Mi proyecto del curso: Escritura de un thriller psicológico
Mi proyecto del curso: Escritura de un thriller psicológico
przez Laura Pérez @shieldmaiden
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Sinopsis de 25 palabras:
Una mujer esquizofrénica encuentra a su novio asesinado en casa. La policía llama a la puerta y se enfrenta a la posibilidad de ser inculpada.
CAPÍTULO 1
Aquel día mi novio y yo cumplíamos un año de relación. Quería preparar una romántica velada, pero al final me quedé yo sola y sin nada que celebrar.
Tendría tiempo suficiente antes de que llegara para comprar lo necesario y cocinar su plato favorito con un buen vino, además de poner la mesa con velas aromáticas, de esas con olor a vainilla, sus preferidas. Debía volver ya a casa si no quería andar más apurada de la cuenta. Por suerte, la cola de la caja del Rewe no se demoró mucho.
Fuera estaba lloviendo. Caminé a paso ligero por la arboleda del parque cercano a casa. El trayecto era corto, pero no quedaba un milímetro de mi cuerpo que no estuviera empapado. Oía el rugir del agua del río, embravecido por la tormenta. Al llegar al cruce que daba al edificio de mi apartamento fui arrollada por una mujer que venía corriendo en mi dirección; ni pidió perdón ni detuvo su carrera.
Me extrañó ver el coche aparcado frente a la puerta: mi chico había venido antes sin avisar. Eso era inusual. Tal vez quiso darme una sorpresa, y eso había arruinado por completo la mía. Dejé las pesadas bolsas en el suelo para sacar las llaves del bolsillo. Estaba todo muy oscuro y silencioso.
«Se le ha debido olvidar algo y salió un momento», pensé. Sentí un mareo repentino, malestar general. Ya tocaba tomar una de las tantas pastillas que me hacían sentir como si me hubiera arrollado un camión. Fui al armario del alijo, pero los botes estaban vacíos. Otra vez se me había ido el santo al cielo.
«Mi amor salió a comprarlas, por eso no está aquí. Volverá pronto, la farmacia está ahí al lado. Además, a estas horas no suele haber nadie.»
Empecé a preparar la cena, pero mi preocupación se acrecentaba a cada segundo sin saber de él. Miré el móvil. Nada, ningún mensaje o llamada perdida.
Marqué su número. Tres tonos, cuatro… No lo cogía. Presté atención al oír una leve vibración en el piso de arriba. Cuando colgué, cesó.
«¿Se habrá dejado el móvil en el cuarto?» No. Le conocía bien. Era más probable que se olvidara de las llaves de casa que de su teléfono… La puerta estaba bien cerrada con doble vuelta. Muy raro.
Toda aquella situación estaba empezando a asustarme. Subí las escaleras mientras le llamaba de nuevo. Esta vez no colgué, para estar segura de dónde provenía la vibración: era en el dormitorio. En el pasillo reinaba la oscuridad. La puerta estaba cerrada, la palpé hasta encontrar el pomo. Algo pringoso humedeció mis manos.
Cuando estuve dentro del cuarto, encendí la luz. Me llevé un susto de muerte al verle tendido en la cama. Se habría despertado tan solo con el vuelo de aquella mosca revoloteando sobre él, pero no lo hizo. El asqueroso insecto vino hacia mi cara con decisión; lo espanté con la mano, y, al verla ensangrentada, de la impresión dejé caer el móvil. Eso impregnaba la puerta: sangre.
El corazón se me congeló de súbito. No quería creer aquella visión: su camisa estaba ensangrentada, tenía una puñalada en el pecho. Justo en ese momento, la grabación de su voz dijo: «En este momento no tengo ganas de atenderte. Si es tan importante, deja tu mensaje después de la señal y te devolveré la llamada… si me apetece».
Al escuchar aquella última broma y recordar su peculiar sentido del humor, fui consciente de cuánto le echaría de menos. Con los ojos estallando en lágrimas, bajé la mirada al suelo. El teléfono yacía sobre la alfombra, al lado del arma homicida: uno de sus cuchillos carniceros.
Estaba en shock, temblaba todo mi ser. Lloré a gritos sobre su cuerpo. Le cubrí de besos sin que me importara empaparme con su sangre. No sabía qué hacer, solo quería una cosa: averiguar quién lo había hecho, para vengarme. Pensé en llamar a la policía, sin embargo, alguien se había adelantado: oí las sirenas aproximándose.
Aparté la cortina de la ventana: había dos coches patrulla frente a la entrada. No podía salir sin ser descubierta, aunque intentar huir solo empeoraría las cosas. Pero no debía temer nada. ¡Era inocente! ¡No le maté! ¡Le amaba!
Me esperarían largas horas de interrogatorios y si no tomaba la medicación sufriría otro de mis brotes psicóticos. Me harían un montón de preguntas, una de ellas sería: «¿Cuándo fue la última vez que se tomó su dosis?». Ni lo recordaba. Cuando no lo hago, todo se nubla en mi mente, se vuelve un laberinto del que no sé cómo salir.
Esa mujer que me encontré en la calle podía haber sido su ex, vi fotos de ella en el cajón de la mesita de noche de mi novio y se le parecía, o eso creo… Pienso que, por alguna razón, seguía viéndola. Quizá ella quería volver con él. A lo mejor quedaban a mis espaldas… ¿Le mataría ella por celos? Seguro que sí. Yo no fui. O no recuerdo haberlo hecho…
¿Puede que sí fuera yo?… Las voces me dicen que haga cosas, pero otras ni las entiendo. En ocasiones se contradicen ellas mismas; unas me dicen que lo maté yo, otras que no. ¿A quién creer? Mi novio me decía que no las hiciera caso, es fácil decirlo cuando no eran reales para él. Pero a veces era él quien no era real para mí. Demasiado bueno para ser verdad.
Le voy a echar tanto de menos… Aún recuerdo el día que nos conocimos en el manicomio donde me internaron: él era mi psiquiatra.
1 komentarz
Gratulacje Lauro! Czytanie tego było bardzo zabawne. Naprawdę wciągnęłaś mnie w tę historię i już teraz zastanawiam się, na ile mogę zaufać temu narratorowi.
Tak jak poprzednio, twój opis biegania w deszczu i mijania kobiety jest bardzo plastyczny. Drobne szczegóły, takie jak telefon wibrujący na górze i jej świadomość, że bez niego nigdy by nie wyszedł, dają nam naprawdę dobre poczucie zbliżającej się zagłady.
I UWIELBIAM twoje ostatnie zdanie! To było niesamowicie skuteczne.
Powodzenia w ukończeniu książki i mam nadzieję, że zostanie wydana. Wielkie dzięki za udział w kursie!
Emilia
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