Tesoro Impreso
by Sergio Prada @mrafropowa
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Es increíble la cantidad de cosas fascinantes que puedes encontrar en un país que no es tu lugar natal. Gente nueva, comida con diferentes sabores, tiendas peculiares, o lugares con tesoros impensables. Es precisamente en este último punto donde quiero enfocarme para lo que voy a contar.
Transcurría el año 2008, recuerdo encontrarme viviendo en los Estados Unidos como estudiante de intercambio en la escuela. Todo lo que mis ojos veían era nuevo. Nunca había vivido solo; sin embargo, ahora a mis 16 años de edad, partía hacia un país diferente, alejado de mi familia por primera vez.
Siempre he sido muy observador, razón por la cual mis ojos aman juguetear con su entorno. Miran de aquí a allá, de arriba abajo, de izquierda a derecha; en busca de un imán que los detenga en algo desconocido.
Para aquel entonces recuerdo estar en una feria gastronómica, sin pensar en encontrar nada diferente a aquellas delicias culinarias de las que ya no tengo memoria, debido a lo que estaba por pasar. Luego de un tiempo, esta experiencia estomacal llegaba a su fin, razón por la cual, la familia con quien me estaba quedando en aquel momento y yo debíamos partir hacia nuestro hogar.
Al caminar hacia el automóvil, mis ojos, curiosos como siempre, se encontraron con una construcción de aspecto más antiguo a las demás. Se trataba de una librería, con arquitectura que a primera vista podría decirse pertenecía a la época colonial norteamericana.
De inmediato sentí que debía ir allí, así que le dije a Robert, el hijo de la familia, que me acompañara a echar un vistazo, evitando así que la familia tuviera prisa de irse.
Viene a mi memoria un recuerdo muy vívido de aquel lugar tan llamativo. En su exterior si bien su fachada era colonial, tenia unos ventanales gigantes de pared a pared, adecuados para poder ver a su interior desde la calle, así como para una mejor iluminación una vez dentro.
Al ingresar era incluso más fascinante que el exterior. Miraras por donde miraras había vitrinas, fabricadas para mimetizarse con el estilo antiguo de la fachada exterior, todas ellas repletas de libros de distintas épocas y géneros literarios, todos muy bien cuidados y mantenidos.
Ojeando y detallando algunos ejemplares de literatura fantástica, el cual es mi género favorito, recuerdo detenerme de golpe, estupefacto y sorprendido, al divisar una pequeña sección apartada en una esquina de la librería. Allí estaba, el imán visual que hizo detenerse a mis ojos inquietos.
Se trataba de una vitrina giratoria, mucho más pequeña que las demás y bastante más sencilla. Era rústica y hecha de metal, contaba con cuatro niveles, cada uno de ellos para colocar unos 4 o 5 ejemplares literarios, en ella no encontré libros, novelas o revistas; había algo para mi mucho más interesante; se trataba de un tipo de literatura, si se puede llamar así, propia de Japón, eran tomos de manga del país del sol naciente.
Desde que era un niño pequeño, mis ojos habían presenciado y disfrutado del peculiar y llamativo arte animado, propio de tierras niponas. A través de mis globos oculares miles de fotogramas habían cruzado, sirviendo como puente para llegar a mi mente. En ella a partir de aquellos trozos de animación, se gestaba un mundo que, aunque no es tangible en el plano físico, allí se volvía real, al tiempo que se fundían y convertían en una parte importante de mi ser.
Recuerdo en aquel momento sentirme sumamente impresionado al saber que podía encontrar aquellos dibujos, no solo en la pantalla de mi televisor o computador, sino también en forma escrita e ilustrada, de manera impresa, lista para ser leída.
Para ese entonces, ya conocía los comics norteamericanos; sin embargo, los japoneses eran notablemente diferentes. Tenían tantas páginas como un libro, contaban con una portada ilustrada en su totalidad, era natural que al verlo creyera que se trataba de una versión puramente escrita de la historia, tal ves una novela ligera.
Agarré aquel ejemplar, noté que extrañamente su portada y contraportada se encontraban al contrario de lo acostumbrado en cualquier libro occidental, en donde debería empezar estaba su contraportada y al final su portada. En dicha portada había un niño, de unos 12 o 13 años, con ropajes característicos de comunidades indígenas estadounidenses, una expresión seria y mirada penetrante, en su mano sostenía una máscara color rojizo hecha en cerámica. Arriba de esta ilustración se leía Shaman King.
Al abrir aquel ejemplar desde la parte que yo consideraba era el inicio, me topé con unas instrucciones que decían:
“Estas leyendo al revés. Este manga se publica en la dirección
Original del japonés, ese es el final del tomo.
Las páginas deben leerse en sentido oriental, para leerlo
Sigue el diagrama.”
Pude ver un diagrama ilustrado a la izquierda de aquel texto, este indicaba que debía seguirse un sentido de lectura inusual en este lado del mundo. Si bien se leía de arriba a abajo, el contenido debía seguirse de derecha a izquierda, explicando así el porque la portada se encontraba del lado contrario a lo que yo estaba acostumbrado.
Me disponía a empezar a leerlo, iniciando un trance desde la primera página, sumergiendo mi mente en este nuevo universo, empezaba a fusionarme con cada viñeta y texto, a ser parte de la historia. Sin embargo, este trance no duro mucho, ya que Robert lo rompió de golpe haciendo que regresará a la librería, me dijo que debíamos irnos.
No podía dejar aquella experiencia inconclusa, le pedí que hiciera lo posible por dejarme estar allí un rato más. Él, esbozando una sonrisa, entendió lo que yo quería realmente, dijo que agarrara el tomo de Shaman King y lo llevará al mostrador para alquilarlo. Para mi sorpresa, esta librería pertenecía a una cadena de librerías, a las cuales Robert estaba inscrito.
Recuerdo haber disfrutado aquel manga como si fuera un niño pequeño de nuevo. Aquella primera experiencia cultivo en mi un gusto por el manga impreso, que hasta el día de hoy conservo.
Heme aquí, unos meses después de aquella primera impresión.
El verano esta por empezar y con él están llegando nuevas experiencias a mi escuela. El día inicia como de costumbre, pero algo se siente diferente. Hay un ambiente pre-vacaciones en el aire; una mezcla entre el estrés y prisa de los exámenes de final de año, con la ansiedad y emoción del último día de clases, cada vez más cerca.
Este día en particular tiene algo más que contar, lo siento en mis huesos. Nuestra profesora nos lleva a la biblioteca de la escuela, algo totalmente nuevo aguarda allí, algo que hizo que los pensamientos de todos los chicos de la clase resonaran en armonía.
Efectivamente, esto no estaba aquí ayer, hubiera notado algo tan llamativo en la biblioteca. De la noche a la mañana aparecieron cuatro estanterías agrupadas una frente a la otra, cerrándose para dibujar una especie de habitación, llenas todas ellas con interesantes obras literarias enfocadas a los adolescentes y jóvenes.
Me invade la curiosidad, debo ver lo que hay allí, de seguro nuevas joyas literarias me esperan. De repente me encuentro sintiendo de nuevo aquello, mis ojos otra vez se encontraron con el imán visual, aquello que meses atrás empezó a ser parte de mi. En una de esas estanterías, en cada uno de sus niveles, con sus portadas apuntando hacia mi, me encontraba de nuevo con aquellos comics nipones.
Nunca creí que las tierras norteamericanas, en las que vivo justo ahora me pudieran haber dado dos de los mejores momentos de mi corta vida, ambos relacionados a una cultura ubicada a miles de kilómetros de distancia.
Veo de nuevo los ejemplares, mi corazón revolotea y se exalta al ver que, a diferencia de la librería donde me enamoré de ellos, esta vez no eran para alquilar, sino eran ejemplares a la venta. Mi mente solo piensa en poder encontrar cual de ellos llame profundamente mi atención y sea el indicado para llevarlo a casa, pues no cuento con mucho presupuesto.
¿Será este? ¿quizás este? ¡Hay tanto de donde elegir! Desearía llevarme la estantería completa. Varios minutos pasan, ojeo, agarro y reviso varios tomos, algunos en repetidas ocasiones, hasta que llega a mi uno bastante particular.
Era de una serie animada que llevaba siguiendo hace unos años. Este tomo en particular contiene una mini historia jamás vista en animación hasta el día de hoy. Se trata de Las crónicas de Kakashi. Esta historia para mi era desconocida, ya que no había tenido su versión animada; a pesar de estar ubicadas en una parte de la historia, la cual si fue animada hace bastante tiempo. He encontrado un tesoro único.
¡Debo comprarlo! Necesito saber que sucede. Quiero adentrarme de nuevo en otra historia poco a poco, con la mayor calma posible, ojear cada pequeño detalle, hasta que ese mundo shinobi también haga parte de mi.
Llego a casa luego de la jornada estudiantil. He comprado el ejemplar que quería y me siento feliz. Viene a mi mente el recuerdo de aquel primer día, dentro de aquella librería. ¡Quiero tener ese tomo de Shaman King!
Se que ahora no es posible, pero estoy seguro que en algún momento podré tenerlo y recordar aquellos momentos dentro de la librería colonial. Me imagino allí en algún sitio de mi hogar viéndolo disponible para mi, como si hubiera estado esperándome durante tantos años.
Será de vuelta en Bogotá, mi cuidad natal y donde he vivido casi siempre, aquella ciudad bipolar, a veces gris, a veces llena de color, llena de intrigas y recuerdos. Estaré en mi apartamento al norte de la ciudad, con tres habitaciones y dos baños, solo para mi o quizás para mi junto a mi pareja, eso aún no lo sé. Lo que si sé es que tendré diferentes espacios para entretenimiento, trabajo y descanso.
Doce años habrán pasado desde ahora. Un poco más de una década desde aquel primer vistazo de entrada al mundo fantástico que amo. En una biblioteca tendré mi colección, entre aquellos tomos estarán seguramente mis series favoritas, junto a uno que otro tesoro obtenido con el tiempo. No obstante, Shaman King aún no estará allí.
Afortunadamente la serie tendrá una resurrección inesperada, con una reimpresión de sus mangas, haciéndola surgir de sus cenizas. Gracias a ello, la publicación de los tomos volverá, esta vez en formato doble con rediseño de portadas.
Por fin lograré tener conmigo el primer tomo de aquella serie, la cual encontré en tierras lejanas cambiando mi vida para siempre.
Lo admiraré y regresaré en el tiempo con cada viñeta, globo de texto, descripción y dibujos, haciendo por fin realidad el sueño de aquel chico. Sueño que comenzó en tierras desconocidas, pero que llega hasta este lugar enteramente familiar, fascinante y a la vez propio. Culminando de una vez por todas la búsqueda del más grande tesoro.
2 comments
shaun_levin
Teacher PlusReading this was like going on a shamanic journey! You structure the piece very beautifully, like the hero's journey: leaving his country, making discoveries, having to make choices, then returning home with the treasure! I like the idea that we have to leave our comfort zone and what is familiar in order to find that treasure! Thanks for sharing this, Sergio.
Keep the pen moving in 2021!
mrafropowa
Thank you very much for your comment Shaun. It really motivates me a lot to stick with what you say in it. My pen will keep moving!
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