Autobiografia (Basada en la novela de Enrique Jardiel Poncela)
Desde el nacimiento al día de hoy...
Nací como muchos sin ser planeada ni esperada, la noche del 31 de Julio de 1979, a 15 minutos antes de nacer el 1 de Agosto. Me bautizaron en la Iglesia con arreglo a sus ritos, en Tacátzcuaro Michoacán pero nací en la Ciudad de México y viví en Tlatelolco por 30 años.
¿Cuál de las dos regiones pesa en mi corazón? Es difícil hallar la clave del misterio... Tal vez pesa Michoacán cuando me pongo seria, y cuando estoy alegre tal vez pesa la Ciudad de México.
Mi vida infantil se desarrolló en un medio esencialmente artístico e intelectual, y en fuerza de convivir con la intelectualidad y con el arte, he aprendido a no concederles importancia.
Crecí todo lo que he crecido ancho y largo rodeada de libros, periódicos, radio, música, noticias, revistas de manualidades y recetas. Tuve nociones de que había pasado en la plaza de las Tres Culturas en 1968 antes de si quiera pensar en muñecas.
La sombra azulada de mi abuelo, se extendió sobre mi pubertad inculcándome el buen gusto, la delicadeza y la melancolía.
Fui siempre una niña solitaria y distraída. Y en mi vida de escolar se yerguen dos odios indomables: las matemáticas y la educación física; nunca pude soportar aquel short de resorte grueso y mal hecho que nos hacían poner, y correr a modo inútil de esquina a esquina. Tampoco nunca pude admitir el que la "suma de los ángulos da un triángulo sea igual a dos rectos". (Y aun hoy, me resisto a admitirlo.) En cambio, constituía mi felicidad hacer alguna actividad manual o artística. Aunque mi ingenio por desarrollar y mejorar técnicas para hacer acordeones y copiar en clase, me hizo hacer siempre un buen papel y obtuve buenas notas en los exámenes.
Del primer colegio nunca olvidare a mi maestra Cuquita un calvario, su clase, pasaba horas en el baño para acelerar el tiempo y poder salir con vida.
De la preparatoria (vocacional no.11) dos buenos recuerdos conservo: el haber comenzado ahí mis ideologías políticas y demás creencias habiendo organizado un pequeño periódico que hacíamos para contribuir con cultura y panfletos de protesta. Promovimos algunas marchas, huelgas, apedreamos algunas instituciones, llevamos carteles, visitamos escuelas, marchamos y gritamos algunas protestas, algún 2 de Octubre. Era aquella época en los estudiantes no estudiábamos, es decir, sabíamos ser estudiantes. Lo malo es que pasó demasiado pronto.
A continuación, comencé mi vida en el mundo laboral...
Admiro y admiraré siempre a las personas que aún desde la posición que se encuentren dentro de su empresa, tengan la sencillez de compartir sus conocimientos. En mi primer trabajo conocí a las personas necesarias para cambiar mi vida, y el agradecimiento será infinito.
Gano mi dinero honradamente, con el trabajo de mi cerebro, lo es poco frecuente entre gente de pluma (literatos y avestruces). Me levanto y me acuesto tarde, pues no creo que Dios ayude al que madruga; ahí están las gallinas que, a pesar de que se levantan con el alba, envejecen poniendo huevos para que se los coman los demás y acaban muriendo en la cazuela.
Así seguiré viviendo hasta que comience a vivir de otra manera.
Retrato Físico.
Cómo de los fotógrafos y selfies uno no puede fiarse nunca es para lo que estampo el retrato físico.
No soy fea, pero tampoco soy una super modelo, no soy talla 5 con decisión y con muchos trabajos a base de pasar hambre y horas en la caminadora he logrado llegar a la talla 9 a lo mucho 7 y a sido uno de los momentos cumbre de mi vida.
Por más que evite toda clase de tentaciones mi cuerpo es así grande, no soy una mujer menudita y deshilachada, no soy una enana pero tampoco mido cuál garrocha. Pienso sinceramente que mi época si hablamos en curvas debió haber nacido en los años 60tas y yo hubiera sido una S E N S A C I Ó N.
He tenido las experiencias donde hombres con bajo perfil, o digamos con aires de Napoleón se intimidan conmigo y dos que tres veces me ha tocado escuchar "estás muy grandota" a lo cual mi mente procesa de inmediato y me imagino enorme pisando edificios y calles por Nueva York o alguna ciudad como Godzilla.
Queridos amigos, por mucho tiempo me acompleje por ello pero ahora disfruto mucho de mi cuerpo con curvas y si en una de ellas se van demás, hasta se pueden estampar en la pared.
Mi cabello es obscuro y abundante, así que por lo general debido al tiempo que me llevaría peinarlo pocas veces lo hago.
Soy de huesos anchos grandes: 12 grados menos proporcionado que "Barbie" y 25 grados más proporcionado a "Tongolele" . Soy hábil para toda clase de trabajos manuales. (Me gusta el campo, el aire libre, la pizza, el queso, las papas fritas, y un montón los animales).
He dejado la carne aunque suene a una moda del momento quiero pensar que en algún momento de la vida se vea como un acto del siglo pasado haber consumido carne o algo que tuviera ojos, garganta, y cola.
Disfruto de unos músculos resistentes, no hay esfuerzo físico que los haya humillado. Con la mano derecha sostengo casi los 100 kilos y con la izquierda 56, y con las dos manos sostuve el refrigerador de mi casa cuando me mude.
(He viajado a pie, en auto, en bicicleta, en avión y en lancha. He cruzado túneles a oscuras andando, y he soportado veinte minutos de acrobacias áreas cuando me aventé del paracaídas).
Me siento capaz de injerir un tequila "solo", sin que sea turbada mi elocuencia. Duermo con la tranquilidad de los justos aunque de ves en ves me despierto sin razón a la famosa hora del diablo 3:00 am. Y del sueño me produce dos efectos curiosos: me relaja, y me ondula el pelo.
Físicamente, por lo dicho, he reunido bastantes digamos elogios, no como para sentirme un Beatle pero si lo suficiente para llegar un día y no querer atraer más personas que solo quieren pasar una noche conmigo.
No es que sea una mujer que le guste siempre la vida con compromiso, pero digamos que he llegado al cansancio y a la aburrición los mismos mensajes, las mismas preguntas tontas, en fin. Evito ya entablar relaciones por fotografía y pretendo vivir más en la realidad que es lo más sano.
Retrato moral.
Con respecto al carácter, soy un sentimental y una romántica incorregible. Pertenezco, aun cuando tal declaración produzca cierta extrañeza, al grupo de los "Románticos".
Naturalmente que, en el fondo como todos los románticos y los sentimentales, soy sensual, pues el romanticismo no es ni la aleación de la sensualidad con la ida de la muerte. Pero eso no quita que adore las puestas de sol y las noches estrelladas; para que, instintivamente, busque la dulzura y muchas de las simplezas inherentes románticas y sentimentales.
Me gusta tratar bien a los humildes y tratar mal a los que se hallan situados en la parte alta del "tobbogan" de la vida. Odio los faustos, y si las leyes no existieran, dedicaría las tardes de los domingos a asesinar a tiros de pistola a todos los faustos que conozco. También asesinaría a los que ahuecan la voz para hablar. Y a los que hablan alto sin ahuecar la voz. En resumen: asesinaría bastante gente.
Soy alegre, pero a veces me pongo triste tengo "días grises", para combatir. Es decir: soy a ratos optimista y a ratos pesimista, como persona verdaderamente sensible, ya que la vida, en suma, no es más que un torbellin vertiginoso de reacciones.
Soy vanidosa. Soy buena algo buena un poco buena..Soy sincera, sin embargo en las cosas pequeñas, miento mucho; miento por el placer de mentir. Dentro de mi vanidad, disfruto de una gran modestia y así los elogios, al tiempo que me agradan, me llenan de confusión y vergüenza.
La opinión ajena me tiene perfectamente sin cuidado, lo que los demás murmuren de mí no me ha hecho mi me hará variar jamás mi conducta.Pero cuando he sabido que una persona me difama, la he retirado el saludo de un modo automático. Con este sistema, que recomiendo, me he suprimido el trabajo de hablar con mucho imbécil. Po lo demás, nunca me ha asustado ponerme enfrente de los prejuicios sociales.
Tengo un alma que se apasiona por ráfagas, pero el Destino y las ráfagas de desapasionamiento no han permitido que mi corazón saciase nunca por completo su rabiosa sed de ternura. Soy variable y mudable, como las nubes; lo que me alegra unas veces, me entristece otras y viceversa. He vivido siempre a la ligera, sin preocuparme demasiado de los problemas que me salían al paso, y sin asustarme nunca de los conflictos que mi propia ligereza me creaba, porque siempre he creído que la existencia es un juego de azar y sólo los perturbados se obstinan en regir el azar con las leyes del cálculo y del razonamiento. La Naturaleza me ha concedido una enorme resistencia nerviosa y una fuerte presencia de ánimo para resolver esos momentos decisivos que la existencia nos prepara detrás del biombo de las circunstancias. Y por su parte, éstas se han recreado en brindarme "momentos decisivos".
Opiniones, costumbres y creencias
El hombre a quien más admiro, al que considero como el más importante del mundo, en el pasado y en la actualidad, es a Juan Rulfo verdadero genio de todas las épocas.
Me gusta charlar, porque la charla es uno de los placeres más arrobadores que nos legaron los griegos; pero procuro charlar poco con grandes artistas para no embrutecerme. Los animales domésticos me atraen, como atraen las playas de moda.
Respecto a la vida, encuentro que, a semejanza del Mississipi, es demasiado larga. Demasiado larga, porque basta volver la vista atrás para resumir cinco, seis, diez años en un solo instante de placer o de dolor; lo demás se ha esfumado, ha desaparecido, no existe, o -lo que es lo mismo- no necesitaba haber existido nunca. Y es también demasiado triste: tan triste, que todo lo agradable de la vida tiende a hacer olvidar que se vive.
Viajar me seduce. Con la sola presencia de un tren, me abrazo en la impaciencia de irme a algún sitio.(A veces, también me abrazo con una bolsita de dulces.)
Me gusra bastante al "cine", las cosas buenas que veo en él me parecen superiorísimas. En el trabajo soy constante. Rara vez se pone el sol sin que haya editado alguna imagen o dibujado algo. Diseño al mediodía y, a veces, también por la tarde, y a veces, también por la noche. Aborrezco los chistes sucios (doble sentido) y chistes escatológicos, tan del agrado de casi todo el mundo.
Respecto a los grandes problemas del "más allá", tengo ahora ideas que no se parecen en nada a las que tuve en un principio. En la adolescencia y comienzo de la juventud, fui una gran espiritualista y hoy el espiritualismo me arranca bostezos de hora y cuarto. Entonces, la contemplación de un cadáver me hundía en profundas meditaciones, y me hacía preguntas, y me imaginaba repuestas, e incluso creía ver, en el vidrio entelado de aquellas pupilas, reflejos misteriosos de Regiones Inaccesibles. Hoy contemplo un cadáver y no se me ocurre decir más que: --Está muerto.
No entiendo una palabra -ni una nota- de Música. Por ello, me gustan las melodías cursis, los boleros ramplones y los tangos ratoneros. (El lector comprenderá en seguida que me seduce la música de Carlos Gardel, Agustín Lara.) Por equivocación tarareo, mientras me visto.
El amor y los hombres.
En amor procedo exactamente igual que las demás mujeres, y apenas si me diferencia de ellas en que siempre he huido de pronunciar palabras soeces. He salido con músicos, payasos (literal) y casi locos.
Un hombre que no se acomoda a nosotras tiene menos valor que un lavafrutas; porque "el hombre ideal", que ilumina nuestra existencia y la simplifica y la allana, es acreedora a todo pero "el hombre real", que nos la oscurece, y la complica, y la llena de obstáculos, únicamente merece que lo tiremos por el hueco del ascensor.
No soy una feminista: sin la compañía, sin la presencia de los hombres no podría vivir; me gustan por encima de la salvación de mi alma. Lo que no hago, al menos por ahora, es entregarles el corazón, porque cada vez que lo entregué me lo rompieron en pedazos, y lo necesito entero para la metódica circulación de mi sangre. (Los hombres o nos rompen el corazón porque dejen de amarnos o nos rompen el corazón mostrándosenos, de pronto, meridianamente distintos a como los creíamos.) Mi conducta es, pues, con respecto a los hombres, igual a las de las amas de casa, que no dejan la vajilla buena en manos de la criada que acaba de llegar del pueblo, porque saben que se la descabalarían. Y, en cambio, se la confían sin miedo a una doncella experimentada.
Acabaré esta parte de los hombres con dos observaciones intrascendentes:
Primera.- Como más me gustan las hombres es honestos. Segunda.- Una vez honestos, como más me gustan los hombres altos y con carácter.
Resumiendo la autobiografía: soy una persona feliz.
Igual me hace feliz ver como el sol inunda las calles con su luz inimitable que me hace feliz ponerme un vestido rojo. El "mecanismo" de mi felicidad se plasma perfectamente en el pequeño bosquejo de vida que escribo a continuación: "Son las diez de la mañana. Salgo de casa. El sol de la mañana me acaricia la piel. Ensancho el pecho, respiro a gusto. Luego echo a andar calle abajo silbando una cancioncilla. Pasa un automóvil, le hago un regate. ¡Qué bien! Me encuentro agilísima... Los árboles tienen un verde brillante. ¡Vivan los árboles verdes! Un perro olisquea la fachada de una casa. Lo llamo, le hago una caricia; el perro menea el rabo. Los perros... ¡qué simpáticos son los perros! Más allá juegan unos niños. Uno de los niños sonríe, el otro llora con furia. ¡Je! Tienen gracias los chicos, ¿eh? Sigo adelante cada vez más contenta. Una muchacho guapísimo avanza. ¡Dios! ¡Qué guapo es! ¡qué guapo es! ¡Qué ojos! ¡Qué boca! ¡Vivan las hombres guapos y bien perfumados! Adelante... Llego a un café soleado y tranquilo. Me sirven el café. Tomo un sorbo. Está estupendo. Pido una rebanada de pastel, ¡Que delicia! De chocolate, ¡puf! ¡otro kilo más! pero esta ¡delicioso!. Debo de tener los pantalones cada ves mas ajustados, pero ¡qué delicia! ¡Ea!, a tomar fotos, a ver la vida de colores con el optimismo supremo y el ojo para buscar nuevas imágenes nuevos rostros.
"¿No hay razones para ser feliz?".
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