Relato breve/ te cuento cómo lo conociste
Relato breve/ te cuento cómo lo conociste
de Fran AV @dabeleida
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La primera vez que lo viste, estabas terminando un gran latte avellana con leche de almendras, toque de vainilla, extra shot colombiano, con tu apodo escrito a mano a un costado del vaso de papel, en el segundo piso del café de enfrente de tu edificio.
Acababas de terminar de leer el capitulo más triste de la novela que por ese entonces te consumía e intentabas contener las lágrimas (estabas en público ¿quién llora por una novela en estos días?) levantaste la vista del papel y simulaste mirar por la ventana, mientras lograbas que el nudo en la garganta se disipara. Cuando tus ojos dejaron de estar nublados por la amenaza gravitacional de tus lágrimas, lo viste, justo en frente de ti, aunque separado por la Avenida Mulata García.
Estaba, al parecer, en su departamento y las ventanas se te antojaron escenografías de una obra teatral, se veía listo para salir, pero revolvía incansablemente cajones y adornos, pasaba de una habitación a otra y de pronto lo perdías de vista, se detuvo, cerró los ojos mientras inhalaba profundo, metió su mano derecha al bolsillo, abrió los ojos y meneo la cabeza, al parecer lo que buscaba siempre estuvo allí, en su bolsillo. Entonces salió de tu vista.
En ese momento el drama de Aurelia (la protagonista de tu libro costumbrista “A la hora de la oración”), dejó de existir y no podías dejar de mirar la entrada del edificio, tenías la certeza de que lo verías salir y así fue. En cuanto cruzó el umbral se detuvo y sacó su teléfono del bolsillo, le dio una rápida mirada antes de volverlo a su lugar, miró a ambos lados y cruzó la calle.
En cuanto llegó a la vereda del café lo perdiste de vista, el corazón comenzó a latir más rápido en tu pecho ¿será acaso que viene al café? ¿y si se queda en el primer piso? Un arrebato de curiosidad se apodera de ti y guardas a la carrera el libro, el teléfono, el computador y apuras el último sorbo de café... tienes que llegar al primer piso antes de que se vaya, es probable que compre un café para llevar y entonces nunca vas a saber si entró al café o no.
Bajas corriendo la escalera, de paso dejas tu bandeja en el mesón de las bandejas sucias y llegas al primer piso expectante, miras a la caja, miras el mesón (hoy día atiende Mariela, no le has preguntado cómo le fue en el médico), miras a las mesas y por último, a la puerta. Un sentimiento de vergüenza y desilusión se apodera de ti, obviamente que no está allí, cuáles eran las probabilidades de que eso ocurriera, no tienes idea de probabilidades, pero lo que sí sabes, es que esas cosas no pasan, al menos no te pasan a ti.




1 comentário
É divertido ler como se você estivesse me contando algo que aconteceu comigo, é muito engenhoso, é um recurso que eu não tinha visto antes, faz você se sentir mais imerso na história ... Gostaria de saber o que aconteceu comigo depois.
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