Niebla
Niebla
por olgalilianas @olgalilianas
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Elizabeth estaba emocionada; pasar esos días en la finca de su tío en las montañas de Nariño era algo que había estado planeando todo el año. Su pequeño morral se llenó con sus juguetes, sus botas y sus sueños. Sus grandes ojos azules brillaban de solo imaginar sus aventuras. Sabía que no habría tele ni videojuegos, pero eso no le importaba. El pasto, los árboles, el río, las gallinas, los pájaros, los bichos, ese era su interés. Eso sí, no había cedido a dejar a su compañera inseparable Gitana, una gata con manchas amarillas, pequeña y miedosa.
Luego del largo viaje llegaron a la finca; la niebla cubría totalmente las montañas, no se veía nada. Comió algo y quedó profundamente dormida.
Despertó, corrió al corredor, pero la niebla continuaba ahí. Se tendió en la hamaca y sacó de su maleta los juguetes: su muñeca de trapo, su dinosaurio de plástico y el vaquero; se dedicó a jugar inventando sus historias, pero eso no era lo que ella quería. Con Gitana recorrieron los corredores buscando los temibles alacranes de los que siempre hablaba su tío, y mirando el pasó de las hormigas que cargaban los insectos muertos.
Ese misterioso lugar lo envolvía el canto de los pájaros, Elizabeth escuchaba atenta. Su tío le había hablado de la mirla, el toche, las golondrinas, los gorriones, los tres cabezas, y otros. Pero no podía verlos y eso la entristecía.
Se durmió con la esperanza del siguiente día vivir sus propias aventuras.
En cuanto sintió que su tío se levantaba saltó de la cama… pero igual, la niebla no permitía ver más allá de la baranda verde que rodeaba los corredores de la casa. Estaba molesta, por más que su tío le seguía hablando de las maravillosas montañas, del volcán, de las flores en los árboles, de las abejas, rompió en llanto.
Abrazo a Gitana y se sentó en un rincón a ver sus libros de cuentos.
No estaba dispuesta a que pasaran sus vacaciones y la niebla no le permitiera correr por las montañas, subir a los árboles, ver los nidos, disfrutar con los colores de las mariposas.
Se dedicó a planear como vencer a la niebla. Sabía que esta consistía en miles de pequeñas gotas de agua que se formaban cuando el ambiente era frío y había humedad, pero no entendía porque el sol no las calentaba para que desaparecieran; y en su interior sentía mucho miedo de no poder ver, en sueños se imaginaba que podía caer en un inmenso hueco y eso la hacía temblar. Pero su deseo de poder disfrutar de la naturaleza era más fuerte que sus miedos y sabía que tenía que salir y preguntar el por qué no se estaba disipando la niebla.
- Vamos Gitana - dijo.
Se puso sus botas rojas y su impermeable amarillo, trenzó su pelo, tomó al vaquero de la mano, porque contar con sus amigos le ayudaba. Sin saber quién estaba más aterrada si ella o Gitana, abrieron la reja y dieron un paso fuera de la casa.
Era extraño, pero al mismo tiempo maravilloso, no veía más allá de su brazo, pero esto abarcaba el árbol junto a la casa. Un árbol de flores rojas, que parecían cepillos de lavar los teteros, llenas de abejas que revoloteaban. ¡Qué sorpresa! un nido con una pájara dentro de él y el orgulloso padre petirrojo en una de sus ramas cantando emocionado. Todo quedó en silencio, los ojos azules de Elizabeth hablaron por ella:
- Quiero saber porque la niebla no desaparece.
Gitana detrás de Elizabeth en posición de ataque, no dejaba de ver al petirrojo, quien por su instinto voló y se perdió en la niebla.
- No temas no es capaz de saltar ni a una silla- gritó Elizabeth con una gran sonrisa.
Su nuevo amigo regresó y con su voz melódica dijo:
- Hace ya varios días, la niebla cubrió el valle. Nosotros estábamos tan ocupados en nuestro día a día, haciendo nuestro nido, que nos hemos acostumbrado a ella; pero no queremos estas tinieblas cuando nuestros hijos abran los ojos, seguro les dará temor salir del nido y no podrán volar y ser felices. Tendrás que hablar con las altas montañas, ellas son antiguas y conocen todos los secretos, son sabias. Todos los seres de la naturaleza les tenemos respeto y estamos conectados siempre con ellas.
Sintió como cuando le hablan de química en el colegio. Sus ojos se abrieron más. ¿Cómo podría ella hablar con las altas montañas? ¿Cómo llegar hasta ellas? Sabía que estaban después del río, y después de las montañas que tocan el agua, es decir muy lejos.
La pájara desde su nido susurro al petirrojo: - debes acompañarlos, yo cuidaré el nido hasta que vuelvas. Con tu vivo color rojo podrás mostrarle el camino, su corazón te seguirá.
Petirrojo, Elizabeth y Gitana estaban dispuestos a emprender el camino, pero sabían que solos no lo lograrían.
Gitana dio un salto atrás, y todos sus pelos se pusieron de punta.
Bajo las piedras salieron uno, dos, tres, cuatro, cinco ¡alacranes! Los había visto en las fotos que su tío enviaba, pero ahora al verlos tan cerca, palideció y quedó como una estatua.
– Nos necesitan para llegar hasta las altas montañas, dijeron en coro. Guardamos un secreto en nuestra cola; su aguijón no solo nos sirve para matar a nuestras presas y poder comerlas; hay magia en ella, fue la recompensa de Dios. Por nuestra cola los humanos nos tienen terror, nunca les queremos hacer daño pero algunas veces estamos en sus zapatos o en su ropa y nuestro aguijón los puede lastimar, nuestro veneno es muy fuerte. Queremos ir con ustedes, la niebla no nos afecta, pero siempre soñamos debajo de nuestras piedras con vivir una aventura, así que ¿por qué no hacer parte de su equipo? Podrán ver nuestra magia cuando llegué el momento
Elizabeth, Gitana y petirrojo se miraron, se encogieron de hombros y aceptaron tan solemne compañía. Sentían cierto temor, pero si no se acercaban mucho a ellos no tendrían problema con su temible cola.
Pero Elizabeth recordó lo que había leído sobre los alacranes y a quien le temían. Para mayor tranquilidad sabía que debía unir al equipo a la gallina tuerta. Así que tomó un poco de maíz y comenzó a llamarla: - tucu tucu tucu tucu
De pronto entre la niebla, corriendo, medio torcida, apareció la gallina. Los cinco alacranes retrocedieron debajo de la roca.
-Vamos, vamos, gritó Elizabeth no sean cobardes- Su idea había funcionado.
Elizabeth, Gitana, petirrojo, alacranes y gallina tuerta, que no quería perderse la diversión, partieron a su largo viaje hacia las altas montañas. Como no era mucho lo que podían ver por la niebla, Elizabeth llevó su linterna de exploradora, y todos seguían el sonido del canto del petirrojo.
El camino era largo, pero una vez iniciaron a bajar hacia el río, las patas de los alacranes, de la gallina, de Gitana y las piernas de Elizabeth parecían que se separaran del suelo como en un vuelo. ¿Estaba soñando Elizabeth? No, simplemente la emoción de querer con todo su corazón hablar con las altas montañas y entender la razón que hacía permanente la niebla, los impulsaba por ese camino; quizás todas las almas de la naturaleza deseaban lo mismo y los ayudaban en secreto. De vez en cuando ella volteaba a mirar hacia atrás, nada solo niebla a su alrededor, y miraba hacia adelante, nada más allá de la luz de su linterna.
Pero de pronto el sonido del agua, los hizo a todos saltar de alegría. Su primera meta estaba cerca.
Petirrojo anunció con su canto:
- el río, el río.
El río era amplio, pero poco profundo, así que no veían inconveniente en cruzarlo, excepto por los pequeños alacranes. ¿Quién cargaría a los alacranes? Elizabeth por supuesto que no, sabía que no podía acercarse a ellos; Gitana, ni ella sola pasaría el río.
- La gallina nooo gritaron los alacranes.
Un chulo acicalaba sus grandes alas a la orilla del río; él podría ayudarlos. La niebla no le permitía localizar sus presas, y su olfato no era bueno como los de grupo, se habían burlado de él, y ahora estaba solo. Cuando vio a Elizabeth y sus amigos, se dijo: quiero ayudar; pero ¿cómo lo haría?, sabía que no era un pájaro que llamara la atención a los niños, ni a nadie.
Elizabeth se acercó, y le dijo: - Tus colores no son bonitos, no cantas, tu mirada asusta y en muchos libros te muestran como malo; además no hueles muy bien, pero yo no me canso de verte volar en el cielo sin casi mover tus alas, y en mi clase de biología nos enseñaron que eres muy importante. Necesitamos tu ayuda, permite que los alacranes se suban en ti, y pásalos al otro lado del rio; solo así podremos llegar a las altas montañas.
Por primera vez en su vida el chulo se sintió importante y orgulloso, esa niña lo admiraba. Podría ayudar a que el grupo lograra llegar a las altas montañas y poder disipar la niebla, eso sería útil para él, pero ante todo quería agradecer esas palabras que hicieron latir su corazón.
Los alacranes subieron por las alas extendidas y se acomodaron en el cuello del ave, cuidando de mantener su cola elevada, como se los indicó el chulo.
Todos cruzaron el río.
Elizabeth se sentía feliz, pero al mismo tiempo se reflejaba duda en su rostro.- ¿Cómo van a recorrer la montaña de patas gordas que tocan el río, para poder llegar a las altas montañas?
Los alacranes dijeron a la vez: - ahora entenderán porque los acompañamos en esta aventura, ahora conocerán nuestra magia, la aprendimos después de cientos de años bajo las piedras.
Las montañas que tocaban el río parecían como las patas de un pulpo. Los alacranes bajaron hasta donde el borde del agua toca con la montaña, sabían que allí las rocas podían sentir; con su cola al ataque comenzaron con ritmo a picar esa gran piedra que acariciaba al rio. Era una danza mágica, sin música.
Las mariposas en grandes cantidades se levantaron de la pradera como nubes de colores: amarillas, naranjas y blancas; se sintió un movimiento a los pies de todos. Luego una fuerte risa los estremeció - jajajaja jajjajaj jajajaja. No más, no más… ¿qué quieren ahora?
- Necesitamos tu ayuda montaña de muchas patas. Debemos hablar con las altas montañas. -Grito Elizabeth.
Los alacranes nuevamente danzaron
- jajajaja jajjajaj jajajaja, se escuchó nuevamente y las patas gigantes de la montaña empezaron a moverse al compás de la música creada por la danza de los alacranes.
- Rápido, rápido -gritaron gallina y alacranes. - Suban a esa roca. Indicando un pequeño morro que sobre salía muy cerca de ellos.
Elizabeth con Gitana entre sus brazos, con el vaquero en su mano y sin pensar en los temores sino solo en lo maravilloso que pasaba, tomo impulso y saltó, escuchó la voz de su juguete: “al infinito y más allá”; la gallina y los alacranes parecieron volar. Y fue ahora esta otra pata la que danzo suavemente hasta la siguiente. - Salten - grito de nuevo el petirrojo. Y así a través de todas las patas, esta los acercó a las altas montañas.
Estaban muy cansados. Elizabeth tenía miedo, estaba ya tan lejos de la casa.
- ¿Qué hacían allí? – Pensó.
La casa del tío seguía envuelta entre la niebla. Visto desde el otro lado, parecía como si no existiese y solo fueran nubes. - Es una casa en el aire - pensó Elizabeth, y sonrió en medio de su angustia. Gitana se paseó por entre sus piernas saltó a su regazó y ronroneó, disipando la tristeza de Elizabeth.
Los cuervos que los habían seguido en todo su recorrido se pararon en un cable muy alto.
-Esto no ha pasado en millones de años- pensaron. - Es hora de ponerle movimiento al mundo.- Con su gran inteligencia y hablando unos a otros establecieron la estrategia.
Emprendieron vuelo al pico de la montaña.
Comenzaron a gritar, bueno a graznar. Sus gritos y revoloteo eran persistentes alrededor del pico de la montaña. Hasta que pasó lo que creemos pasó, una gran parte de la montaña se levantó y se aproximó a la cima
-grrrrrrrrrrrr grrrrrrrrrrrrrr grrrrrrrrrr
Los cuervos rápidamente se hicieron a un lado y la montaña nuevamente quieta.
- Otra vez al ataque - gritaron.
Cual zancudos revolotearon sobre la montaña, picando aquí y allá. De repente el pico de la montaña imponente se incorporó lentamente. Gitana muy asustada se metió debajo de las piernas de Elizabeth, la gallina quedó casi ciega, los alacranes entrelazaron sus colas en señal de triunfo. Elizabeth sintió latir su corazón y dijo:
- Señor, disculpe no queremos molestar.
La montaña se inclinó. Tenía una cabeza grande y ovalada. Sus ojos se ocultaban entre hojas y troncos de arbustos; miró los ojos grandes de Elizabeth y el grupo de acompañantes; los escuchó como hacía millones de años no lo hacía.
- Solo tú altas montañas, con tu sabiduría, que todas las criaturas de la naturaleza veneran, puedes saber por qué la niebla no quiere apartarse de las laderas y del valle del río. No quiero pasar todas mis vacaciones tras la reja del corredor, sin ver los pájaros, sin salir a correr por el prado, sin oler todas las flores de los árboles, sin ver el río, sin verte a ti contra el cielo, las aves temen que sus hijos no quieran volar y todos los animales sienten tristeza en el corazón pues extrañan los rayos del sol, hasta las gotas del río quieren volver a brillar – exclamó Elizabeth
Se escuchó la gruesa voz de la montaña:
- El viento cálido que sube del río llena la ladera de humedad, que luego en las noches se enfría y forma la niebla, con sus millones de gotas de agua que hacen que las plantas reverdezcan; luego el volcán soplaba suavemente sobre el valle y los rayos del sol se colaban entre las gotas, la niebla lentamente se desvanecía. Pero desde hace unos días el volcán no ha vuelto a soplar sobre el valle, lanzó cenizas por su boca y susurró su tristeza; nadie lo admira ya, el pueblo se aleja de sus laderas verdes por temor o por aburrimiento, hace tiempo no hay turistas con sus cámaras captando su belleza, alrededor de él se mecen la violencia, la apatía, las mentes perdidas en sus días vacíos. – expresó las alta montaña.
- Yo también me siento triste; no veo las montañas a mí alrededor, no puedo admirar al río que suavemente recorre el valle, y me duele sentir a mi amigo el volcán abatido. Quise hablar con él, pero al mirar mi ladera hacia el Pacifico, igual, me llene de nostalgia; han tumbado grandes árboles, según escucho para siembras no permitidas, todo por la ambición del hombre; los animales huyen, se mueren, se extinguen; hay sangre en mi tierra.
Gruesas lágrimas corrieron por las mejillas de Elizabeth, e igual corrieron como cascadas por los ojos de la alta montaña.
- Pero tú Elizabeth me has despertado; hablaré con mi amigo el volcán; igual que yo, admirará tu valor y tu alegría, tu amor por la naturaleza. Recuerda que la niebla es importante, pero disfrutarás de los rayos del sol, de la lluvia, y de todos los climas.
Ahora tenía que ayudar a regresar al grupo de aventureros. El sol se ocultaba ya tras las altas montañas, tiñendo las nubes de naranja.
- Suban todos - dijo con su voz fuerte la alta montaña.
Una nube como copo de algodón estaba frente a ellos, y en ella se sentaron cómodamente. Con su grande boca sopló suavemente produciendo un leve silbido que cubrió el valle.
Todos vieron desde lo alto la gran montaña que dejaban atrás, ya nuevamente tendida. Las montañas de las ocho patas gordas descansando plácidamente con sus pies tocando suavemente el río; y, ya muy cerca la casa del tío, suavemente tocada por los últimos rayos del sol. Un gigante rodadero se formó de su nave de algodón a la ladera. Elizabeth cerrando sus ojos, sin soltar al vaquero y abrazando a Gitana se lanzó, detrás la gallina y luego los alacranes siempre mirando temerosos. Los cuervos habían quedado atrás y el amigo petirrojo aleteaba con afán para ver a sus nuevos hijos que seguramente ya lo estarían esperando en su pequeño nido.
Amaneció. Elizabeth se levantó muy temprano corrió a ver al nido entre la niebla de la mañana, allí estaban sus amigos revoloteando alrededor de sus pequeños que sacaban sus picos casi diminutos. La gallina se escuchaba corriendo y el gallo detrás con su kikiriqui. Elizabeth se sentó y disfrutó de esa blanca niebla que se extendía frente a ella.
Pronto los rayos del sol empezaron a entrar tímidamente y una suave brisa se sentía entre las montañas desde el volcán. Como lo prometió la alta montaña, la niebla se disolvió y dio paso a los colores del prado y de los árboles. Brillaban por las gotas de roció, como diminutas estrellas en ese cielo verde.
Las montañas se vieron imponentes contra el cielo azul. Allá a lo lejos la gran nariz de la montaña era un recuerdo de su aventura, y creyó escuchar a lo lejos el jajajajjaj jajajaja ajjajajaj de la montaña de grandes patas, seguro sentía aun las cosquillas.
El canto de todos los pájaros hacia que Gitana girara su cabeza por todas parte buscándolos en ese inmenso paraíso. Y el chulo planeaba con destreza cruzando sobre el valle.
Elizabeth corría por todas partes, contemplando todo: los pájaros, las mariposas, las abejas, los cucarrones, los gusanos, las flores, las montañas, el rio. Gritó:
- Gracias altas montañas.
Su tío sonrió.
4 comentarios
evasanz
Es muy bonita la historia, aunque me ha parecido larga y algo compleja. Un saludo. ¡Preciosa historia!
olgalilianas
@evasanz gracias por su mensaje. Si es un cuento largo, aprecio mucho su lectura y su lindo comentario
ibrenman
Profesor PlusHola Olga.
En primer lugar, gracias por compartir tu historia con nosotros.
Me gustó mucho tu historia, contiene todos los elementos que cubrí en el curso. También me encantaron las fotos inspiradoras. Una idea que se me ocurre, como el texto es largo, por qué no pensar en dividirlo en capítulos, incluso haría que la historia creciera aún más.
Abrazos
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olgalilianas
@ibrenman Gracias, su comentario es muy importante para mí. Voy a implementar la idea de dividirlo por capítulos.
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