Para Mi Dulce Amelia

Para Mi Dulce Amelia

Para mí dulce Amelia.

Aunque está carta lleve tu nombre, en realidad su contenido es para mí. Aquí sacaré todo eso que llevo por dentro, todo lo que no te pude decir en su momento, todo lo que pasa por mi mente, ese lugar oscuro y solitario que se volvió mi infierno desde que te fuiste.

Cada tarde paso por aquel parque en el que nos conocimos, me siento en aquella farola con una rosa en la mano, justo en el momento en el que nos conocimos, recuerdo todo a la perfección, la hora, las palabras, las miradas, las sonrisas, las bromas, sueño despierto reviviendo nuestro primer encuentro. Que iluso y tonto soy, que idiota sin remedio.

Me siento tan solo, vacío, es una monotonía que me arrastra hacia el abismo y honestamente, no tengo ganas de luchar contra la corriente. Sin tí aquí, a mi lado, con esa cálida sonrisa, que esos ojos oscuros pero al mismo tiempo tan brillantes, con ese mal genio cuando te levantaba de madrugada y que desaparecía cuando le dabas el primer sorbo a la taza de café. Cada momento bueno y malo se reproduce en mi mente, cada discusión, cada disculpa, cada mirada robada, cada mañana, cada tarde, cada noche a tu lado, conociendo hasta lo mas íntimo de tu alma, de tu ser, de tu personalidad y de tu cuerpo. Tu recuerdo eterno me persigue, tu fantasma no se quiere apartar de mi lado, en todos lado te veo, te sueño.

Mis amigos ya piensan que estoy loco, mi familia está preocupada por mí y yo, yo solo quiero dejar de sentirme así, tan...desolado. Que sentimiento tan contradictorio, que dolor tan agobiante, no quiero seguir con tu recuerdo, no quiero pasar más por este sufrimiento, pero no puedo arrancarte de mi mente y de mi corazón. Que frustrante es.

Sonará terrible, tal vez con estás palabras de a entender que jamás te quise, que solo fue una ilusión del momento, un enamoramiento de verano, algo pasajero que se esfumará con el tiempo; pues déjame decirte que no es así, te ame, te amo y aunque el tiempo pase una parte de ti siempre vivirá en mí, pero ya no quiero sentir que mi vida se va marchitando como aquellas rosas que te dejo en la farora. Todo se escapa de mis mano, como una montaña rusa de emociones descontroladas, dónde puedo estar bien, volver a sonreír como en los viejos tiempos, pero también puedo estar abajo, más abajo del subsuelo, llorando en silencio por las noches, con una botella en las manos alucinando que estás allí. Te reprochó el que te fueras, estoy enojado contigo por haberte ido de esa forma, pero al menos tiempo la tristeza me recuerdo que no fue tu culpa.

Hace un tiempo Ronaldo me propuso un viaje, y el día de ayer le di la respuesta que esperaba. Me iré mi querida Amelia, me iré para sanar mi corazón magullado, me iré para aprender nuevamente a cómo estar sin ti, a vivir en un mundo dónde solo vivirás en mi corazón pero no en mi realidad. Hoy te dejare la última rosa en aquella farola, como una muestra de despedida a nuestro amor y esta carta la quemaré luego al terminarla.

Pensé que podría decirte un millón de cosas a través de esta carta, pero el nudo en mi garganta no me deja continuar como quisiera, mi querida Amelia. Mi amada y dulce Amelia, solo me queda agradecer todo lo que me haz enseñado y a aprender a lidiar con el amargo sabor de tu inexistencia.

Adiós, mi querida Amelia, adiós mi amada amiga. Adiós mi dulce amor.