Bajo el cielo de Vargas
by spector.carla @spector_carla
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Si bien cada especial que hacemos en vivo genera algo de nerviosismo, esa mañana me sentía particularmente ansiosa. Repasé en mi mente una y otra vez el caso para asegurarme de que no se me escapaba nada. Le escribí hasta el cansancio a mi productora para chequear que todo estaba bajo control. Quizá me sentía muy involucrada con la historia. Me resultaba abrumador tener que conversar con una madre sobre la pérdida de su hija y pensar que ella, de alguna manera, hablaría por más de 100 familias que, en una misma tragedia, fueron separadas de sus niños y de miles que perdieron a sus seres queridos. Para colmo, llovía copiosamente, como si se tratase de un recordatorio de lo ocurrido 20 años atrás.
Ricardo, el conductor del canal llegó a buscarme. Por tratarse de una reconocida pianista y por lo triste de su historia, pedí ir yo misma a buscar a Marina, para viajar juntas hasta el sitio que serviría de locación para el programa.
En lo que subí al vehículo prendí la radio para escuchar las noticias antes de llegar por nuestra invitada. Buena parte de la información giraba en torno a la triste efeméride.
−Hoy, 15 de diciembre los venezolanos recordamos la tragedia ocurrida en Vargas en 1999. Aunque hay enormes diferencias en las cifras, se habla de al menos 30.000 muertos y cerca de 120 niños desaparecidos. Poblaciones enteras quedaron sepultadas −dijo el comentarista.
Al escucharlo recordé las imágenes que dieron la vuelta al mundo y los testimonios de tantos que sobrevivieron luego de ver la montaña adentrarse en el mar, pasando por encima de sus casas y desapareciendo todo lo que allí se encontraba, al punto que incluso un conocido poblado, Carmen de Uria, se convirtió en campo santo.
La lluvia seguía intensa, y aunque el parque era techado, estaba segura que hacer la entrevista con ese clima de fondo haría sentir muy incómoda a Marina.
Llegamos al edificio que afortunadamente tenía un estacionamiento protegido y subí hasta el penthouse. Cuando se abrió la puerta del ascensor, una señora muy amable, canosa, entristecida, me estaba esperando y me condujo por pasillos que, a pesar de los amplios ventanales, lucían lúgubres por la oscuridad que las nubes y la lluvia dispusieron para la ocasión.
Cuando entré en la habitación vi a Marina al otro lado observando por la ventana. Di unos pasos y luego me detuve. Creo que quería evitar interrumpir un momento que percibí muy íntimo. Me aclaré la garganta para llamar discretamente su atención. Ella, casi sin voltearse, hizo un gesto con su cabeza y extendió su mano invitándome a entrar en ese espacio tan personal en que se encontraba. Me acerqué y cuando estuve a su lado me dio un caluroso e inesperado abrazo que me desarmó y me hizo sentir totalmente vulnerable.
Volvió su vista nuevamente al exterior; comprendí que me invitaba a hacer lo mismo. En el patio del edificio un grupo de niños jugaba en la piscina. −Ojalá nunca nada les cambie la inocencia −dijo con su profunda y dulce voz, que se entrecortó, a la par que su rostro se llenaba de lágrimas.
Suspiró y sacudió la cabeza como queriendo alejar sus ideas. Secó su rostro con las manos y le dio la espalda a la ventana. Miró a su alrededor como tratando de encontrar su camino. Fijó la vista en un retrato al otro lado de la sala y comenzó a avanzar hacia él. Caminaba lento, la mirada en la fotografía, aunque, por su expresión, parecía que su pensamiento estaba lejos de esa oscura habitación. Se movía tan despacio que no parecía progresar. Era como si una fuerza le impidiera acercarse a la mesita dónde estaba la foto, la única que allí reposaba, con la compañía de una vela, un pequeño pero hermoso ramo y una imagen de San Judas Tadeo, el patrón de las causas imposibles y de los desesperados.
Marina tomó el retrato.
−Es Luz −me dijo, confirmando algo que supuse desde un primer momento. Se trataba de su niña, quien desapareció con apenas 5 años durante el deslave y a quien no se había cansado de buscar.
−Son 20 años –agregó.
−Hoy tendría 25 −hizo un gesto severo y se corrigió a sí misma −tiene... mi corazón me dice que Luz está viva y la seguiré buscando mientras tenga vida.
Entonces, colocó el portaretrato sobre el piano, se sentó y puso sus estilizadas manos sobre las teclas. Una hermosa melodía invadió la habitación. Aunque todo era melancólico, la pieza transmitía esperanza, paz. Cuando finalizó besó el retrato y se incorporó.
−Se la compuse a Luz cuando todavía estaba en mi vientre. La toqué para ella cada día desde que la escribí, hasta el …. −Sus lágrimas volvieron a brotar. Trató de contenerse y en un profundo suspiro, se tranquilizó.
−Debemos irnos, le dije. Asintió y dejamos juntas su departamento.
Ya en el automóvil, le dije que me había conmovido mucho lo que tocó al piano pero que no lo había escuchado en su repertorio. Entonces, me confesó que nunca la incluyó, que nunca la tocó en público, pues era la pieza de Luz y ese día había decidido hacer una excepción al compartirla conmigo.
A medida que avanzábamos la lluvia comenzó a apaciguarse. Con ella también se fueron calmando mis temores. Ver la entereza de Marina era un aliciente para dejar de lado las dudas y enfocarme en que las cosas fluyeran.
Llegamos al centro recreacional. Se trataba de un lugar de encuentro que la propia Marina fundó como homenaje a las víctimas de la tragedia y como recordatorio de lo vivido. Se erigió justo en uno de los sitios arrasados y aunque ya había estado allí, una vez más, me costó pensar que se trataba de un lugar que años atrás visité cuando lo ocupaban casas de playa. Cerca de allí estaba la vivienda de una familia amiga de Marina, donde se encontraban el fatídico día.
Por el aniversario, todo el lugar estaba adornado con flores. Había programados varios actos y también espacios para el intercambio y para ofrecer apoyo a quienes todavía están en la búsqueda de sus seres queridos o en la propia, a raíz de sus dolorosas pérdidas.
Aunque era temprano, ya comenzaban a llegar algunas personas. Haríamos una primera transmisión en vivo con la entrevista a Marina para luego efectuar algunos contactos durante las distintas actividades.
Marina estaba tranquila, era una mujer hermosa y serena. La percibía triste aun cuando su sonrisa estaba muy presente en su rostro.
Nos dieron el pase, la presenté y comenzó a contar la historia de su búsqueda. Desde que Luz le fue literalmente arrebatada de los brazos por el barro comenzó a buscarla sin descanso; movió cielo y tierra sin éxito, pero todavía abrigaba la esperanza del reencuentro.
La conversación de Marina era fluida pero conmovedora; la entrevista transcurría caminando por la sala de exposición del centro de recreación. De pronto, se detuvo y colocó su dedo en la boca pidiendo silencio. Todos nos miramos porque estábamos al aire, pero el instinto nos dijo que debíamos seguir adelante.
Marina aceleró el paso, la seguí junto con todo el equipo hasta el otro lado de la sala. Al llegar a la entrada volvió a frenarse y volteó a mirarme en un gesto de complicidad. Su rostro se había iluminado. No comprendía qué ocurría y de pronto la escuché. Alguien tarareaba la canción de cuna de Luz. Mi corazón comenzó a latir aceleradamente.
Marina dio unos pasos. La seguí y allí estaba, de espaldas, una mujer con su bebé en brazos, meciéndola al ritmo de la melodía. Marina se le unió y siguieron tarareando a dúo mientras se le acercaba lentamente. La joven se volteó, sus miradas se encontraron y sus ojos se llenaron de lágrimas. Sin pensarlo, se aproximaron hasta quedar fundidas en un anhelado y profundo abrazo bajo el cielo de Vargas, el mismo que una vez fue testigo de su separación.
3 comments
promesa7
Very beautiful. I don't have the knowledge to make a literary judgment, but I do have the knowledge to speak of the effect on me. I am a simple reader. I found it to be very well told, but I feel like it lacked a bit more impact force in the end. But I liked it a lot. I congratulate you, it was nice to read your work.
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spector.carla
@promesa7 Thank you very much for taking the time to read it and share your opinion with me.
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albertochimal
Teacher PlusHi Carla. Thank you very much for entering the course and congratulations on completing it. I hope what we saw has served you and continues to serve you.
I just read "Under the sky of Vargas" and I am going to leave you some comments. As I always say in these cases, even if some of the comments are not positive or do not focus on what interests you most in your own text, please do not take them the wrong way. Consider that they are made with the intention of helping you continue to improve your work, and that in any case they are optional.
I recommend that you look for the story of how the poet Juan Gelman searched for and found his granddaughter, whose mother was disappeared by the Argentine dictatorship. There you will find details that may be useful to you. Gelman wrote some of this in his book Ni el skinny pardon de Dios / Children of the disappeared .
I wish you a lot of success in your future projects and I thank you again.
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