TU TANTA FALTA DE QUERER
van Macarena Perez de Castro @macpdcm
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SINOPSIS
Gabriela, una joven estudiante de 15 años, en el siglo 21, conoce la vida y obra de una transgresora escritora (María Luisa Bombal) que desafió a la sociedad (década del '30-'40) tanto a nivel personal como con sus libros, a partir de Google y los recuerdos de su abuelo, quien ha vivido obsesionado con la escritora.
Su investigación la hará concluir que su abuela (quien daba la impresión de estar celosa de la escritora) quizás no está celosa, si no que la escritora la ha hecho cuestionar su vida.
TU TANTA FALTA DE QUERER Macarena Pérez de Castro M. / 2023
Estoy segura de que en la cuna mi primer deseo fue el de pertenecer. Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en el mundo de los hombres. Clarice Lispector
Aún hay tiempo para imaginar que aparecerás en cualquier instante. Tiempo incluso, para creer que me buscas. Julio Cortázar
Noviembre, 2000
Me llamo Gabriela, tengo 15 años y estoy en 2° Medio en el Liceo 1. Soy hija de una madre soltera, así es que crecí en la casa de mis abuelos, nunca he sabido de mi padre. Mi abuelo, Roberto Morales, no ha tratado de reemplazarlo, se ha mantenido fiel a su estilo, estricto y de pocas palabras. Yo le digo Morales, a secas. Mi abuela, Marina, es callada, siempre está haciendo algo, dando la impresión que no se entera de nada, pero es observadora. Y celosa. De algún modo, sus celos son los que desencadenaron que yo haya empezado este diario. Claro, porque en el liceo nos hicieron leer, La última niebla, la primera novela que escribió María Luisa Bombal, un personaje muy presente en nuestra familia.
Desde que tengo uso de razón que he visto el recorte de la noticia que cubrió Morales en 1941, cuando esta escritora trató de matar a su amante. A partir de ese entonces, Morales se dedicó a entrevistarla mientras estuvo presa, manteniendo en secreto todo el material: escondía todo lo que encontraba sobre ella, sus notas, los libros, algunas fotos. Mi mamá alguna vez me contó que Morales estaba obsesionado y la respuesta de mi abuela Marina, fue llamarla loca.
Morales es periodista y su primer (y único) trabajo fue en la sección policial de La Tercera. Uno de los primeros hechos que le tocó reportear fue la balacera de una pareja en pleno centro de Santiago. Así fue como terminó la mañana del 27 de enero de 1941, tomando nota de lo que le dijo un mozo del Hotel Crillón. El mesero había visto todo, porque el tiroteo fue en la puerta del hotel. Le contó que eran personas conocidas y que parecía que los celos eran los que provocaron que la mujer disparara. Los Carabineros se llevaron detenida a la mujer con la pistola y un par de tipos subieron al hombre herido a un taxi, rumbo al hospital. Morales volvió al diario y redactó la nota. La noticia salió al día siguiente. Supe también por mi mamá que esta noticia no dejó indiferente a Morales, algo no le cuadraba. ¿Qué hizo que estos dos personajes de la sociedad santiaguina, terminaran metidos en una balacera? La pregunta comenzó a transformarse en una idea fija para él. Según mi mamá, esta búsqueda coincidió con el momento en que mi abuela Marina empezó a estar más callada de lo habitual. Como yo nací mucho después, a mi no me sorprende que mi abuela Marina sea de tan poco hablar, siempre la he visto así.
A partir de ahí, Morales, empezó con las entrevistas, se puso a leer sus libros y a buscar datos de su vida por todos lados. Mi abuela Marina no lo lograba entender, es una fijación la que tiene con esta mujer, ¿qué le encuentra?, es una loca, refunfuñaba. Mi mamá dijo, está celosa. En ese momento, estuve de acuerdo.
Lo concreto es que así fue que María Luisa Bombal se fue convirtiendo en alguien que parecíamos conocer de toda la vida.
Comencé a leer la novela. No entendí mucho. No sabía cómo decirle a Morales que me la explicara. Y así fue como decidí navegar en Internet para obtener información que seguramente Morales ya tenía en su poder, menos las entrevistas que él le había hecho.
Se me ocurrió googlear a la Bombal y a su libro. Encontré TANTA cosa. Y di con una entrevista a alguien que la había conocido, la que me hizo entender la relación de la Bombal con el hombre al que había tratado de matar:
La primera vez que María Luisa divisó a Eulogio Sánchez, tuvo la certeza de que sería su gran amor. Haber perdido a su adorado padre a los 10 años, había hecho que se fijara en los hombres mayores y aquel amigo de la familia, no fue una excepción. No tenían nada en común.
Ella era una chica soñadora, romántica; él, un hombre casado, exitoso empresario y un vividor. La madre de María Luisa trató de evitar la relación que entablaron, pero fue inútil. Y como era de prever, al poco tiempo, él la abandonó. Para ella, matar a Eulogio hubiese sido perfecto, por eso fue terrible cuando supo que Sánchez se había salvado, no le tenía miedo a la cárcel.
Así es que habían sido amantes!
Volví a tomar el libro. Ahora se me hacía más fácil. Una tarde, mi abuela Marina quiso saber qué libro estaba leyendo. Le respondí, se alteró. Empezó a gritarme que cómo era posible que estuviera leyendo lo que escribió esa loca, es un libro irreverente y ella es una cualquiera, terminó, para mi sorpresa, con un hilo de voz. Me puse de pié y muy seria le dije que me lo habían dado en el liceo. Silencio. No me aguantaba las ganas de preguntarle qué sabía del libro, ¿acaso lo leíste, abuela?, me atreví. Asintió y partió a la cocina. Desde allá siguió alegando: ¿qué pasa en los colegios, qué están haciendo los profesores?, con razón estamos como estamos.
Así es que lo leyó. Me volví a atrever: ¿te gustó? Pasó un rato y apareció de nuevo.
- Es un libro raro, no es para tu edad Gabrielita.
- Abuela, te pregunté si te gustó. Lo dan a leer en muchos colegios. ¿Por qué dices que es raro?
- Cómo se puede entender a una mujer perdida en la niebla que le reclama y reclama a su marido. Eso no se hace. Punto.
Y ahí se quedó, ida. Raro. Todo muy raro.
Había llegado el momento de envalentonarse y confesar a Morales. Eso sí, no le iba a decir nada de lo que había pasado con mi abuela Marina. Seguro ella leyó su ejemplar y él nos tenía prohibido tocar nada de lo que guardaba de la Bombal.
Cuando le pedí que me contara las cosas que sabía, me dijo que no iba a hablar sobre ella. Insistí y de repente, comenzó:
- La primera vez que fui al hospital, por su condición social no la mandaron a la cárcel, estaba su mamá, la señora Blanca, hablando con ella. Le decía que era una vergüenza, una vergüenza que se había iniciado mucho antes del baleo.
Entonces hizo una pausa y como si se supiera de memoria todo lo que su mamá le dijo a la Bombal, siguió:
- Claro, si hasta usted intentó suicidarse, María Luisa, ¿cuánto tiempo estuvo la gente hablando de eso? Todavía lo hizo en la casa de Eulogio. ¿Y por qué lo hizo?
Él era un mujeriego, saltaba de una a otra sin pensarlo dos veces, a pesar de las promesas que les hacía. Después usted salió con lo de los libros, ¿en qué estaba pensando cuando los escribió y más encima se atrevió a publicarlos?
Morales seguía como si estuviera poseído: la señora Blanca le habló también de Larco, un pintor argentino homosexual con el que María Luisa se había casado y de nuevo empezó a recitar la letanía de la madre:
- Cómo se fue a casar con un, con un, engendro, para separarse a los pocos meses y después vino lo del divorcio, usted se puso a ventilar todas las intimidades de ese matrimonio totalmente extraviado.
Noté que Morales estaba nervioso, no supe si debía decir algo, pero me quedé callada. Él siguió: doña Blanca le dijo que qué era eso de andar agarrando a balazos a Eulogio en la calle, que él ni siquiera se acordaba de María Luisa y que Sánchez tuvo la desfachatez de decirle a un periodista que no sabía quién era. La señora Blanca le dijo también que todo el mundo ahora se reía de ella. María Luisa no emitió ni una sola palabra.
Entonces se volvió a detener, respiró profundo y dijo: por último, la señora Blanca le repitió que era una vergüenza para toda la familia, que en la prensa hablaban de “la Bombal”, si acaso no se daba cuenta que el apellido de su padre, su padre le recalcó, andaba en boca de todo el mundo.
Así me revelaba Morales, con verdadera indignación, las palabras de esa vieja de mierda. Como hizo una pausa, le pregunté:
- ¿Qué le pasa a esta gente, la pobre está presa y su mamá, su propia mamá, se pone a retarla? ¿Cómo le puede decir que era una vergüenza?
- Es que era cierto. María Luisa escribió sobre mujeres que renegaban de sus maridos, que tenían amantes, que se atrevían a sentir… placer.
Aunque apenas lo oí, supe de lo que hablaba, lo encontré en Internet. Partí a buscar mi notebook, y excitada, empecé a leerle a Morales que una de las cosas que más había llamado la atención de La última niebla era la descripción de un orgasmo:
Su cuerpo me cubre como una grande ola hirviente, me acaricia, me quema, me penetra, me envuelve, me arrastra desfallecida.
A mi garganta sube algo así como un sollozo, y no sé por qué empiezo a quejarme, y no sé por qué me es dulce quejarme, y no sé por qué es dulce a mi cuerpo el cansancio infligido por la preciosa carga que pesa entre mis músculos.
Terminé mi lectura y Morales estaba rojo. Quizás mi abuela Marina tenía razón y ese libro no era para mí. No supe cómo capear el momento. No conversamos más esa vez.
Yo continué googleando. Encontraba opiniones como que “era espontánea y sin reservas”, “que tenía demasiada personalidad para ser mujer”, “que no conocía los prejuicios”, “que participa con demasiada libertad de las tertulias en algún café del centro, igual que un hombre”, “saluda de beso a todo el mundo”, “se queda en las fiestas hasta el amanecer”.
Manga de amargados, ¿qué se creían? Hoy los habríamos funado, tropa de machos ignorantes. Lo cierto es que estoy segura que en el fondo le tenían miedo a lo cara de raja que era ella y también deben haberle tenido miedo a su talento: sus personajes los dejaban como unos huevones incapaces de entender lo que una mujer necesita.
La siguiente ocasión en que conversé con Morales, lo hice escuchar una canción de la Mon Laferte, Tu tanta falta de querer. Tuve que explicarle por qué esa canción me hacía tanto sentido, lograba entender por qué María Luisa baleó a Sánchez. El fue un maricón con ella.
Comenzamos a escuchar la música y me puse a cantar una parte que era TOTAL para esta historia: estos versos son como lo que María Luisa le podría haber dicho a su amante:
Me siento mutilada y tan pequeña, ah, ah, ah…
¿Cómo fue que me dejaste de amar?
Yo aún podía soportar tu tanta falta de querer…
No sé si Morales captó el significado que yo le daba a la letra. La encuentro la raja, además que me encanta la Mon. Con la parte que más estoy de acuerdo es cuando dice:
Ahora dormiré muy profundamente para olvidar… Quisiera hasta la muerte, para no pensar…
Con todo lo que supe después de la vida de la María Luisa, morir para no pensar era justo como ella terminó pasando por la vida.
Era como lo que hizo la protagonista sin nombre (podía haber sido cualquier mujer) de La última niebla, soñar para no seguir en la espera de vivir un amor de verdad.
Entonces Morales, esta vez sin rabia, más bien con desolación, continuó su relato:
- La última niebla la escribió antes de los disparos, en esta novela hizo un repaso de cómo se había sentido con Eulogio. Se entregó a él sin dudarlo, intensa como era. Y aunque quería que fueran sus obras las que hablaran por ella, lamentablemente su vida estuvo marcada por hechos que decidieron hablar por si mismos.
Así quedó atrapada en un mundo que no acababa de aceptarla. María Luisa estaba muy enamorada, por eso se llenó de rabia cuando supo que Sánchez se casó con otra. Volvió a sentirse insignificante, pero esto sólo confirmaba lo que ella se negó a asumir: él nunca la quiso. Sólo fue una más de sus conquistas.
Gracias a mis googleos supe que después de ser liberada, María Luisa se fue a vivir a Estados Unidos.
Allá se casó con un Conde francés, que aunque venido a menos, tranquilizó a la familia en Chile, ¡era un Conde!, tropa de estúpidos. Tuvo una hija, pero nunca se llevaron bien, incluso no vino al funeral de su madre. Cuando murió el Conde, María Luisa volvió a Chile. Su vida aquí fue miserable, vivía con amigas, arrendaba piezas, no tenía ni uno. E igual a como hacía en Estados Unidos, aquí continuó tomando, mucho, entonces se caía, se le olvidaban las cosas, era difícil entenderla cuando hablaba. Más de alguien pensó que María Luisa estaba muerta en vida.
Nunca volvió a escribir. Murió en 1980 por un coma hepático.
Toda su vida expuesta en Internet.
Qué diría ahora doña Blanca, ella, tan respetable, tan digna, estoy segura que ni siquiera leyó los libros de su hija. Vieja huevona.
Hasta hay un sticker dando vuelta en las redes, aparece con una pistola humeante. Valiente.
En el liceo fijaron la fecha de la prueba del libro. A mí me encanta leer, así es que me puse ansiosa, quería escribir todo lo que había sentido con la lectura y la vida de María Luisa. Me saqué un 7 y me atreví a compartir mis descubrimientos con la profesora: no lo pudo creer, me dijo que la Bombal (cuando hablan de ella como escritora le dicen así, “la Bombal”, la vieja de mierda de su mamá se debe estar dando vueltas en su tumba), fue una pionera del realismo mágico, hizo a los muertos permanecer dando vueltas entre los vivos.
Me recomendó leer su otra novela, te va a encantar, la protagonista es una mujer que está muerta, que en vida se pasó buscando el verdadero amor, algo que no conoció con su su marido.
Igual a como María Luisa había vivido. Pero no como la Bombal escribió. Porque mientras sus personajes parecían liberarse del karma de tener que encajar, María Luisa, mareada en su niebla, sólo aspiraba a ser una virtuosa mujer casada. ¿Y todo para qué? Si de seguro muchas huevonas “respetablemente casadas”, ni siquiera saben lo que es pegarse un buen polvo. Por lo menos María Luisa lo supo. Aunque sólo hubiera sido con el ahuevonado de Eulogio Sánchez.
Me angustia pensar en cuántas mujeres todavía pasan por el mundo así. Con nervios, pensé en mi abuela Marina.
En la última conversación que tuve con Morales, le conté sobre lo bien que me había ido en la prueba, quería darle las gracias por todo lo que me contó. Pero no se interesó. Se puso a hablar de que María Luisa había sido un alma errante, incapaz de asumir sus actos, que se justificaba diciendo que tenía mala suerte. Morales terminó sus divagaciones hablando de la niebla, la niebla que debía haber envuelto la vida de su amiga. Entonces buscó entre las páginas de La última niebla, y me leyó:
El agua la acaricia, el viento le besa la espalda y la niebla, en cambio, la abraza fuerte hasta dejarla al borde de la muerte.
Cerró el libro. No encontraba qué decirle.
Entonces le mostré una imagen de María Luisa. Él recorrió la pantalla con sus dedos y murmuró, sus ojos, sus ojos de venadito asustado...
De nuevo se me vino a la mente mi abuela Marina.
…siempre sola y en silencio, en medio de su propia niebla…
Quizás no eran celos lo que ella sentía.
1 opmerking
cecilia_magana
Docent PlusGefeliciteerd Macarena! Hoewel je, in plaats van het profiel te delen dat ik tijdens de cursus aan het lezen was, nu met ons deelt wat het eerste hoofdstuk of de deur zou zijn die ons kennis zou laten maken met dit verhaal, feliciteer ik je en ben ik opnieuw enthousiast over alles wat je hebt bereikt , vanwege het opwindende karakter van uw project en vanwege wat uw synopsis en dit eerste deel beloven. Zoals ik je op het vorige forum vertelde, denk ik dat het werken aan de fascinatie, identificatie en vragen die Gabriela zichzelf kan stellen, door geobsedeerd te raken door Bombal, je een breedte zal geven die deze eerste pagina's al laten zien. Bedankt dat je je creatieve proces met mij en de community hebt gedeeld! Ik hoop dat je doorgaat met schrijven, dat je in 2024 ontdekt dat je dit universum ontwikkelt met zoveel kanten en mogelijkheden om te vertellen. Gefeliciteerd en sorry voor de vertraging in de feedback over je voortgang en dit bericht! Het was een genot om je te lezen.
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