Mi proyecto del curso: Introducción a la escritura de ficción comercial
Mi proyecto del curso: Introducción a la escritura de ficción comercial
de Karen Angélica Paredes Chávez @phantompoeta
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—¡QUÉMALOS! ¡QUÉMALOS A TODOS! ¡ESOS DESGRACIADOS SE LO MERECEN!¡MADRE DE DRAGONES!¡QUÉMALOS!—Grité a la televisión, en ese momento sentí que las sesenta y cinco pulgadas no eran suficientes para poder disfrutar de aquel show, últimamente nada me era suficiente, ni siquiera yo misma podía ser suficiente.
—Chica ¿Estás bien? Tienes mirada de loca.—Dijo Laquoisha que me miraba de reojo desde el craquelado espejo que se encontraba sobre el recibidor.—Cada vez me preocupas más ¿Hasta cuando seguirás con esto?—volvió la vista a su reflejo en el espejo, estaba arreglándose para una cita, prácticamente esa era nuestra rutina. Ella se arreglaba para salir y yo me dedicaba a ver la misma temporada de una serie, siempre sin terminar el mismo capítulo.
Pausé la televisión, ya sabía que sucedería y no quería que arruinara mi estado de ánimo: Ella me regañaría por no salir del apartamento, por no alistarme y tener citas, me juzgaría por vivir mi vida como deseaba hacerlo. Ella seguía agitando la pestaña postiza mientras soplaba ligeramente al pegamento para que pudiera ponerla sobre las suyas, era lo último que le hacia falta para completar su outfit y se marchara. Estaba muy agradecida por todo su apoyo, al final era mi mejor amiga pero las últimas semanas sí que se había vuelto un tormento el escuchar el mismo sermón sobre mi estado sentimental.
—Algún día lo superaré— Dije mientras emprendí camino hacia el refrigerador, lo abrí y tomé la última cerveza, maldecí ya que eso significaba que tendría que salir a comprar más si es que quería embriagarme esa noche.
—Lu, sabes que te amo pero no puedes seguir así más tiempo, puede que tu no lo veas pero en serio estoy preocupada por ti. Lo que hizo ese bastardo no tiene nombre pero no puedes seguir torturándote. Tienes que seguir con tu vida— Se acercó lentamente y me limpió una lágrima que había rodado por mi mejilla.—No pretendo ser pedante ni presumida pero creo que hoy es la noche y te necesito fuerte, no puedo salir corriendo cada que tienes un ataque, hoy no— Sorbí ruidosamente en un intento por disimular el dolor que me había causado esa frase “la noche”. Por supuesto, algún día tendría que pasar, pedirán la mano de mi mejor amiga. Anteriormente ya había arruinado la noche de mi mejor amiga. Que yo no pudiera continuar no quería decir que tenía que arrastrar a los pocos que me amaban a mi infierno.
—Ve tranquila, disfruta esta noche que estás preciosa—
—Cualquier cosa márcame—
—Posiblemente pasaré la noche viendo mi serie—
—¿Por qué no intentas conocer más gente? Existen muchos sitios de citas, puedo recomendarte alguno—
—No creo que sea el momento, ha pasado muy poco tiempo desde mi ruptura con Josh—
—Nena, ha pasado más de medio año. Ya es momento de que conozcas otras personas, no puedes vivir toda tu vida de series y alcohol.—
—Mira cómo lo hago.— Le di un trago a mi cerveza y ella solamente puso los ojos en blanco. Reímos un poco antes de compartir esa mirada de complicidad.
—¡Oh! Mi uber ya llegó ¡No me esperes!— Se giró en busca de su abrigo, le entregué su bolso y le despedí en la puerta del apartamento, cerré la puerta después de mirarla correr como una cría. Era lógico, se encontraría con el hombre de su vida quien posiblemente le pediría matrimonio esa misma noche. Sentí una envidia terrible. Se supondría que para estas fechas yo ya estaría de vuelta de mi luna de miel, viviría feliz para siempre en este mismo departamento con el hombre de mi vida. Las lágrimas brotaron rápidamente de mis ojos, eché una mirada rápida a mi reflejo, el mismo que minutos antes Laquoisha utilizó para terminar de arreglarse y no reconocí a esa mujer, el cabello alborotado y con las raíces al descubierto ¿cuándo fue la última vez que lo teñí? Ya ni siquiera lo recordaba. Los ojos ojerosos y llorosos. Odiaba ese reflejo, odiaba a esa extraña que vivía bajo mi piel, no soportaba mirarme así que me retiré la sudadera y la utilicé para cubrir mi imagen, en un intento desesperado por cambiar esa imagen corrí a la que solía ser mi habitación pero como había sucedido los últimos meses, me detuve en la puerta de la entrada. Necesitaba beber algo que acabara con los pensamientos, bebí el resto de la cerveza, tomé la cartera y salí del apartamento, crucé el pasillo hacia el ascensor, que no tardó en abrir sus puertas, una mujer y su niña se encontraban dentro, les brindé una leve sonrisa y decidí mirar hacia los botones del elevador, este se detuvo dos pisos abajo y una pareja que se besaba fogosamente entró sin fijarse que nos encontrábamos dentro, se arrinconaron en la orilla opuesta mi y continuaron besándose, la mujer cubrió los ojos de la niña y puso su brazo para evitar que la puerta se cerrará
—Cerdos, hay niños en este edificio– Murmuró la mujer mientras empujaba a su hija fuera del ascensor.
—Décimo Piso, por favor-—Escupió la mujer en medio del beso de su amante. Lo pulsé por inercia, supongo que creyeron que yo era un botones. pero la situación seguía siendo terriblemente incómoda, de haber traído mi sudadera me cubriría el rostro con la capucha, intenté disimular mi vergüenza de ser partícipe de esa escena al desviar la mirada a la pantalla de mi celular. Estábamos por llegar al lobby cuando la pareja dejó de besarse. Escuché como la mujer carraspeó un poco y con el rabillo del ojo vi como me señalaba en mi dirección. Finalmente las puertas se habían abierto y con la vergüenza todavía en el rostro guardé el teléfono en la bolsa del pants pero este terminó deslizándose a través de un agujero en el mismo, recorrió mi pierna hacia el piso y con él la poca dignidad que me quedaba. Escuché a la mujer soltar una carcajada y podría jurar que la frase “que patética” salió de entre sus labios.
—Ejerm… se cayó tu teléfono.—Dijo una voz masculina, una que reconocería en cualquier parte del mundo. Era la voz de Josh.
—Gra- Gracias.—Balbuceé ya que tenía un nudo en la garganta, me giré lentamente, al querer recuperar mi ahora prisionero teléfono, inevitablemente mis dedos rozaron los de él, sentí esa descarga de adrenalina, como si volviera a la vida ¿cuántas veces nuestros dedos no juguetearon hasta encontrarse y fundirse en un mutuo abrazo ocasionando que ese sujetar de manos se volviera un acto casi sagrado entre nosotros? Alcé la vista y me encontré con sus ojos azules, tuve que sostener el aliento antes de que emitiera un suspiro. A pesar del tiempo distanciados seguía siendo atractivo, incluso todavía más a la última vez que nos vimos. Los rasgos de su rostro se habían afilado, ya no quedaba marca de la papada que había aparecido lentamente en los años que habíamos compartido juntos, sus pómulos se marcaban ligeramente y al parecer había decidido usar lentillas, todavía conservaba rasgos de el Josh que amaba, de mi Josh pero ya no era mío. Nuestro encuentro se vio interrumpido cuando las puertas del elevador impactaron contra mi cuerpo, la mujer soltó una escandalosa carcajada y él contuvo una risa, le arrebaté el celular y me giré conteniendo lo más posible las lágrimas. No pude evitar girarme antes de que las puertas del ascensor se cerraran completamente y lo último que vi fue a esa mujer rodear el cuello de Josh con sus brazos y muy descaradamente me mostró el deslumbrante anillo que rodeaba su anular izquierdo.
1 comentário
Este é um grande começo! Sinto muito pela sua personagem principal – estou intrigado em saber o que ela passou. 'Estranho na minha pele' é uma frase muito evocativa – adoro!
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