Mi Proyecto del curso: Técnicas narrativas para libros infantiles
Mi Proyecto del curso: Técnicas narrativas para libros infantiles
por Patricia Gallo @patriciaogallo
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Vhaldivya
Patricia Gallo
Capítulo 1. El frasco
Desde que empezaron las vacaciones cada día iban a la laguna. Hoy estaban más cargados que lo habitual, porque pensaban quedarse hasta el atardecer. Pablo había visto un árbol de coronillo y estaba seguro de que iba a encontrar orugas de mariposas. Rogelio y Julia se sumergirían sin culpa en una de sus interminables partidas de ajedrez.
Llegaron cerca del mediodía. Mientras Pablo se perdía en los árboles y Rogelio acomodaba la manta para el picnic, Julia vió un reflejo entre las flores y se acercó a ver. Sólo era un frasco, alargo la mano para agarrarlo, pero se quedó paralizada. No gritó ni llamó a sus amigos, retrocedió sin poder creer lo que veía.
—¿Qué te pasa? Parece que viste un fantasma—dijo Rogelio sorprendido. No era normal ver a julia asustada.
Sin hablar, agarro el brazo de cada uno de sus amigos y los llevo hasta las flores.
—¡Por favor, necesito ayuda! —dijo una voz dentro del frasco.
Los tres se quedaron paralizados, lo que les hablaba pidiendo ayuda era una vaca amarilla en miniatura. La curiosidad de Pablo fue más grande que su miedo y le preguntó.
—¿Necesitas que te saquemos?
—¡No, no! —dijo rápidamente—no debo salir del frasco. Necesito que me lleven a Vhaldivya
—¿Y eso dónde queda? —preguntó Pablo.
—No debería decirles, pero esto es una emergencia. Vhaldivya es mi hogar. Un mensajero se encargaba de mi traslado, pero hubo un problema. Hace dos días que estoy acá, si no me llevan ahora mismo, voy a tener que salir. Y eso sería desastroso en este lugar.
—¿Y qué tenemos que hacer? —dijo Julia
—Deben llevarme hasta el gran ombú, rápido, ¡por favor! —dijo la vaca
Agarraron el frasco y empezaron a correr. Llegaron en diez minutos.
—¿Y ahora qué hacemos?
—Debemos acostarnos bajo la rama que apunta al este y mover las piernas como si camináramos.
Julia se acostó rápidamente y empezó a mover las piernas.
—¿Qué haces, estás loca? —grito Pablo.
—Tenemos que llevar a la vaca.
—Yo no voy a ir a ningún lugar donde haya vacas en miniatura.
—Por favor, no discutan. No me queda mucho tiempo—dijo la vaca.
—Vos quédate si querés—Julia se acostó, empezó a mover las piernas y en unos minutos desapareció.
¡Julia! Gritaron sus amigos
—Debemos ir—dijo Rogelio.
—No. Yo no voy. No sabemos nada de ese lugar. Puede haber animales salvajes, monstruos. Si existe una vaca en miniatura, pueden existir cualquier tipo de criaturas— dijo Pablo en estado de pánico.
—Por eso mismo. ¿No tenés ganas de saber qué hay más allá? Aparte no podemos dejar a Julia sola.
No se decidía, caminaba de un lado a otro.
—Dale, vamos juntos —dijo Rogelio.
—Bueno—dijo Pablo suspirando. Juntos se acostaron bajo de la rama, y con los ojos cerrados comenzaron a caminar.
Capítulo 2: Vhaldivya
—Abrí los ojos—dijo Rogelio.
Lo que había ante ellos era un frasco gigante con una vaca gigante dentro.
—¿Cómo te volviste tan grande? —preguntó Rogelio.
—Ella no creció —dijo Julia sonriendo- fuimos nosotros que nos encojimos.
—¡Ay, no! —dijo Pablo— Somos una miniatura.
—Van a tener que ayudarme a salir— dijo la vaca y entre los tres abrieron la tapa del frasco—Ahora tenemos que ir al castillo de la reina. Es urgente que le entregue el mensaje.
—No, no—dijo Rogelio—tenés que decirnos quién sos vos, qué es este lugar.
—No hay tiempo—dijo la vaca—vamos y les voy contando. Y como los chicos no tenían otra opción siguieron a la vaca.
—Yo me llamo Viridiana, y soy una de las consejeras de la reina. La Gran Vhaldivya está enferma, plantas, animales, insectos, personas, todo se está marchitando lentamente. No conocíamos la causa. Fui encomendada por la reina para asistir al concilio de las cuatro regiones. Tardamos más de lo que creíamos y por eso ustedes me encontraron en el lago. El mensajero que me llevaba pasó demasiado tiempo en la tierra, olvidando la misión y quién era yo, por eso me dejó abandonada. El aire de Vhaldivya nos hace pequeños, pero el aire de la tierra nos hace grandes y si permanecemos mucho tiempo ahí nos hace olvidar quienes somos. Por eso los mensajeros nos trasladan en frascos. Ellos corren el riesgo para pasar desapercibidos entre las personas de la tierra. Ustedes ahora son pequeños por respirar el aire de Vhaldivya.
Al observar el lugar los chicos vieron un hermoso bosque donde los árboles eran tan grandes y abundantes que sus ramas se cruzaban formando un techo, y mirar hacia arriba era ver metros y metros de ramas formando una trama de los más diversos gajos. Llegaron cuando comenzaba el atardecer y les llamó la atención porque ellos creían que era el mediodía. Se lo comentaron a Viridiana.
—Hace tiempo que vivimos en un atardecer permanente. Todo se está apagando lentamente. Las flores y los animales teníamos colores fuertes y brillantes. Ahora todo está mustio.
—¿Por qué vos no estás enferma? —preguntó Julia.
—Cuando fui al concilio—dijo Viridiana—me sentía sin fuerzas, mi piel se estaba apagando, pero ahí me dieron este polvo amarillo, y todos los días pongo un poco sobre mí— Pablo miro el polvo, le hizo recordar algo, pero no dijo nada.
A medida que iban caminando vieron muchos animales de los más diversos colores. Cascarudos fucsia, abejas turquesas, hormigas de todos los colores, ovejas rosas, caballos plateados, y mariposas miles de mariposas multicolores y gigantes (para ellos). Todos tenían un hermoso color pastel. No parecían enfermos.
Capítulo 3- Ciudad de Petha
Las mariposas se acercaron y les dijeron.
—Podemos acompañarlos.
—Qué gran idea—dijo Viridiana y se subió a una mariposa—. ¿Qué esperan? —les dijo a los chicos.
—¿Por qué tenemos que subirnos? —dijo Rogelio.
—Volando vamos a llegar más rápido.
—Yo no voy a subir en una mariposa, son muy frágiles—dijo Pablo. Julia y Rogelio tampoco estaban seguros de hacerlo.
—No somos como las mariposas de la tierra, somos fuertes como dragones—dijo una mariposa.
Sin mucha convicción, los chicos se subieron. Realmente eran fuertes como dragones. Se aferraron a sus cuellos aterciopelados y cuando levantaron vuelo fue como si flotaran, pues las mariposas volaban sin hacer ruido y ni siquiera movían el aire alrededor.
El vuelo era sereno y suave, y lo estaban disfrutando, cuando de repente empezó a soplar un viento tan fuerte que las mariposas no pudieron seguir, iban a descender, pero una ráfaga se los impidió. “Agárrense fuerte” gritaron las mariposas y empezaron a girar descontroladamente sin poder hacer nada. Los chicos se aferraron lo más fuerte que pudieron y cerraron los ojos. No supieron cuánto tiempo estuvieron girando sin rumbo cuando el viento empezó a detenerse y las mariposas descendieron.
El lugar que los rodeaba era completamente diferente, rocoso y desértico.
—Nosotras no podemos seguir—dijeron las mariposas—debemos ver los daños que provocó el viento y regresar, estamos muy lejos de Skóglendi y aquí no hay flores.
Viridiana les agradeció y se apresuró a seguir camino, pero los chicos estaban mareados, agotados y querían descansar.
—No podemos quedarnos en la ciudad de Pethra. Ellos estaban en contra de que yo fuera al concilio y no van a estar contentos de mi regreso.
—¿Y por qué se oponen? — preguntó Rogelio.
—Cómo a ellos el cambio no les afecta creen que es mentira que estamos enfermos y que no tiene sentido lo que hacemos.
—Pero si acá no hay nadie—dijo Julia. Pero al decir esto las rocas comenzaron a moverse y lo que parecía inmóvil, empezó a cobrar forma y movimiento y de pronto estaban rodeados de hombres rocas.
—Nadie pasa por nuestra ciudad—dijeron varias voces que parecían pronunciadas desde una cueva.
—Debemos ver a la reina—dijo Pablo.
—Nadie pasa por nuestra ciudad— volvieron a decir y las voces se reproducían como eco. Por mucho que se quejaron no pudieron hacer nada. Los hombres rocas los empujaron y encerraron en jaulas que estaban hechas de su mismo material.
—¿Y ahora qué hacemos? —dijo Julia.
—No nos queda otra cosa que esperar—dijo Viridiana.
—¿Esperar qué? Algo tenemos que hacer—insistió Julia sin poder creer su tranquilidad.
— En Vhaldivya, tarde o temprano todos hacemos lo que tenemos que hacer, las rocas detenernos y yo cumplir con mi misión.
—¿Y cómo lo vamos a hacer estando encerrados? —dijo Rogelio. Y cada uno en su jaula empezó a mirar si había una roca floja, si había un palo para golpear, si algo se movía, si había una rendija lo suficientemente ancha como para pasar, pero todo en vano, y la noche comenzó a avanzar sobre Vhaldivya.
De pronto, ojos y risas chillonas, empezaron a rodearlos, pero al preguntarle a Viridiana qué era, dijo que todo era posible y era difícil saber qué o quién era.
Varios días estuvieron encerrados. Los hombres roca les traían frutas y agua una vez al día, pero con sus voces de eco, les decían que nunca iban a salir.
Las frutas y sobre todo el agua producían en los chicos una sensación de esperanza y poco a poco se fueron contagiando del espíritu positivo de Viridiana. Por las noches, ojos, risas y murmullos llenaban la oscuridad.
Capítulo 4- Brandáris
Al amanecer del quinto día las columnas que formaban sus jaulas comenzaron a deformarse y a verse ojos y piernas y brazos. De pronto estaban rodeados de duendes que reían, saltaban, gritaban con sus voces chillonas. Habían estado camuflados y eran suyos los ojos y risas que vieron y oyeron por las noches.
Los chicos le preguntaron a Viridiana y les dijo que eran Brandáris, duendes camaleones, criaturas alegres y divertidas.
—¿Qué hacían escondidos? — preguntó Viridiana.
—Nos divertíamos viéndolos desesperarse e intentar abrir las jaulas—dijo un duende.
—Jí, jí, jí, ninguno de ustedes podía abrir— dijo otro.
—Ja, Ja, ja—se rieron—se debe ser duende para poder salir.
—¿Ustedes pueden abrirlas? —preguntó Rogelio
—Claro, somos duendes—dijeron varios.
—¡Y por qué no nos sacaron! —dijo Julia.
—Por qué era aburrido.
—Pero hace días que intentamos salir—dijo Pablo.
—Sí, fue muy divertido—dijeron entre risas chillonas.
—¿Nos pueden sacar ahora? — dijo Rogelio.
—Sólo si nos hacen divertir.
—Los duendes—dijo Viridiana—son traviesos y alegres y sólo hacen cosas por diversión, les gustan muchos las rimas absurdas y graciosas. Empiezo yo.
Una naranja con cara en la panza
Va al baile vestida de organza
Zapatos no llevó
Pero no le importó
Porque bailo el rock en la balanza
—¡Ja, ja, ja! —rieron los duendes.
—Yo no sé hacer rimas— dijo Rogelio.
—Pruebo yo— dijo Julia.
Un mono que es requetemuy saltarín
Y pasea por la selva en patín
Que se llama Leo
Pero yo no creo
El debería llamarse monopatín
Los duendes se reían a carcajadas e imitaban a un mono andando en patín
—Pruebo yo— se apresuró Pablo.
Baldomero salió en viaje hacia Japón
No en burro o en vaca, a lomo de un ratón
Cuando vió de cerca el mar
Dijo: yo no sé nadar
Y viajaron cada uno en un melón
—No me gustaría llevar a nadie—dijo Viridiana.
—Lo siento— dijo Pablo.
Pero a los Brandáris les gustó mucho.
—Falta uno—dijeron y miraron a Rogelio. Con vergüenza comenzó a decir:
El perro D´Artagnan iba en su coche
De color verde en lana punto croche
Y cuando este se encendió
Toda su forma se perdió
Y tuvo que colgarlo de un broche.
Luego de muchas carcajadas los liberaron. Viridiana y los chicos también se divirtieron con la rimas y Rogelio comentó que en la escuela nunca había podido escribir ni una línea.
Capítulo 5. La Reina Visdomia
Caminaron lo más rápido que pudieron y pronto salieron de la ciudad de Pethra. Estaban nuevamente rodeados de bosques, cuando, a lo lejos, vieron un numeroso grupo que se acercaba, enarbolando grandes estandartes. Era la reina y su séquito.
Al acercarse vieron una fantástica diversidad de animales y personas. Lo que habían visto hasta ahora era sólo una pequeña muestra de todas las razas de Vhaldivya. El séquito real estaba conformado por representantes de muchas de ellas.
Las personas llevaban el pelo largo con elaborados peinados de trenzas. Los animales, aunque de igual forma que en la tierra, diferían completamente en el color, y aunque el grupo mostraba una cantidad infintitas de colores y tonos, representaban una gran armonía como un gran campo florecido.
A cierta distancia se detuvieron y Viridiana y los chicos también.
—¿Por qué nos detenemos? — preguntó Rogelio.
—Puffin, el heraldo vendrá a darnos indicaciones— dijo Viridiana.
El protocolo de la corte era muy estricto; acondicionaron el lugar para un improvisado concilio y cuando la reina estuvo instalada con un pequeño grupo de asesores, se le indicó a Viridiana que se acercase.
El heraldo era un ave con ojos melancólicos y un gran pico aplanado que le ocupaba gran parte del rostro. Emitió un fuerte graznido y luego dijo:
—Sean Bienvenidos, Viridiana y acompañantes, a los dominios de la magnánima Soberana de La Gran Vhaldivya, la sabia Reina Visdomia y acepten el néctar de bienvenida, símbolo de hermandad.
Les sirvieron una bebida llamada chipcha, que tenía un sabor suave y dulce. Una vez terminada esta ceremonia la reina habló.
—Viridiana, ¿qué novedades nos traes? —. La reina era una lechuza de un elegante color blanco perlado. Sus ojos parecían atravesar todas las cosas. Su expresión era dulce y se sentía bien estar junto a ella.
—Su majestad, ante todo quiero presentarles a estos niños que hicieron posible mi regreso— y a continuación le contó todo lo sucedido—. Como ya sabíamos, desde hace mucho tiempo, árboles y flores, están disminuyendo, lo que provoca que haya menos alimentos para nuestros polinizadores. No se sabe cuál es la causa de esto, pero los sabios han descubierto que nuestra enfermedad se debe al poco polen que hay en el aire, ya que no sólo las plantas y los polinizadores se benefician de él, todos los habitantes de Vhaldivya lo necesitamos para vivir, excepto los hombres roca. En este frasco me dieron un poco para que yo pueda recuperarme—. Pablo se dio cuenta por qué le parecía tan familiar ese polvo, lo había visto infinidad de veces en las patas traseras de las abejas.
—¿Y qué solución plantearon? — preguntó la reina.
—La solución es plantar flores, muchas flores.
—Pero no es fácil obtener semillas. Nuestras flores son longevas, una nueva generación se produce cada cien años— dijo un picaflor de color del oro.
Los asesores comenzaron a discutir la situación, hablando de calendarios y floricultura.
De pronto Pablo se palpó la ropa. Acostumbraba vestir chaleco y pantalón con muchos bolsillos y empezó a revisarlos. En cada uno tenía muchos pequeños paquetitos repletos de semillas. Entusiasmado gritó:
—¡Yo tengo semillas!
—¿A qué te refieres? — preguntó la reina.
—Se la pasa juntando semillas para que las mariposas puedan tener flores donde alimentarse—informó Rogelio.
Pablo empezó a vaciar los bolsillos delante de la reina y por lo menos tenía 20 variedades de semillas diferentes.
—Y puedo traerles más si necesitan—dijo entusiasmado.
—Por lo visto, Viridiana, estos niños, no sólo te han salvado a vos, han salvado a toda Vhaldivya.
De pronto, los asesores comenzaron a gritar, “tenemos la solución”, “tenemos la solución”, “viva nuestros salvadores” y todo el séquito se acercó aplaudiendo. Pablo, Julia y Rogelio no podían creer que ellos sin darse cuenta habían traído la solución a Vhaldivya.
—Debemos proseguir— dijo la reina poniéndose de pie y caminando. Los chicos hicieron lo mismo, pero Viridiana los detuvo.
—La reina debe caminar adelante—les dijo susurrando. Cuando ya había pasado todos la siguieron.
Se reunieron bajo un árbol. La reina miró a los chicos y dijo:
—Viridiana, es hora de que los lleves de regreso.
Con todo lo que habían pasado en estos días los chicos habían perdido la noción del tiempo que llevaban en Vhaldivya. «Nuestros padres deben estar preocupados buscándonos, sin saber qué nos pasó» dijeron intranquilos.
—No lo creo—dijo la Reina— los tiempos en la tierra y los tiempos en Vhaldivya son diferentes, pero es mejor que regresen. Han traído la solución y estaremos eternamente agradecidos.
Luego de despedirse de cada uno de los miembros del séquito, Viridiana los llevó hasta un gran Thala.
—Debemos acostarnos y caminar bajo la rama que apunta al norte— dijo Viridiana.
—Cómo hicimos en el ombú—dijo Julia.
—¿Y así vamos a la tierra? —preguntó Pablo.
—No. Hay diferentes entradas a la tierra. Para poder ir a la laguna donde nos encontramos debemos ir primero al ombú.
Todos se acostaron, cerraron los ojos y empezaron a caminar. Cuando sintieron tierra firme bajo sus pies, abrieron los ojos.
—Acá van a tener que seguir solos—dijo Viridiana—yo no puedo ir a la tierra.
A los chicos se les llenaron los ojos de lágrimas.
—¿Vamos a poder verte otra vez? —preguntó Julia llorando.
—No lo sé—dijo Viridiana—. El aire de la tierra te hace olvidar.
—Nosotros nunca te vamos a olvidar—dijo Rogelio entre lágrimas.
—Vamos a volver—prometió Pablo.
Los chicos la abrazaron con fuerza y Viridiana les agradeció por todo lo que habían hecho por ella y por Vhaldivya.
—Ahora váyanse— dijo emocionada.
Los chicos se acostaron bajo la rama oeste del ombú. Cerraron los ojos y empezaron a caminar.
Capítulo 6- El regreso
Cuando abrieron los ojos estaban en la tierra bajo el ombú. El sol estaba en el cenit y corrieron hacia la laguna.
Al llegar encontraron el mantel del picnic y todo como ellos habían dejado, hasta las gaseosas todavía estaban frías. Recogieron todo y se fueron rápidamente.
Cuando cada uno llegó a su casa los miraron sorprendidos y les preguntaron por qué habían regresado tan rápido. Al ver que él tiempo no había pasado en la tierra, los chicos se volvieron a encontrar.
—No podemos olvidar—dijo Julia.
—No vamos a olvidar—dijo Rogelio.
—¿Y qué hacemos? —preguntó Pablo—. Tarde o temprano vamos a olvidar.
—Podemos escribirlo—sugirió Rogelio.
—O hacer un video—dijo entusiasmada Julia.
—Pero no podemos contárselo a nadie—dijo Pablo.
Regresaron a la laguna. Cada uno prendió la cámara de su teléfono y se filmaron contando todo lo sucedido. El encuentro con Viridiana, cómo era Vhaldivya, cómo entrar en ella, los hombres roca, los duendes camaleones, la Reina Visdomia. Y repitieron varias veces que el aire de la tierra los hacía olvidar.
Se acostaron bajo el sauce, todo les parecía que lo veían por primera vez.
Cuando se despidieron al atardecer, prometiendo no olvidar, no eran los mismos que habían partido esa mañana a la laguna, Vhaldivya los había cambiado más de lo que ellos creían.
4 comentarios
Premisa divertida. No hablo español tan bien como para divertirme al máximo con esta historia, pero lo poco que traduje del primer capítulo puso en marcha mi imaginación. No sé a dónde llegaste finalmente, pero fue divertido para mí leer ese fragmento. Buena suerte. ¡Asegúrate de completarlo!
@goneworkin Muchas Gracias por tu comentario!!
¡Hola, Patricia! Es muy buena la historia, muy original y está bien contada. Es un poco larga para la tarea del curso, pero me alegra si el curso te inspiró a escribir esto. Muy bien por estas aventuras de los chicos en Vhaldivya y ojalá que algún día vuelvan a visitar a su amiga, ya que se van a acordar por el relato. ¡Muchas gracias por compartirla!
Hola Natalia. Muchas gracias por el comentario! El curso me inspiro a escribir un cuento más largo y elaborado, antes solo había escrito unos pocos cuentos infantiles cortos. Me encantó!! Muchas gracias por el curso!
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