Ser multitalento: ¿ventaja o desventaja profesional?

¿Sentir muchas pasiones a la vez es bueno o malo? Aprender a canalizar tus talentos hacia una misma meta: el éxito

Hace un tiempo vi en en alguna cuenta de Instagram una imagen con la palabra Inquieta, acompañada de la frase: “porque muere lo que quieto se queda.” Qué diferente es esta acepción —que aquí tiene connotaciones positivas— a la que se tiene cuando este adjetivo va acompañado de las palabras artista, creador o creativo. En ese contexto, la misma palabra se convierte en algo como “persona dispersa, que no sabe lo que quiere, que pierde rápidamente el interés y el foco, que cambia demasiado de opinión, voluble”, etcétera.

Efectivamente, es muy habitual que estas personas sean de naturaleza inquieta o, lo que es lo mismo, curiosas, con alta sensibilidad, receptivas, que encuentran ideas en cualquier cosa sin venir a cuento, con la mente siempre despierta. Si estas cualidades no tienen en teoría nada de malo, ¿por qué a veces son percibidas como algo negativo? Según mis investigaciones, estos son los motivos:

La especialización se valora más

Toda la vida nos han dicho “tienes que escoger, no se puede tener todo”. Pero entre tenerlo todo y tener más de una cosa hay un gran abanico de posibilidades. Sin embargo, desde bien pequeños nos preguntan: “¿Qué quieres ser de grande?”, como si lo que nos define fuera solo nuestra profesión, o como si solo pudiéramos tener un trabajo para toda la vida.

El origen de la especialización está relacionado con la industrialización y el surgimiento del sistema educativo que hoy conocemos. Después de la Primera Guerra Mundial, el poder económico disponía de las fábricas que habían provisto productos durante la guerra a los soldados, y que había traído grandes beneficios a unos pocos para quienes cerrarlas y dejar de ganar dinero no entraba en sus planes. Por este motivo pensaron en la manera de seguir sacándoles partido, y para ello necesitaban generar una alta demanda para mantener su producción, bajar costes, crear necesidades en el mercado y obtener mano de obra barata que hiciera posibles sus planes sin dar muchos problemas ni cuestionar al sistema.

La escuela fue el lugar donde se podía “programar” a esas personas. Así, nos convertimos en el fruto de una era: nos han formado para no pensar, para trabajar sin quejarnos, sin cuestionar. Nos instruyeron para especializarnos y así ser más eficientes, productivos y rentables, independientemente de si el trabajo nos gusta o encaja con nuestros talentos naturales. Nos han hecho creer que todos somos iguales, con las mismas necesidades, y que todo lo que se salga de un estándar no es “normal” y debe ser penalizado. Por eso, no es casualidad que el origen de la psicología, los libros de autoayuda y los ansiolíticos nacieran en el mismo momento histórico.

Pero lo cierto es que todos y cada uno de nosotros somos diferentes, igual que nuestras huellas dactilares, y evolucionamos y cambiamos a lo largo de nuestra vida. Desprogramarnos y reaprender debe ser el objetivo de todo profesional, principalmente de los creativos.

Al cerebro le da pavor el cambio

Cambiar es posible, pero difícil, y no sólo por cuestiones educativas. Nuestro cerebro está diseñado para sobrevivir, no para ser feliz, por eso no le gustan los cambios: representan un riesgo de muerte. Al cerebro le da igual que tu vida sea triste y dura siempre y cuando estés vivo. Ese tipo de supervivencia es la conocida “zona de confort”, ésa en la que el corazón te late, aunque lo haga despacio.

Por ello, cuando queremos cambiar algo, aunque nos haga mucha ilusión, nuestro cerebro es capaz de inventarse mil y una excusas y razones físicas y mentales para frenarnos. La buena noticia es que actualmente, gracias a los avances en neurociencia, cada vez conocemos más maneras de sabotearlo, y los creativos y artistas son prueba de ello: este perfil vive, sobre todo, a través del hemisferio derecho de su cerebro —el emocional—, que es el que se activa cuando hacemos una actividad que nos da placer y que tiene una característica particular: no tiene relación con la noción del tiempo. Así, sin darse cuenta, dan esquinazo al hemisferio izquierdo —el racional— y neutralizan los frenos mentales.

Ventajas de ser multitalento

De los pros de esta habilidad se habla poco.

De lo que se trata es de encontrar la forma de poner a tu favor esta parte de tu naturaleza y saber identificarla, conocerla y gestionarla. Para lograrlo, algunas de mis sugerencias son:

- Identificar cuáles son los talentos que más vale dejar en el nivel de "pasatiempo"
- Atreverse a explorar diferentes negocios
- Distribuir bien el tiempo entre distintos proyectos
- Aprender técnicas de gestión del trabajo y el tiempo

Define tu propia estrategia de negocio basada en el multitalento

Si has decidido que quieres intentar andar por el camino de los talentos y pasiones múltiples, lo primero a saber es que éste será mucho más lento que el camino de la especialización. Puede ser igual de satisfactorio, incluso más, pero siempre será más largo, y eso es otro reto para nuestra mente: las personas necesitamos etiquetar, definir, meter en un marco específico todo aquello que conocemos, pues esto nos da sensación de control y seguridad. Es un automatismo.

Por ello, lo recomendable es que sigas un proceso establecido: al principio la prioridad debe ser ganar visibilidad, que el mayor número de personas conozcan tu trabajo lo antes posible. Si por ejemplo te gustan la cerámica, la ilustración y la moda, no empieces tu negocio haciendo los tres productos. Elige uno, y cuando te conozcan bien por éste, tengas una comunidad suficientemente grande y cierta estabilidad financiera, anuncia poco a poco el resto de tus talentos, vigilando que entre todos haya un hilo conductor, de forma que puedas ir construyendo tu propia marca personal.

Buen pronóstico para profesionales multitalento

Cada vez más analistas de mercado, economistas y sociólogos proyectan que, debido a la llegada de la inteligencia artificial, las personas multidisciplinares serán las más buscadas por las empresas, precisamente por su manera natural de mezclar cosas, adaptarse e innovar, así como por su capacidad para ofrecer servicios más relacionados con necesidades emocionales. No sería la primera vez en la historia que los “locos” se convierten en los “normales”.

El reto aquí está en encontrar la manera en que como sociedad aprendamos a sacar provecho de las formas de operar de todos los demás. Por ello, encuentra la manera de realizarte, investiga, aprende y sobre todo prueba y practica. Aprende a vivir siempre en aprendizaje continuo.

Artículo redactado por Mònica Rodríguez Limia (@rodriguezmon), mentora, formadora, autora y speaker. Especialista en negocios de creadores y creativos y en slow business. Fundadora de Empresas Creadoras. En Domestika imparte los cursos Gestión del dinero y finanzas para creativos y Modelos de negocio para creadores y creativos.

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