Ana Sotorres Tudela

Mi nombre es Ana, estoy a punto de cumplir 50 años y creo que ya es tiempo de dejar de postegar sueños, deseos y proyectos. Soy una persona inquieta. No soporto la rutina por eso busco y encuentro la magia en la cotidianeidad. Me apasiona vivir. Soy resiliente ya que la vida no deja de ponerme a prueba, pero como dice mi canción favorita "Lo que no te mata, te hace más fuerte".
De pequeña descubrí mi vocación de escritora, mi profe de lengua a los 13 años me dijo que tenía una gran sensibilidad, que en realidad era como un arma de doble filo. Un don que me daría muchas satisfacciones pero al mismo tiempo, en ocasiones sería fuente de dolor y sufrimiento. Y no se equivocó.
Mi pasión por la lengua española y la expresión escrita me llevó siempre a sacar muy buenas notas en las asignaturas de letras, y tras una visita escolar a las instalaciones de un periódico, descubrí que de mayor quería ser periodista. Y efectivamente, años más tarde cursé la carrera de periodismo, profesión a la que me dedico desde hace más de 15 años.
No imagino mi vida sin la escritura: sin ese vago sonido de mis dedos sobre el teclado del ordenador, sin la desazón que siento cada vez que me enfrento a una página en blanco, sin el brillo en los ojos que adivino en mi rostro cada vez que me encargan un texto, sin el poder de mi imaginación irrumpiendo a cada rato en mi mente, a vece en el momento más inoportuno con alguna idea inspiradora que me transporta a otra realidad.
En definitiva, con el paso de los años he descubierto que mi relación con el oficio de escribir es cada vez más estrecha. El hecho de "jugar" con la palabra, montar y desmontar textos aporta plenitud a mi vida. Por eso, nunca he podido dejar de hacerlo. Hay quien dice que periodismo y literatura van de la mano. Mi primer poema lo escribí cuando tenía 7 años para un concurso del cole. Desde entonces, no he parado de escribir. Pero mi peor defecto es que empiezo muchos proyectos y luego no termino ninguno. Por eso, tengo una gran carpeta llena de "retales" literarios: poemas, cuentos, ensayos, capítulos sueltos de novelas inacabadas, a excepción de una que con 17 años presenté a un concurso y fue premiada. Así que creo que ya ha llegado la hora del "propósito de enmienda" y dedicarme en serio a lo que me gusta: la creación literaria. Nunca es tarde si la dicha es buena.