas y lágrimas y me marché llena de ilusiones a empaparme de una nueva cultura y una nueva gente. Volví con muchas más maletas, una agenda llena de números de teléfono internacionales y una cultura sobre quesos y vinos que todavía a muchos sorprende.
Mientras todo esto ocurría, mis veranos los dedicaba a trabajar en todos los ámbitos de la comunicación que el tiempo y mi por entonces escaso currículum me dejaban. Publicidad, radio, televisión y agencias de comunicación me hicieron ver que mi mundo está tanto delante como detrás de los micrófonos, y que poco a poco mi curiosidad se iba apaciguando a medida que iba conociendo más del mundo que me rodea.
Acabé la carrera y, como no sé estar quieta, seguí trabajando y empecé a estudiar un Postgrado en Comunicación Pública y Defensa para encontrar, si todavía me quedaban, más materias de la comunicación a las que poder dedicarme. Ahora, con toda esta andanza inquieta por el planeta y mi insaciable curiosidad, me veo obligada a no dejar de trabajar y conocer ámbitos nuevos de mi profesión, para no dejar nunca de plantearme retos a mí misma y disfrutar sabiendo resolverlos.
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- Lola Alonso – @lolaac
- Periodista y Comunicadora Audiovisual
- Open to job opportunities, freelance or contract in: Galicia, Spain