Tanna ¡Qué bruja tan poco bruja!

Tanna ¡Qué bruja tan poco bruja!

El ambiente está cargado de energía. Tanna, se encuentra en su armario, buscando desesperada quien sabe qué; tira zapatos, pelotas, canastas… ¿Qué estará buscando?
-¡Perfecto! Exclama ella de pronto.
Eleva con sus brazos un traje morado lleno de estrellitas amarillas y un sombrero con una gran punta. Luego presurosa, va al dormitorio de su mamá; se dirige a la mesa de noche, abre el cajón y voilá, saca un libro grande y grueso. Lo toma y sale de la habitación rápidamente hacia su dormitorio.
-Pero que linda brujita soy – se dice, mientras se ve en el espejo.
Se ha probado el traje morado, pero este le queda demasiado grande, a las justas y puede ver sus pies y del sombrero, ni que decir.
Ya lista, baja con cautela las escaleras, hacia el sótano. No quiere que nadie la descubra. Abre la puerta suavemente y pregunta por su mamá, al ver que nadie le responde. Cierra la puerta y prepara todo para su gran hazaña, según ella.
El sótano, está todo impecable, como hacer para que mamá no se dé cuenta que estuve aquí y donde está el caldero de mamá, se pregunta Tanna. De pronto, en un rincón, muy escondido, percibe el caldero.
-¡Oh, ollita de mis encantos, te he encontrado!
Arrastra el caldero hacia el medio de la habitación, es muy pesado. Le echa agua y lo enciende.
-¡Haremos magia! - grita Tanna emocionada
Abre el libro que saco del dormitorio de su mamá, lo hojea un poco, se siente confundida, no entiende nada. Pero para Tanna, no hay imposibles. Primero lo primero, se dice a sí misma.
-Buscaremos los ingredientes.
Recoge una carretilla de juguete que tiene por ahí botada y sale al bosque en busca de ingredientes.
-Muy bien. Necesito algo que me ayude a encontrar lo que quiero – dice Tanna e inicia recitando un conjuro “Busco, busco, algo especial, con tú guía ayúdame a encontrar, aquello sin igual”.
ZASSSS, aparece en su mano, una brújula muy particular, en ella, se ve animalitos, plantas, ríos y el sol. Tanna, entonces, está lista para iniciar la búsqueda. Consulta su libro, el primer ingrediente es: 5 plumas de diverso color, de un ave poco común.
Consulta a su brújula, donde encontrar un ave poco común y de muchos colores. La brújula empieza a girar sus agujas y va orientando a Tanna, hacia el ave poco común. Cuando llegan a destino, Tanna, sólo ve un inmenso árbol y en la cima, un nido grande con un ave en ella. ¡Es el ave arcoíris! Grande, de muchos de colores, con pico de pato, cresta de gallo y cola de pavo.
Tiene una encrucijada ¿Cómo llegará hasta ahí? Pero como para Tanna, no hay imposibles, empieza a escalar el árbol, una mano y un pie a la vez, con mucho cuidado para no caer. Ya muy cansada, llega al nido. El ave está dormida, Tanna, con cuidado toma una pluma y de un solo tirón la arranca. El ave, felizmente, sigue dormida, parece que ni sintió dolor. Entonces, Tanna, decide arriesgarse y sujeta ahora las cuatro plumas restantes que le faltan, hace lo mismo que con la primera, pero esta vez, el ave lanza un grito y empieza a aletear, voltea hacia Tanna, tratando de picarla. Tanna, sin saber cómo, baja el árbol en un, dos por tres y se echa a correr lo más rápido que puede.
Ya lejos, toma un respiro. Esto de querer ser bruja, sí que es todo un reto. Alza nuevamente su libro, el siguiente ingrediente es una gota de rocío de una margarita celeste.
-Margarita celeste. ¿Dónde encontraré una margarita celeste? ¿Existen?
Consulta a su brújula y esta la lleva, hacia un lugar lejano del bosque, húmedo y muy feo. Tanna con temor, se dirige ahí. Empieza a buscar la margarita celeste, en hora buena, no tiene que escalar nada, encuentra la margarita, al costado de un riachuelo, entre dos piedras.
Se acerca a ella, pero no ve ninguna gota de rocío, que pudiera caer de alguno de sus pétalos. Decide esperar un rato, pero nada. Tanna, le da un pequeño golpecito al tallo, como probando suerte, cuando la margarita, suelta un llanto y comienza a botar pequeñas lagrimitas. Tanna, se asusta y trata de consolarla, no quería hacerle daño. Toma un frasquito y recolecta una de las últimas lágrimas que caían por sus pétalos.La acarició y limpio, para que dejara de llorar y partió en busca del último ingrediente.
Ya en su destino, revisó la receta y pedía ramas del secas del árbol más antiguo del bosque, Tanna, vio aquel árbol todo viejo y cansado, se acercó y recogió algunas de las ramas secas que habían a su alrededor. Con todo listo, emprendió el camino de regreso a casa.
Había sido un día muy agitado, había escalado árboles, corrido y caminado sin parar. Tanto así, que ya estaba oscureciendo.
-Mucho mejor –pensó- así mi hechizo será súper poderoso – decía muy contenta.
Tanna, al parecer ni tenía claro que hechizo haría, pero igual estaba emocionada.
De regreso en el sótano, se alistó nuevamente. El caldero seguía encendido, había olvidado apagarlo. Seguro nada pasaría.
Poco a poco fue echando cada uno de los ingredientes y revolvía su mágica poción con un palo de madera que encontró en el camino. Echó primero las plumas, luego las ramas y por último la gota de rocío. Siguió revolviendo con gran felicidad, una sonrisa se dibujaba en su rostro, la poción empezaba a burbujear.
-¡Funciona! Muy bien - se dijo
Siguió revolviendo y las burbujas cada vez se hacían más grandes.
-¡Oh, no!- gritó
PUM!!! Se escuchó en toda la casa. La poción había explotado, dejando a Tanna, aún con una sonrisa en la cara. El susto, la dejó perpleja, inmóvil.
A lo lejos, se escuchó a su mamá a gritar.
-¡¡¡TANNAAAAAAA!!!
En el sótano, la mamá de Tanna, encontró todo hecho un desastre. Habían maderas rotas por todo lado, bastante humo y Tanna toda sucia con el cabello alborotado.
Tanna, explicó a su mamá como fue la búsqueda de ingredientes y que sólo intentaba ser una gran bruja y poder crear pociones súper súper mágicas. Su mamá con mucha paciencia intentó explicarle que no era una brujita, porque de las plumas de un pato, de la hierba mala y de palos de escoba, no se crean pociones mágicas y si quería cocinarlas, pues en esa olla vieja, no se podía. Estaba tan vieja la olla, que terminó reventando por el calor.
Fue tal la emoción de Tanna por querer ser una gran bruja, que confundió su gran jardín con un gran bosque y así con todo lo demás. Pues sí que tiene una gran imaginación, pensó su mamá.
Tanna, sin embargo, estaba segura que todo era real. Sólo que es un secreto, mamá no debe saber. Tanna, es una brujita, muy particular.