Fernando Arvizu

Hola. Mi nombre es Fernando, y vivo en Ciudad de México. Me dedico a la docencia en nivel superior, y si la memoria no me es desleal, una de las primeras cosas que quise hacer en la vida fue escribir: me refiero, por supuesto, a crear y contar historias. Ese primer y duradero impulso vocacional tuvo su origen porque descubrí tempranamente, como estoy seguro muchos otros en este curso, el mundo de la ficción. Que es lo mismo que decir el mundo de la imaginación. No sé a bien porqué: quizás por mi naturaleza más bien inclinada -creo- a lo mental, a lo contemplativo, y a que desde entonces -siento que ahora lo sé- tenía cierto disgusto con la realidad. Y aún lo tengo. Así que supongo y quiero creer que eso me acercó a los libros, y específicamente (y gracias a que tuve ciertas oportunidades, limitadas pero fundamentales) a un género: la ciencia-ficción. Y ahí nació mi amor por la lectura, por los libros, y por querer escribir, por querer crear yo también historias como las que leía entonces y que me emocionaban y sembraban de tantas ideas nuevas, fabulosas y placenteras, mi imaginación: ni qué decir que la posterior cosecha fue el gusto perenne por las letras, por eso que Vargas Llosa ha llamado la realidad imaginada. Pero claro, una cosa fue querer escribir y otra muy distinta hacerlo: pasó el tiempo y la vida y por diversas razones no cultivé ese impulso inicial, me dediqué a otros menesteres y el deseo se quedó en eso, aunque debo decir que no por ello se debilitó: más bien, se ha profundizado. Y eso ha traído a mi vida un grado de frustración: me he hecho mayor y siento que, si no lo intento ahora, ya no lo haré nunca. Así que en concreto: aquí estoy, intentando hacer lo que entonces no hice: acometer la tarea y pasar a la acción. Quizás no resulte lo que esperaba o el tiempo esté en contra: pero sé que tengo que intentarlo, es una deuda pendiente conmigo mismo y porque creo que, después de todo este tiempo, esto es lo que realmente hubiera tenido que hacer, pasara lo que pasara. En fin, quizás suene un tanto melodramático, pero aquí estamos. Y parte de que así sea es que confío plenamente en la experiencia de quienes sí lo hicieron y lo hicieron muy bien, como es el caso de nuestro instructor. Suerte a todos.