EL TIEMPO Y LA INSPIRACIÓN

EL TIEMPO Y LA INSPIRACIÓN

Cuando atravesé por última vez la puerta de la Empresa y me marché con mi flamante y nuevo coche rojo, saqué la mano por la ventana, sonriente, para decir adiós a un pasado. Dentro estaban ellos y ellas, mis compañeros y mis amigos del trabajo. Me estaban envidiando, y quien sabe alguno de ellos suspiraría de gozo por deshacerse de mi para siempre...

Mi último día de trabajo, nunca más debería pensar en el dinero, ya se encargaría la Seguridad Social de ingresarlo en mi cuenta. Me lo tenía bien merecido después de toda una vida dedicada a recibir órdenes, levantarme antes del amanecer y no tener tiempo ni para pensar a qué me dedicaría cuando tuviera la edad reglamentaria.

Afortunadamente tenía muchas cosas a mi favor, tenía una edad, pero conservaba la salud y la energía. Siempre había sido una persona disciplinada, obediente y con muchas ocupaciones. El empleo de programadora de moda me exigía mucho tiempo, viajar a menudo y muchísima responsabilidad. A cambio tenía poco tiempo libre después de ocuparme de mi familia monoparental y mis obligaciones conmigo misma. El tiempo libre de que disponía era tan escaso que lo equiparaba al mejor lujo posible del Universo. El tiempo era más que el oro, era escaso, y la llegada a casa, fines de semana y vacaciones los disfrutaba al máximo.

Cierto que había pensado fugazmente en aquel momento, creyendo que el tiempo y el gozo serían del mismo valor que en la vida activa. Me encuentro fuera de la Empresa y lo primero que viene a mi cabeza es saber quien soy, qué me gusta en la vida, que aficiones tengo y porqué me dediqué a ser programadora de algo.

Realmente no nací ni crecí pensando: me dedicaré a programar. No, entonces no existía esa pregunta. La verdad es que cuando me gradué me ofrecieron dos trabajos. Un o relacionado con la salud, y el otro con la Industria. Escogí este último, pero nunca sabré con certeza que hubiera sido de mi vida si hubiera escogido la otra opción. Siempre me lo he preguntado. Pero allí estaba ahora, con todo el tiempo amontonado durante el día.

Los primeros días los dediqué a descansar y pensar. A divertirme un poco también. A celebrar el nuevo estado con amigos y compañeros. A brindar por el futuro, y a responder las preguntas reglamentarias. Nunca más pensé en el trabajo. Solo cuando deseaba profundizar en viajar a las ciudades que más me habían impresionado: Paris, Nueva York, Milán...que había pisado con prisas y con colegas.

Pero pronto me asaltó la idea de que no podría viajar de momento. No podía ni moverme de la ciudad, algunos días ni tan solo de casa. Maldita pandemia! Pero no importaba, lo principal era descubrir la respuesta a la pregunta principal: ¿Quién era yo? ¿Qué sabía hacer bien? ¿Qué me gustaba más? ¿ A qué quería dedicar el tiempo libre? ¿ Cual era mi misión en la vida?

Sí, los días estaban pasando, y mi vida era un sinfín de compromisos familiares, de hacer de taxista, de solucionar problemas del entorno y de reparaciones domésticas. Cada día de aquel verano me sentaba por las tardes al sol para preguntarme qué me hacía feliz y que trabajo estaba destinado para mi a partir de entonces. Pensé en enrolarme en una ONG, de las varias que estoy soportando. Pensé que ayudando a alguien acabaría ayudándome a mi misma, cuando descubrí que esto debería ser a la inversa. Primero tenía que conocerme a mi misma. Una amiga coach me aconsejó el Método de Júlia Cameron para trabajar la creatividad, el " Camino del Artista". Sí, debía averiguar que tipo de artista era yo. Una vecina me ofreció su grupo de caminadoras matutinas. Una conocida me introdujo en un grupo de conferencias de la Universidad local, y también me apunté a clases de francés con jubilados como yo. En fin, que pronto tuve la agenda repleta de obligaciones de nuevo, pero con ninguna respuesta.

Seguí el Método de 12 semanas, a rajatabla, obediente como siempre. Y sí, descubrí cosas muy importantes, como que las respuestas hay que trabajarlas sobre tus propias intuiciones.

Gracias al experimento empiezo a leer sobre mujeres retiradas. Descubro que intentan permanecer activas, elegantes, sociables, relajadas y prácticas en sus vidas. Comienzo pues a relacionarme con antiguas amigas de la Universidad, lo que me lleva a situaciones nuevas. Experimento con diversas alternativas de pensamiento, cursos de creación literaria, aprendo sobre la Wikiloc en mis caminatas, leo , escribo, reflexiono y ayudo a mi entorno familiar. Disperso mis energías en varias actividades para descubrir cual es mi real misión creativa en la vida.

Empiezo a conocerme, y descubro que el resto de mi vida va a ser un camino, espero que largo camino, para comenzar otra existencia distinta a la que había vivido hasta ahora.

Todavía estoy en este trayecto, con una lista de proyectos a realizar, algunos grandes y otros insignificantes, que me ayudaran a intuir quien soy yo.

He trabajado duro y ahora estoy comenzando una nueva vida llena de posibilidades, en la que el tiempo es la materia prima y el espíritu el gozo del alma. He logrado invertir los términos de mi nueva vida con un significado diferente.

Y sí, puede que me decida a escribir este viaje al centro de mi misma...