Yulia
Yulia
oleh marinageymo @marinageymo
- 946
- 17
- 4
Actualidad; New York 2019
Luchaba por escapar de una pesadilla al punto de arañar mi propia piel mientras intentaba salir de aquel túnel entre el sueño y la realidad. Me desperté repentinamente, agitada, me ardían los pulmones, un sudor frio me recorría por mi espalda y sentí mi cuerpo tembloroso seguramente a causa de un mal sueño, pero por el efecto de los somníferos no lograba recordarlo así que alejé aquella fría sensación centrándome en mi existencia y en el ahora. No había sido más que un sueño, concéntrate en tu respiración, me dije. Estaba en mi cama y en mi apartamento, solo debía pensar en ello. Vi que ya era de día, me levanté rápidamente de la cama acercándome hacia el inmenso ventanal para observar la calidez que me provocaba el comienzo de la primavera y poder así terminar de ahuyentar definitivamente aquella inquietante impresión con la que me había despertado. Observe maravillada como los árboles y las plantas ya comenzaban a echar sus primeras hojas y frutos, como las flores de apoco invadían las aceras de Brooklyn enmarcando la asombrosa vista hacia el horizonte de Manhattan y al puerto de Nueva York, pero aun así ante aquel espectacular panorama mi vida estaba opacada por mis oscuras sombras y por el turbio silencio de aquel amplio apartamento. Después de tanto tiempo seguía sintiéndome exactamente igual, con el alma hecha añicos, y con un gran vacío en mi interior que me empujaba a lo más profundo de mí misma, perdiéndome en mis propios recuerdos. Agotada emocionalmente al punto de no querer saber nada mas de nadie y refugiándome en mi único refugio, mi soledad. El golpe de la puerta de entrada al cerrarse me produjo un leve temblor. Esperaba llegar a superar en algún momento ese frenesí que se movía dentro de mi ante esas pequeñas cosas.
— La amargura te hará envejecer antes de tiempo Yulia. — Yigit aún continuaba llamándome por mi antiguo nombre y eso me recordaba a diario que había sido otra persona en el pasado. Le había dado las llaves para que pudiese entrar sin tener que estar llamando cada vez que viniese a verme, prácticamente me visitaba infinidades de veces durante el día ya que vivía frente a mi apartamento. La vida nos había hecho amigos inseparables en las buenas, pero más que nada en las malas.
— ¿Qué hice de mi vida Yigit? — Me volví para observarlo mientras se aproximaba hacia mi envuelto en su albornoz color turquesa junto a un par de pantuflas del mismo color en forma de conejos con unas largas orejas las cuales caían hacia los costados. Al verlo así, su aspecto me robo una sonrisa que me lleno el alma de alguna manera. Agradecía cada día de mi vida el poder contar con su presencia. Se había convertido en un publicista exitoso y a pesar de ello nunca, ni por un segundo dejo de acompañarme, jamás me había abandonado.
— Sobrevivir Yulia, solo has hecho eso.
— Me acuerdo de todas las cosas que viví.
— Si, pero sino sucedió era porque no estaba en tu destino.
— Si tan solo pudiésemos vivir dos vidas, viviría de nuevo todo lo que hice solo para ser feliz como cuando estaba con él, pero después recuerdo que llore mucho y pase por tanto sufrimiento y quisiera mirar atrás para pensar un poco y entonces solo veo que él fue llenando su vida con cosas más importantes que yo, y no vi eso y destruí todo por su causa. Debo cerrar esa puerta de una vez Yigit.
— Ahora mismo deberías consultar a la doctora Alexandra. Si te soy sincero sospecho que estas anémica. — Su expresión sombría me dijo que hablaba en serio.
— No estoy enferma Yigit. — Solo me daba miedo soñar, pero a veces estaba tan indefensa ante el agotamiento que con solo tomar media píldora después ya no sentía nada más.
— Tienes pesadillas y apenas comes Yulia, además de estar pálida como una muerta. A mí no me engañas. — Nunca conseguía engañarlo.
— En otro momento. Ahora no tengo tiempo. — No era más que la verdad. Frote mis ojos doloridos.
— Cierto, pero iras al médico esta semana, pareces una moribunda. Ahora ve a esa reunión de una maldita vez y cambia tu aspecto fantasmal. Ponte un poco de color en esas mejillas, no te vendría nada mal.
— Contrataran mis fotografías Yigit no mi aspecto físico. Pero lo tendré en cuenta.
— No es que no confié en ti cariño, pero esperare aquí para verte salir por esa puerta. Chequeare tu apariencia y me cercioraré de que al menos te parezcas un poco a la mujer exitosa en la que te has convertido. Tienes un gran talento, no dejes que nadie te diga lo contrario. Eres la ganadora de un premio Pulitzer, que no se te olvide Yulia. — De eso era de lo único que me sentía completamente segura.
— De acuerdo. Espera aquí te sorprenderé y caerás de culo.
— Oh estoy deseándolo ver, mientras preparare el desayuno.
Me di un baño que me ayudo a relajar mis músculos los cuales estaban un poco agarrotados por el ejercicio realizado el día anterior, hacía ya algún tiempo que había vuelto a usar el gimnasio muy lentamente, según mi doctora ya no corría ningún riesgo. La reunión que tenía era una presentación más de tantas otras, pero debía verme bien al menos en ese momento. Fui buscando que ponerme y opté por un vestido negro ajustado sin mangas y con tirantes bastante anchos, su corte era un poco más abajo de mis rodillas y tenía un tajo que lo hacía algo sexy, pero para nada grosero. Elegí un par de botas en puntas por arriba de mi tobillo y del mismo color. Al terminar de ajustarme sobre el vestido un cinturón ancho el cual tenía una gran hebilla en dorado dándome así un toque de luminosidad, me observé en el espejo de cuerpo entero y me dije que no estaba nada mal. Busqué en mi closet una chaqueta que me trasmitiese seguridad y me decidí por una de cuero corta y en negro. Ese color me iba a la perfección. Hacía que mi cabello rubio esta vez recogido en un moño resaltase junto a mis ojos verdes. El maquillaje también estaba bastante bien, lo fundamental era esconder las ojeras que siempre llevaba surcadas en mi rostro por la falta de sueño y ahora mismo no se notaban. La cicatriz que llevaba conmigo en el centro de mi pecho había quedado a la vista entre el escote de mi vestido, pero no la maquillaría, no la ocultaría, era un símbolo de mi supervivencia que me recordaba lo que me había sucedió de forma trágica y en quién me había convertido. Allí viéndome al espejo recordé las veces que se me olvidaba el simple hecho de respirar, en esos momentos intentaba tranquilizarme, era como si me apretasen el pecho, mi garganta se cerrase y no fuese capaz de sentir el aire entrando en mis pulmones, como si no fuese un mecanismo natural del ser humano. Dolía más que el peor dolor que había sido capaz de experimentar en el pasado, no lograba inhalar y sufría apnea desde aquel día, se me hacía imposible respirar, perdiendo el oxígeno completamente por segundos. No había encontrado terapias, psicólogos ni fármacos que me hubiesen hecho olvidar por todo lo que había tenido que pasar, solo me habían proporcionado una base para enfrentarlo y por más que lo ocultase también estaba el hecho de que él se hubiese ido, que él estuviese ausente no evitaba su recuerdo para nada. No conseguía nada que me hiciese olvidar el pasado, que borrase aquel siniestro de mi memoria y además ¿cómo hacía para olvidarme todo lo que había vivido con la persona que aun amaba con toda mi alma? y que no podía arrancar de mi corazón. Por algún motivo había llegado a mi vida sin pedir permiso y dejado mi mundo dado vueltas. ¿Cómo podría olvidarme de su mirada, de sus manos, de su aroma, de sus besos, sus abrazos, de todas sus caricias, de su piel? Cuando todo eso había significado tanto. Pretender olvidarlo era recordarme diariamente que era imposible, si extrañaba hasta sus celos sin razón ¿cómo no iba a extrañar su cuerpo junto al mío? y cuanto más lo intentaba lo recordaba mucho más, pero en ese afán que tenía por no acordarme era lo que me tenía enferma de recuerdos. ¿Cómo hacía para empezar de nuevo¬¬¬? Después de dos largos años seguía haciéndome la misma pregunta y no había obtenido ninguna respuesta dentro de mí y sabía que no la iba a obtener. Ya había pasado mucho tiempo, demasiado para una mujer que aún seguía amando a pesar del dolor. Pese a mi crecimiento profesional no lograba olvidar, ni curarme emocionalmente y sabía que no iba a sanar si continuaba regresando contantemente a donde tanto me había hecho sufrir. Había pasado gran parte de mi vida corriendo bajo una sombra, y lo único claro que tenía era que cuando se amaba a alguien con todas las fuerzas del corazón nunca se debía dejar en manos del tiempo, porque este era implacable. No había manera de que no se rompiese la intimidad, entre amigos no habría diferencias supongo, pero en temas de romances todo aparentemente era muy diferente. De vez en cuando me imaginaba rencontrándome con él, encontrándomelo caminando por la calle, en la entrada de un cine o un café ¿Cómo sería? ¿Cómo me sentiría en ese momento al tenerlo frente a mí de nuevo? ¿Cómo reaccionaría? ¿Seriamos dos completos desconocidos después de todo lo que habíamos vivido juntos?
— Déjame decirte que te vez bastante bien. — Volví de mis pensamientos al sentir la voz de Yigit. — Buena elección. Casual, pero sin dejar de ser elegante y además tus ojeras no sobresalen de tu rostro como un mapache.
— Gracias Yigit. Tu opinión siempre es tan gratificante ¿no sé qué haría sin ti?
— De hecho, ¿yo tampoco sé qué harías sin mí? Desayunemos, no te vendrá mal poner algo de alimento en tu estómago. ¿Estas demasiado delgada o son mis ojos?
Después de haber desayunado más de la cuenta porque Yigit no dejaba de insistirme al respecto ya me encontraba conduciendo mi Land Rover Evoque blanca yendo de camino a la reunión de trabajo, dos años atrás no podía ni imaginarme al volante de una máquina de este tipo, pero todo había cambiado para mí, no quedaba absolutamente nada de esa mujer que había sido en el pasado. Estaba a punto de presentar mi último trabajo fotográfico realizado hacia tres semanas en las Islas Galápagos. Mi trabajo me llevaba a lugares increíbles, escalando montañas inalcanzables, navegado todo tipo de ríos y rápidos, caminando o andando sobre camellos en caravanas con beduinos en medio del desierto del Sahara Occidental por semanas. En una oportunidad había seguido la migración de elefantes más grande del mundo en el desierto de Namibia cerca de la frontera con Angola en medio de una devastadora sequia donde la fuerza de la naturaleza agitaba la arena seca formando enormes tormentas de arenas en un sofocante calor donde el viento transportaba el olor a podredumbre de animales que no sobrevivían ante aquel atropello de la naturaleza y donde por las noches la temperatura bajaba abruptamente a unos 30 ° bajo cero. Había convivido en la sabana africana en Kenia con tribus nativas como los Masái, yendo a refugios para animales, en safaris que me mostraron las maravillas de aquella espectacular vida salvaje dejándome sin palabras en más de una oportunidad y convirtiéndola en una experiencia inolvidable. Había permanecido por un mes entero en el Serengueti en Tanzania solo para observar el comportamiento de una familia de leones. Había recorrido desde Adís Abeba en Etiopia pasando por Asmara en Eritrea hasta Pretoria en Sudáfrica recolectando información que fuese de utilidad, pero volvería hacerlo, repetiría esas experiencias únicamente para poder tomar una buena fotografía. Me había convertido en fotógrafa profesional de National Geographic, a su vez era miembro de una de las asociaciones de fotografías más prestigiosas del país donde era extremadamente difícil conseguir una membresía. Me había costado demasiado esfuerzo, había vivido únicamente para ello los últimos años y en cierto modo era lo que me había mantenido a flote. En mi tiempo libre hacia trabajos para mí misma, para mi propia satisfacción y el viaje a Galápagos había sido uno de ellos, una experiencia increíble que hizo que de alguna manera me rencontrase con mi niña interior, un rencuentro que tenía pendiente desde hacía ya muchísimo tiempo. Había disfrutado del rumor de las olas, del vuelo de los albatros, de las gaviotas, del aire del océano sobre mi rostro. Era en eso pequeños momentos en los que llegaba a sentirme mejor conmigo misma. Cada momento, cada fotografía había valido la pena y hecho que el viaje fuese imposible de olvidar. Lo único que lamentaba había sido no haber podido disfrutarlo junto Yigit, pero él era anti naturaleza, era propenso únicamente a moverse dentro y fuera de ciudades, su estilo cosmopolita lo había absorbido por completo.
Las calles de New York no dejaban de confundirme a pesar de estar viviendo aquí hacía ya algún tiempo. Aún seguía sin poder ubicarme por la avenida Broadway. No solía visitar Manhattan a menudo, de hecho, era realmente incómodo para la gente que no le agradaba el bullicio, las calles llenas de multitudes, de olores, sin aire prácticamente, pero después de haber tenido que cambiar de ciudades varias veces junto a Yigit, los agentes federales decidieron que un barrio de clase alta en New York sería nuestra mejor opción para pasar desapercibidos al menos por un tiempo. El empleo lo había conseguido con mi nueva identidad, había sido difícil trabajar desde el anonimato, pero no imposible. Necesitaba llegar a tiempo al 437 Madison Avenue, entre la 49 y la 50, en el piso 39 de este edifico se encontraba la agencia de publicidad que me había contactado por mi trabajo en Galápagos. Por lo que me habían comentado telefónicamente contaban con una campaña para una empresa de viajes de las más reconocidas del país. La verdad era que lo último que quería era volver a pisar una agencia de publicidad, mi propia inestabilidad emocional no me lo permitiría. Sabía perfectamente que el solo hecho de entrar allí recordaría cada detalle como si hubiese sido ayer, aunque no se tratase del mismo sitio, todas las Agencias eran similares, recordaría incluso hasta el olor del café que preparaba Yigit. Si no hubiese sido por él y su desbordante locura no sé qué hubiese sucedido con mi vida sinceramente. Las cosas que nos van pasando a través de nuestras vidas nos van marcando, era una de las frases que él me repetía una y otra vez, pero yo sentía como si me estuviesen atravesando por dentro como un huracán destrozando todo a su paso sin detenerse ante nada ni nadie. La ansiedad se apoderaba de mí generando una preocupación extrema por prácticamente todo, tenía problemas para poder resolver mi nerviosismo y manejarlo, estaba irritable la mitad del tiempo, cansada y fatigada, me costaba horrores relájame y concertarme, el insomnio y despertares nocturnos me dejaban exhausta por el resto del día, debía luchar con los temblores, los dolores de cabeza y algunas dolencias que sentía sin motivo medico aparente. Después de lo que me había pasado, él simplemente se había ido. Y me había dejado destrozada, hecha pedazos por dentro. Llevaba años con ese peso sobre mi conciencia, no podía justificar lo que había hecho de ninguna manera. Cuando conviertes a un hombre en el centro de tu vida, te derrumbas cuando desaparece y cuando él se fue mi vida se hundió sin remedio. Me había dejado en tantas oportunidades en el pasado con la diferencia que esa última fue definitiva y en el peor momento de mi vida. No iba a volver, mi corazón lo sabía y mi vida se había vuelto un completo desastre. Había tenido que cambiar mi apariencia, de ciudad y hasta de nombre. Pero mi destino había sido escrito mucho antes. Yo ya lo había perdido siete años atrás, por no haber confiado en él y por influencia de otros. Si pudiese volver el tiempo atrás mis elecciones serian totalmente diferentes. Pero en estos momentos con veintisiete años y al ver nuestra historia sabía que por más que hubiese tomado otras decisiones me encontraría en el mismo sitio en el que estaba ahora mismo. No había nada que hacer, no se podía cambiar el destino de las personas ya estaba escrito para bien o para mal.
Cuando me encontré ya dentro del edificio y parada justo en frente a la puerta del ascensor, me quedé inmóvil allí mismo observando atentamente. Me recordé que podía dominar aquello, pero sentía una opresión en el pecho, no me permití mirar por encima de mi hombro para asegurarme que no fuese a aparecer nadie para atacarme. No me ocurriría nada, no tendría una crisis nerviosa, me recordé reiteradas veces. Me sentía un poco mareada pero ya era normal en mí ante aquellas situaciones similares. Solo usaba escaleras, simplemente no podía usar un ascensor, de hecho, mi apartamento estaba en el primer piso, lo había elegido por ese mismo motivo. Había buscado libertad a través de mi profesión siendo una forma de liberarme de algún modo y dos años de terapia me habían dado la capacidad para aprender a convivir con ello, pero no para olvidarlo, mi pasado, mi presente y hasta enfrentarme conmigo misma era algo con lo que debía enfrentarme todos los días. En mi adolescencia había creído morir una y mil veces y luego tras el ataque en el ascensor me recordaba sin cesar que había tenido una segunda oportunidad en mi vida. El sentir dolor era inevitable, el sufrimiento igual, pero había aprendido a vivir con ello. El cosquilleo en el pecho mi hizo desear los ansiolíticos los cuales llevaba en mi bolso, pero me recordé que eran nada más que una forma de hacerme sentir más tranquila. Busqué mi iPhone para solo escuchar la voz de mi terapeuta la Dra. Reichel solo para sentirme un poco más segura. Esperaba algún día dejar de necesitarla.
— Hola Yulia. Dime ¿Cómo te encuentras?
— Hola Doctora. Bien… es solo que estoy parada frente a un ascensor, pero completamente inmóvil no creo que sea capaz. — Mis manos comenzaban a temblar lentamente.
— ¿Haz hechos los ejercicios de respiración Yulia?
— Lo he estado intentando.
— Eso ya es importante. Yulia, escucha, a veces lo mejor que nos puede pasar es tocar esos puntos que nos duelen demasiado para que sanen de una vez ¿Se entiende? Porque tu llegando a ese punto, más de eso no va a doler, entonces a partir de allí lo que empieza es la sanación, la aceptación y es lo que te va a dar a ti la posibilidad de desenvolverte y poder subirte a un ascensor y que no siempre estés en esa actitud de defensa. Hoy en el presente no está, y ya no es parte de tu vida, hoy lo puedes controlar. Eso fue un hecho puntual, uno terrible, pero eso no te marcara de por vida si tú lo determinas. Los hechos no son etiquetas que vamos a llevar el resto de nuestras vidas, son aprendizajes que nos hacen crecer y cuanto más duros son más aprendemos y cuando entendemos que están allí para darnos el poder que tanto necesitamos, para ayudarnos a superar este tipo de episodios, allí nos hacemos más fuertes. Ahora dime ¿has tomado la medicación hoy?
— Si. Si. Solo que no me siento segura.
— De acuerdo. Ahora quiero que intentes subir a ese ascensor ¿sí? Nos veremos esta semana a la misma hora de siempre.
— Gracias Doctora.
— Confió en ti Yulia, tú también deberías de hacerlo. Trabaja en eso.
De pronto volví hacer lo que no había hecho durante casi dos años, subirme a un ascensor. Al ir entrado en él no podía dejar atrás esa sensación que iba más allá del miedo, un terror casi inexplicable, sofocante, haciendo que mis manos no dejasen de temblar ante ese simple hecho. El pánico se iba apoderando de mi cuerpo dejándolo inmóvil por completo, no podía pensar más en ello. Debía arrinconarlo, cerrarlo bajo llave, hasta que estuviese más fuerte. No podía volver a desmoronarme o terminaría de nuevo internada con médicos analizándome. Debía dominarlo. Mantenía la respiración a medida que iba subiendo piso por piso, haciendo esfuerzos por no dejarme arrastrar por aquella horrible sensación, un tramo más y se abrirían las puertas. Me sentí aliviada cuando la puerta se abrió y pude salir al pasillo. Por fin logre volver a recibir el aire como una bendición dentro de mí llenando mis pulmones. Respiré profundo, hondo, hasta que no tuve que esforzarme para respirar y me recordé que seguía viva, que no había muerto aquella noche en aquel ascensor y como para tenerlo presente lleve mi mano al centro de mi pecho para tocarme en donde una bala me había atravesado desgarrándome y donde tenía la cicatriz que llevaba conmigo desde aquel día. Inicialmente solo había sentido un zumbido muy fuerte, casi una especie de sonido como un "timbre” que apenas sucedió, pero sorprendentemente muy ruidoso, como dos abejas dentro de mis oídos. El "ping" inicial lo había escuchado antes de que comience esa especie de timbre, como si alguien golpeara metal contra metal, pero muy agudo. Después de eso comenzó a sonar muy fuerte y aterrador, pero no registre dolor en ese instante. Luego sentí una presión muy aguda en el lugar donde me habían disparado y pude sentir que comenzaba a salir sangre corriendo por mi pecho, tibiamente. La visión se me había vuelto borrosa al instante, tan pronto como recibí el disparo, como un interruptor de luz, pasando de perfectamente normal a opaca. Vi esas "líneas" que se encuentran en el globo ocular muy oscuras de color negro o rojo oscuro, como los vasos sanguíneos que están en la pupila. Pasé mis manos por mi pecho y estas se cubrieron de sangre y fue en ese mismo instante en el cual me había desmayado. Luego había despertado en un hospital junto a Yigit. El dolor comenzaba cada vez que despertaba cuando la adrenalina disminuía. Era insoportable, como si alguien me estuviese haciendo un agujero en la piel, perforando el pecho y quemando el tórax. No podría describirlo, así de horrible había sido. Era tan insoportablemente doloroso que pensaba en cada segundo que pasaba, donde los segundos los sentía como días enteros hasta que el dolor fue disminuyendo muy poco a poco por completo. Había resultado muy traumático, afortunadamente la bala no golpeó ningún órgano interno. La rehabilitación me había llevado más de dos meses, pero las secuelas habían quedado por dentro, la paranoia se había vuelto parte de mi vida cotidiana, una aguda neurosis me provocaba diariamente trastornos y alteraciones emocionales mezclada con una psicosis sufriendo cambios en mi personalidad y hasta había perdido el sentido de la realidad en algunas ocasiones y tuve que aprender a convivir con ello, superándolo día tras día. Alguien había tratado de matarme una vez, y me había pasado los dos últimos años temiendo que volviesen a intentarlo. Los agentes federales me habían ayudado desde un primer momento en cuanto desperté en el hospital al convertirme en un testigo protegido ya que el hombre que había cometido el delito era sospechoso de estar involucrado con el crimen organizado y el agresor había huido luego de haberme disparado. Me habían hablado sobre los U.S Marshal y su programa para víctimas que cooperaban dando sus testimonios y podían reconocer al atacante como era el caso, por lo que mi vida seguía corriendo peligro y por lo cual estaba bajo la protección de la policía. Los agentes Liz Keen y Raymond Rostova me habían protegido desde entonces y la protección se había extendido hasta mi familia cortando todo tipo de vínculo, ellos también habían entrado en el programa. Aun recordaba a la perfección cada momento, cada pregunta cuando tuve que dar mi testimonio ya que era la única testigo del ataque. Me la habían hecho allí mismo en el hospital en cuanto había despertado.
— Cuéntenos Sra. Harriet que ha sucedido. — La agente Keen había sido la que comenzó con el interrogatorio, lo recordaba a la perfección, era joven, pero su cara era de una seriedad absoluta junto a unos ojos muy sagaces.
Las palabras habían surgido por sí solas. Les describí toda la situación desde esa misma tarde hasta el momento del hecho y todo lo que había vivido los días anteriores con suma eficacia, recordando hasta el mínimo detalle hasta que el agente Rostova tuvo que decirme que descansara un momento, pidiéndome que me tomara un tiempo. Les conté la conversación que había escuchado previamente esa misma tarde palabra por palabra. La agente Keen menciono que mi testimonio era muy preciso, recuerdo haberle mencionado que tenía memoria eidética, era como la memoria ram de un ordenador donde almacenaba todo sin mayor esfuerzo. Fue allí que ellos me habían prometido que cuidarían de mí y que me mantendrían a salvo. Me explicaron la difícil situación y las precauciones que estaban tomando conmigo y mi familia. Uno de ellos estaría conmigo en todo momento. Me habían prohibido usar mi correo electrónico y mucho menos participar en foros ni redes sociales de hecho habían eliminado todos mis perfiles. Luego había tenido que testificar ante el fiscal general y donde tuve que volver a pasar por toda la situación una vez más, narrando cada paso de nuevo, volviendo a dar explicaciones y yendo hacia atrás para volver hacia adelante y retroceder de nuevo, recordaba que habían grabado la entrevista, me parecida estar viviendo una película, pero en donde la protagonista no era otra que yo misma. Habían cambiado mi identidad, dejando atrás todo lo que fui en el pasado. Podía contar con una mano las veces que me habían permitido salir en esos días, hasta que el atacante fue detenido y tuve que hacer una ronda de reconocimiento para identificarlo. No había tenido que hacer demasiado esfuerzo, lo llevaba grabado en mi memoria detalladamente.
Saque aquellos dolorosos recuerdos de mi mente y en ese momento me recibió una chica muy atenta que termino por traerme del todo de vuelta de aquella situación y me hizo tomar asiento mientras esperaba mi entrevista. No habían pasado más de diez minutos cuando volvió para acompañarme hacia una doble puerta de vidrio, lo que ella llamo sala de juntas.
— Pase por aquí señorita, el director de la Agencia la recibirá en este mismo momento. Adelante.
— Muchas gracias. — ¿Podía una persona quedarse sin aliento en menos de diez minutos? Lo acababa de comprobar. Aquella sensación de perplejidad se me hacía casi imposible de explicar, él estaba parado frente a mí, mirándome como hacía mucho tiempo que no lo hacía. No pude articular ni una sola palabra porque mi mente no asociaba nada de lo que estaba sucediendo en ese preciso instante. La chica pregunto por café y asentí por inercia porque de hecho hacía más de dos años que ya no lo bebía. No podía quitarle los ojos de encima. Mi corazón latía demasiado deprisa, zumbando en mis oídos incesantemente. Mis nervios me podían en esos momentos y note que mis manos se habían puesto frías y húmedas.
— Te ves muy linda ¿Quieres tomar asiento? — El rompió el hielo como lo había hecho siempre y no me extraño en lo absoluto. Después de dos largos años lo volvía a ver. La historia de mi vida, esa historia que había cambiado mi vida entera por completo. Parecía como si hubiese retrocedido siete años en el tiempo. Estaba paralizada ante su presencia. Lo único que logre hacer fue llevarme una mano hacia mi pecho en un auto reflejo para poder sentir que aún seguía respirando con normalidad por mis propios medios y recordándome la herida que llevaba grabada en el alma por causa suya y en la piel por el disparo. Automáticamente puse una barrera, mezcla de coraza y defensa imposible de acceder, marcando una distancia entre nosotros. No conseguí acercarme, tocarlo, no pude hacer nada de todo lo que había tenido ganas de hacer durante aquel largo tiempo. Solo mirarlo a esos ojos color café que habían sido mi perdición y a su vez en incontables ocasiones un inventario de culpas. Nadie podía vivir del pasado, pero yo había sobrevivido del recuerdo de él cada día de mi vida. Me recordaba todas las noches desde que él se había ido que nada duraba para siempre, pero el destino se encargaba de ponerlo de nuevo frente a mí y me sentía más intimidada en ese momento que en todas las oportunidades en que lo había encontrado en el pasado entre cientos de personas junto a su esposa. Eso era realmente grave, algo dentro de mí me lo estaba diciendo a gritos. Había pasado mis últimos años soñando con él, con este encuentro y era tan solo eso, una aventura más al final de la tarde. ¿Cuántas ganas de besarlo, de abrazarlo? ¿Pero cuánta distancia había entre nosotros? ni siquiera con todo el tiempo que había pasado era capaz de llamarlo por su nombre, me dolía de solo tener que pronunciarlo. Había deseado tanto que volviese a quererme, que no me hubiese destruido ni lastimado hasta ese punto. Él me había enseñado en el pasado que había bondad en este mundo y yo había abierto mi corazón gracias a él, quitándome mis miedos cuando una parte demasiado grande de mis recuerdos de mi adolescencia estaban destruyéndome y eran excesivamente oscuros para mí, él había sido mi único camino. Él me había enseñado a amar y a que con el solo hecho de estar abrazada a su cintura no necesitaba nada más, pero nunca me había enseñado a vivir sin él, a convivir con ese frio en alma, no me había enseñado como se hacía para romper con aquel silencio cruel de no haber sabido más sobre él. Había escuchado tantas veces que el tiempo lo curaba todo, pero yo sabía que no había tiempo para mí que me hiciese olvidarlo, porque estaba segura que, aunque conociese a otras personas estaría siempre deseando volver a él, porque no sabía ser feliz sin él.
— ¿Qué sucede? — Me pregunto sin ninguna preocupación como siempre. Así como si nada hubiese sucedido, como si el tiempo no hubiese pasado.
— ¿En qué piensas? — Le pregunte con un nudo en mi garganta que me impedía tragar. Necesitaba un por qué. Una maldita respuesta, él simplemente me observo por varios segundos.
— En lo que he perdido.
— ¿Lo que has perdido por huir de mí? ¿A eso te refieres? — Sola una maldita explicación.
— Yulia yo no hui de ti.
— Lo hiciste. — Le grite conteniendo mis lágrimas.
— Tú no confiabas en mí ¿o no lo recuerdas?
— Confianza. Confianza — Le repetí gritándole en su rostro. — Sigues sin entender nada.
Solo habían sido algunos segundos, pero para mí fue como una eternidad donde los segundos se convirtieron en nada, simplemente el tiempo se detuvo allí. En ese mismo instante solo quería desaparecer de esa maldita oficina impregnada de su presencia, de su olor que me sofocaba llevándome a lugares donde ya no podía volver. Necesitaba estar sola, era lo único en lo que podía pensar y de repente al volver a verlo a él me habían entrado ganas de ver los lugares que habían marcado mi vida, de volver a ser la mujer que había sido en el pasado y a la cual había olvidado por completo. Había ciertos momentos en que tenía ganas de volver atrás y de ver nuestra historia, era como voltear la página de un libro que se estaba contando para poder seguir adelante, simplemente era eso. Me aferre con fuerzas a mis carpetas que contenían el material fotográfico y di media vuelta de camino a la puerta, logre que mis piernas no me fallaran al menos eso pude controlar, necesitaba salir de allí lo antes posible, quería llorar, gritarle e incluso pegarle, decirle todo lo que me había guardado durante tanto tiempo. Pronuncio mi nombre como un ruego, pero no me detuve y fue en ese momento cuando sentí que rozaba mi brazo agarrándomelo para que no me fuese, maldije usar la chaqueta con las mangas recogidas, de esa manera no hubiese sentido su piel tocándome. Me giró hacia él para que lo viese de frente a la cara.
— ¿Cómo me encontraste? ¿Para qué me hiciste venir? ¿Para qué volviste? ¿Quieres arruinar mi vida de nuevo? — Sentí que mis lagrimas se desliaban a través de mis pestañas y empezaban a salir a raudales, no pude contenerlas por más tiempo, eran nada más ni nada menos el símbolo de la tristeza que llevaba latente dentro de mí, cada lagrima que se deslizaba por mi mejilla era un poquito de esa inmensa amargura y las palabras fueron quemando mi garganta al salir al punto de arderme al decirlas. — Ya me rompiste el corazón y te fuiste. Yulia no existe más, no queda nada de ella, ni mi nombre ya es el mismo, ¿qué más quieres de mí?
— No creas que yo no lo sufrí, que no lo sentí. Lo lamento. Pensar que estuviste en peligro, en una clínica, luego en terapia y por todo lo que tuviste que pasar después no puedo perdonarme por eso. Hubiese dado cualquier cosa para que nada sucediera de esa manera.
— No necesitas lamentarlo, yo ya lo lamenté lo suficiente. No estabas, de hecho, seguramente no has vuelto a los Estados Unidos por mí. ¿No sé qué diablos estás haciendo aquí ahora? pero no me interesa. — Tire de mi brazo para zafarme de su mano la cual sentía como si me estuviese incendiando la piel al rozarme. — Aléjate de mí.
— ¡No podía quedarme Yulia! ¿Qué hago para que me entiendas?... Porque tú nunca me creerías.
— ¿Te inventaras algún motivo? ¿Como un acto piadoso acaso?
— No tengo nada que inventar. Tú querías que me fuese. ¡Es lo que querías!
— Tu elegiste irte. En cambio, yo me quedé y sufrí las consecuencias. Te fuiste cuando más te necesitaba y si me hubieses querido no lo habrías hecho.
— Tú eres la que sigue sin entender nada, eres una cabeza dura. Dijiste que ya no querías verme.
— Tú ya me habías dejado muchas veces antes, pero yo nunca me fui. Estaba tu esposa y no me fui. Todos me decían que me fuese, pero no me fui. Estaba convencida de nosotros, de lo que sentíamos el uno por el otro, pero te fuiste y no volviste por mí, ¿quieres marcharte de nuevo? Largarte, no quiero volver a verte. ¡Lárgate! — Mientras pronunciaba aquellas palabras mis lágrimas no dejaban de caer por mí rostro, y por impulso me largue a golpear su pecho y él dejo que lo hiciese, luego sujeto mis muñecas para intentar tranquilizarme. El dolor inmenso que llevaba en mi alma, junto a una tristeza desmedida, la angustia guardada en mi interior y la tremenda decepción hacia él, todo lo que por años había guardado salió con fuerza, con rabia y con una tremenda desilusión, tan profunda y dolorosa que mi pecho no dejaba de sentirlo. Pero lo veía allí parado y solo quería lárgame a sus brazos, mi lugar preferido en todo el mundo y me odie por eso, pero no para golpearlo sino para quedarme, porque sabía en lo más profundo de mi ser que él era el único que podía juntar todas mis partes rotas y unirlas de nuevo.
— Hablemos por favor. A parte de toda la rabia que acabas de sacar ¿no tienes nada más para decirme después de todo este tiempo? Bombón yo te voy a querer toda mi vida.
Esas palabras me desarmaron más de lo que ya lo estaba, abriendo en la profundidad de mi alma heridas que aún no habían cicatrizado. Me fueron rompiendo un poco más y la pena que aun retumbaba en mi me golpeo más allá de mis capacidades de razonar. Allí entendí que los sentimientos no entendían de ninguna razón, ni lógica alguna. Hacía más de dos años que no escuchaba que me llamara bombón, y hasta ese momento no me había dado cuenta de lo mucho que extrañaba su voz.
— Siempre que la realidad te llamo me dejaste. No tengo nada más que decir. Solo me causaste cicatrices, pero se terminó. No mereces ni una sola palabra más de mí.
Logre soltarme de su mano. Junte fuerzas como pude y me aferré a mis carpetas como si en ello se me fuese la vida y salí sin mirar atrás de aquella oficina donde sentía que me ardía el alma por completo. En el momento en el que subí al ascensor no me percate del hecho. No sentí el pánico que siempre me provocaban al recordar aquella noche. Solo lo sentía a él en cada célula de mi cuerpo.
Salí corriendo hacia la calle y sentí la lluvia que empapaba mi rostro como un refugio al juntarse con mis propias lágrimas por la inmensa amargura que no dejaba de crecer dentro de mí. Le había dicho que no tenía palabras, pero lo cierto era que no las necesitaba. Porque yo seguía siendo suya y él había sido y aún lo era, mi mundo entero. Solo había podido verlo a él a nadie más. Estaba tatuado en mi cuerpo y en mi alma y hasta en la sangre que corría por mis venas. No tenía palabras que decir, porque todas ellas eran él. Había personas y hechos que estaban marcadas en el destino de cada uno y él había marcado a fuego el mío.

1 komentar
Halo Marina.
Saya membaca tulisan Anda seolah-olah itu sebuah cerita pendek. Sebuah novel seringkali dimulai dengan sebuah cerita pendek. Karakter sang fotografer sangat kuat; tema yang mendasarinya adalah hubungan yang toksik, dengan ketergantungan pada seseorang yang, ketika meninggalkan kita, membuat kita tak mampu melanjutkan hidup. Sayangnya, ini sangat topikal. Apakah Anda ingin menulis novel dengan cerita ini? Pikirkanlah, dan susunlah alur cerita secara bertahap, seperti yang akan saya jelaskan dalam kursus ini.
Untuk penulisannya, berhati-hatilah dengan pengulangan kata-kata seperti "semuanya", dan selalu ingat saat menulis bahwa lebih baik menunjukkan perasaan daripada menceritakannya. Dengan kata lain, menggambarkan karakter yang sedang menangis lebih kuat daripada sekadar menulis "dia sedih". Tunjukkan karakter fotografer dalam kehidupan sehari-harinya, bagaimana ia mengalami ketidakhadiran kekasihnya. Ini akan membuatnya lebih kuat.
Semoga beruntung dan teruslah berkarya dalam tulisanmu.
Hai Cristina! Terima kasih atas saranmu. Akan sulit bagiku untuk mengubah topik cerita karena aku sudah menulis 160 halaman dan aku harus mulai dari awal. Proyek yang kuunggah ke kursus ini baru pendahuluan. Aku akan mulai dengan menceritakan bagian pertama, atau awal cerita, dengan bagian kedua yang dimulai di masa sekarang. Aku akan mengingat masalah pengulangan kata dan mencoba menunjukkan perasaan; setidaknya aku akan mencoba! Aku tidak tahu bagaimana membuatnya berhenti menjadi cerita pendek dan mengambil bentuk novel; itu sangat sulit bagiku. Aku ingin pendahuluan yang agak lebih pendek, tetapi aku telah mengubahnya sedikit berkat komentarmu. Bisakah kamu mengirimkan setidaknya beberapa halaman pertama dari bagian pertama agar aku tahu bagaimana perkembanganku? Terima kasih banyak atas komentarmu. Salam hangat!
Laut.
Wah, Marina, ceritanya bagus sekali, dan itu baru permulaannya. Jelas, saya tidak punya keahlian seperti guru kami; saya melihatnya dari sudut pandang pembaca biasa: Saya suka sekali!!!
Saya rasa cerita Anda berpotensi menjadi novel yang bagus; kalau tidak, profesor brilian kita tidak akan mengundang Anda untuk mengubah cerita itu menjadi novel. Anda sudah memilikinya di tangan Anda. Kedengarannya bagus bagi saya, dan kita berada di tangan seorang penulis hebat.
Selamat.
Salam dari Cancun, Meksiko.
Roger A. Rodriguez.
Saya ingin mengomentari sesuatu untuk tumbuh melalui kritik.
1.- Saya rasa cerita terbaik langsung menarik perhatian sejak beberapa halaman pertama atau bahkan beberapa paragraf pertama. Saya ingin Anda memulai cerita dengan gambaran tentang apa yang menanti kita jika kita terus membaca.
2.- Pengamatan Cristina López sangat akurat karena dia memiliki penglihatan yang ahli, jauh lebih maju daripada orang biasa seperti saya.
3.- Pembaca rata-rata harus menemukan sesuatu yang menarik dalam cerita; jika mereka terpikat, mereka tidak akan meletakkan buku itu.
4.-Saya pikir pendahuluan itu seperti "Trailer" sebuah film, ia memberi tahu kita tentang apa ceritanya nanti.
5.- Jika ada pendapat, itu karena cerita Anda telah dibaca.
Salam dari Querétaro, Meksiko.
Masuk atau bergabung Gratis untuk berkomentar