Aprendí a tejer antes que a leer y escribir, gracias al amor y paciencia de mi abuelita que entendió que como mis manos eran tan pequeñitas, no me sería cómodo tejer con palillos o aguja crochet de tamaño adulto. Así fue que me enseñó a crear mis propios instrumentos usando los palitos plásticos de los chupetines de caramelo.
Contándome el cuento de una gallinita que iba a buscar un granito de maíz, me explicaba cómo era hacer un punto al revés o al derecho y mas tarde los puntos de crochet. A partir de ese momento, todas mis muñecas tuvieron ropa tejida de verano e invierno y yo tejí feliz y orgullosa de saber hacerlo por el resto de mi vida. Hoy tengo 65 años, llegaron mis nietos y espero transferir esa sabiduría a mi familia.
Durante toda mi vida he tejido para mí o por pedido; estoy segura de que nunca termino de aprender y me apasiona que esto sea así.
Hace menos de un mes empecé a incursionar en Amigurumis y estoy feliz de tener un inmenso universo por conocer ante mis ojos. Estoy de verdad asombrada de tantas formas de expresarme. Siempre he sigo artista gráfica y tejedora de alma. Hoy se reúnen estas dos maravillosas técnicas para descubrir que sigo siendo la niña que, sentada a los pies de su abuela, miraba sus manos, extasiada observaba cómo tejía y tejía a crochet muchas horas y de sus hilos nacían cosas maravillosas. Aun tengo muchas de sus obras y las uso y disfruto con el mayor amor que guardo en mi alma.
Así que a partir de hoy, mi vida cambia una vez mas...¡y voy por ello!
Un abrazo,
Brunella