Ruma
przez malaucagliero @malaucagliero
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Ruma
Te cantó mientras manejaba por el segundo piso del Periférico. Te cantó “Canción para bañar la luna”, a todo pulmón. Por fin tenía a quién cantarle las canciones de cuna que se había aprendido desde que tenía treinta años. Te nombró Ruma, a partir de una vieja leyenda china que leyó unos días después de que comenzaras a moverte en su vientre y su cuerpo se hinchara de agua.
Cada vez que ella manejaba a esa altura de la ciudad podía percibir la amplitud del espacio, observar, como pocas veces lo haría desde su pequeño departamento, la bóveda azul llena de estrellas que tú nunca conocerías, y pensar en cosas como la finitud, la vida y la muerte. Llenarse los pulmones de viento y cantar una canción de cuna con la fuerza de un cantante de punk y la agonía de un blusero. Porque tú, Ruma, le habías llenado no sólo el vientre sino también la sangre de un tráfico hormonal con picos de humor, esperanza, melancolía y ansiedad.
Pero al llegar a casa se acababa tu concierto. Estaban en plena pandemia y él, sin empleo. En sus cuatro décadas vividas nunca habían pasado por una situación como ésta. Lo venidero era confuso, debían estar atentos y avanzar como cuando hay neblina en el camino. Es cierto que a ambos se le iluminaron los ojos el día que descubrieron que te habían creado, pero días después a él se le desencajó el alma del cuerpo. Ella dejó de recibir sus caricias, a las que estaba tan acostumbrada. A él, le cayó el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Ella tenía la ventaja del lazo natural que las unía, en cambio él se sentía a kilómetros de distancia de ambas. Se le complicó amar lo no sentido, lo inesperado. Se les complicó a ambos, Ruma. No fue fácil. Sabían de roles y responsabilidades, pero no de cómo expresar los sentimientos más sinceros. El miedo a que la relación se derrumbara los hizo convivir en silencio.
Ella no dudó de hablar de ti con cada persona que llamaba o mensajeaba. Necesitaba reafirmar tu existencia en cada felicitación. Él, en cambio, dijo que prefería esperar. Y para prolongar ese tiempo comenzó a caminar lento, arrastrando los pies, bajando los hombros, hablando bajito y creando villanos que complicaban su vida.
El día que ella entró a la sala de ultrasonido se emocionó al escuchar tus latidos, mientras él afuera, tejía ovillos en su cabeza. Ella salió corriendo a contárselo y se abrazaron. Fue tanta la proximidad en ese abrazo, que sus corazones hablaron. Tú les susurraste la verdad a sus almas. Ruma, eras la sabiduría concentrada. Eras tan real que ya no pudieron barrer las verdades bajo la alfombra del departamento. Alguno de los dos debía hacer algo, reaccionar, decir una verdad a tiempo. Pero seguían escogiendo el silencio. Entonces tú, Ruma, tuviste que actuar y elegir lo más honesto. Sin más, tomaste la decisión esa misma tarde. Ella pasó dos noches de cólicos intensos. Su pelvis era una incubadora que quería mantenerte cálida y cómoda, pero la fuerza que nace de los latidos propios que no había aprendido a escuchar, quería evacuarte. A su lado él dormía soñando con mundos oscuros y enredados.
Al tercer día de dolores fuertes, ella le pidió ver a una doctora de urgencia. Mientras introducían el frío gel en su vagina, se tomaron fuertemente las manos y pensaron en ti, cada quien a su manera. Ella creyó que al verte en el monitor, él también tendría la necesidad de cantar con locura una canción de cuna. Pero ni eso, ni los mares y bosques que fantaseaba con mostrarte, se harían realidad en el futuro. La doctora lo confirmó, tus latidos se habían apagado por completo. Él suspiró y exhaló largo y lento, ella se derrumbó y ya no pudo oír lo que le dijeron los médicos.
Horas después, regresaron a su departamento. Esa noche durmieron separados y reinó otra vez el silencio. A ella le sonaba una y otra vez la misma frase en su cabeza: “Cuando algo cambia de lugar, todo a lo que está ligado debe moverse hacia otro lado”. Ruma, la ausencia de tus latidos había transformado a ambos: él volvió a acariciarla y a caminar erguido, mientras, ella dejó de cantar y comenzó a tejer ovillos en su cabeza.
6 komentarzy
katsarospetra
W kilku akapitach dobitnie przekazałeś uczucia tych dwojga ludzi: miłość matki, jej straszliwy ból, jej ostateczną samotność oraz udrękę ojca i jego niewypowiedzianą ulgę… I podkreśliłeś, jak to jest cenne i niezastąpione. małe życie.
To bardzo smutne, ale piękne. Gratulacje.
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malaucagliero
@katsarospetra dziękuję za komentarz i trafną wizję postaci. Jeśli to prawda, że historia podkreśla wartość życia, ale i śmierci. Bez jakichkolwiek pozorów moralistycznego dyskursu dotyczącego aborcji.
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katsarospetra
@malaucagliero Chéjov powiedział, że prawdziwy pisarz nie powinien moralizować ani oceniać działań swoich bohaterów, powinien po prostu pokazywać życie takim, jakie jest, ale aby czytelnik poczuł, jak „powinno być”… Pozdrowienia z Chile.
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s_sanchezalfonso
Podobało mi się wiele. Szczegółowo opowiedziana historia, myśli, uczucia i emocje związane z sytuacją, w której w grę wchodzi to, co ulotne. Wszystko jest podatne na zmiany, niepewność jest częścią życia, jak śmierć… nic nie pozostaje.
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malaucagliero
Nic nie pozostaje. Dziękuję Alfonso za przeczytanie mnie i za twoje słowa. Cieszę się, że to lubisz. Pozdrowienia
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albertochimal
Prowadzący PlusCześć. Bardzo dziękujemy za udział w kursie i gratulujemy ukończenia go. Mam nadzieję, że to, co zobaczyliśmy, służyło wam i nadal wam służy.
Właśnie przeczytałem "Ruma" i zostawię Wam kilka komentarzy. Jak zawsze mówię w takich przypadkach, nawet jeśli niektóre komentarze nie są pozytywne lub nie skupiają się na tym, co najbardziej Cię interesuje we własnym tekście, proszę nie brać ich w niewłaściwy sposób. Weź pod uwagę, że są one tworzone z zamiarem pomocy w dalszym doskonaleniu Twojej pracy i że w każdym przypadku są opcjonalne. Ty decydujesz, co uważasz za przydatne, a co nie, ile jest zalecane.
Jeśli ich nie znasz, zostawiam ci trzy rekomendacje historii o związkach (a zwłaszcza kobietach) i ich problemach; Wszystkie mogą być pomocne podczas przeglądania Twojej historii.
[*]„Wzgórza jak białe słonie” Ernesta Hemingwaya
[*] //www.lashistorias.com.mx/index.php/archivo/cabecita-blanca/]"Cabecita blanca" Rosario Castellanos
[*]„Ptosis” autorstwa Guadalupe Nettel
Jeszcze raz dziękuję i życzę powodzenia i powodzenia w przyszłych przedsięwzięciach.
@malaucagliero
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