Mientras se sumerge en el arte de De Giovanni Pacini, surgen preguntas. ¿Cuántas actrices y músicas consumadas han tenido entrevistas reducidas a chismes sobre su vida romántica? ¿Cuántas madres han tenido su propia necesidad de privacidad ignorada o resentida por sus familias? ¿Y por qué las autoras se consideran “Chick Lit” cuando escriben sobre sus vidas, mientras que el trabajo de los hombres se considera canon? Entonces, tal vez sea discordante aquí, en la obra de De Giovanni Pacini, ver la psique femenina iluminada, el ensueño extravagante no descartado, sino que se disfruta y saborea lentamente como el evento principal.
Después de todo, ¿dónde somos más libres que en nuestra imaginación y subconsciente? Libres no solo para hacer sino para sentir, para examinar nuestro verdadero yo a través de espejos imposibles. Nuestros impulsos carnales se revelan, nuestras vergüenzas más profundas se desentierran. Nosotros también podemos ser mirones, mirando bajo una frondosa frondosa a un hombre desnudo que se baña. Nosotros también podemos desgarrar el pescado con los dientes. Observamos nuestros reflejos a través de las olas rompientes, tenemos gatos, pájaros y pangolines como familiares. Reflexionamos sobre los textos sagrados, lanzamos encantamientos. Morimos y renacemos y morimos de nuevo. No estamos reducidos a la fantasía, sino a la fantasía hecha realidad.
Ya sean espirales o saturadas, las composiciones de De Giovanni Pacini te invitan a seguir la pintura hacia una dimensión interna, profunda y uterina donde la magia del es claramente animal. Pensativa o abrumada, lujuriosa o desesperada, cada mujer en sus cuadros abre una puerta a un espíritu colectivo. Su trabajo le pide al espectador que considere: ¿de qué sueños ha despertado? ¿Y cuáles siguen soñando?
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- Flo Giovanni Pacini – @degiovanniflorencia