Mi Proyecto del curso: Escritura creativa para principiantes: da vida a tu historia
por Tatiana Endara Soria @ptes
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El mesero es nuevo. Se le nota por el sudor de su frente cubierta por una mata de pelo espesa, que se vuelve cada vez más pegajosa. Intenta llevar en la charola tres tazas de café. Dos serán para la mesa 5 y una, para la 9.
Quiere mantener su paso ligero y rítmico. No quiere que su cuerpo se mueva, de la cintura para arriba. En su camino de servicio, la punta de su zapato choca con una arruga recientemente hecha en la alfombra. Se desestabiliza. Las tazas chocan entre sí con un sonido titilante. No se rompen. No se caen. Pero algo de su contenido se derrama sobre la bandeja, cubriendo su superficie, y de paso, un trozo de pastel de chocolate que acompañaba los pedidos.
Y claro que los clientes de las mesas cercanas ven lo sucedido. ¿No son acaso ellos los habitantes de un lugar tan conflictivo e hipócrita como lo es Villa Rosas? ¿No es acaso ésa la cafetería de mayor clase y alcurnia que existe? ¿Y no es aquel pobre mesero nuevo el hijo menor del alcalde de la ciudad, quien desapareció desde que era un niño?
***
Tan sólo un bocado de aquel manjar y sabe que la boca se le llenará de felicidad. Han pasado tantos años desde ese día en que a Anselmo le prohibieron comer cualquier tipo de dulces, que su mente, su boca y su corazón habían olvidado cómo se sentía comer un chocolate. Lo ansiaba tanto, y un trozo de pastel de ese sabor es la manera perfecta de recordar la sensación.
La espera desespera. Su boca saliva más de lo decentemente aceptado, y no puede esperar para sentir la textura pastosa de la crema en su paladar y mejillas.
De repente, un tintineo se escucha a su lado.
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En un vaso de vidrio, un líquido oscuro está posado, esperando, burbujeando. Parece soda por las burbujas, pero Cano no está seguro en realidad. Han pasado tantas cosas extrañas luego de que ha regresado a Villa Rosas que no sería raro que aquel líquido negro fuese todo menos soda sabor a cola.
Cano tiene sed. Desde la mañana no ha probado absolutamente nada, especialmente luego de que ver al gato de la dueña de casa caer tieso en el asfalto tras beber el agua que le pusieron en su plato de la calle.
El señor Rubens sigue explicándole los pormenores de los horarios y turnos en el café donde comenzará a trabajar desde el día siguiente. Pero Cano sólo puede quitarse el sudor que cae por su mentón con un movimiento que espera sea imperceptible.
Ana, su ahora compañera en la labor de atender mesas, tiene la vista perdida en algún punto del burbujeante líquido negro sobre la mesa. No presta atención a la explicación del señor Rubens, porque de hecho ella sabe mucho más tras los años de trabajo en la cafetería.
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La misma mano que por primera vez había tomado la pequeña taza gorda de plástico para bebés para saciar su hambre y sed siendo aún un infante, es la misma que ahora intenta no temblar para añadir la leche a la taza y formar un diseño agradable a la vista sobre el café.
Aquella misma mano que batalla por no perder el rumbo del camino lácteo que realiza es la que hace unos días entregaba su boleto aéreo para la que él creía sería la mejor aventura de su vida. El camino de las texturas, olores y sabores nunca se había mostrado tan emocionante cuando se lo propusieron, pero una vez en cancha, las cosas se pusieron rugosas.
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A su tercer intento, Cano mueve la mano inconscientemente, formando una curva extraña pero estética con la leche. Inmediatamente se le viene a la mente el movimiento que su mano solía hacer cuando era más joven, casi adolescente, en las infinitas clases de violín a las que lo registró su padre. Movimientos inconscientes y libres de su mano le ganaron regaños por parte de su maestro, pero satisfacción para su alma rebelde.
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Cansado y ya hastiado hasta la nariz de café con leche (porque nada se puede desperdiciar), Cano está sentado durante su descanso en sus prácticas con el arte sobre café y de repente recuerda con nostalgia cómo empezó todo.
2 comentarios
shaun_levin
Profesor Plus@ptes Hola Tatiana, es un placer leer esto. ¡Quiero que la historia continúe! Esto se siente como la introducción a un trabajo mucho más largo :) Espero que continúes explorando hacia dónde te lleva la historia. Hay tanta energía y tensión en la historia, una sensación realmente fuerte de que estamos obteniendo una imagen de una comunidad, de Villa Rosas, contada a través de la historia de los personajes en el café. Me gusta esa línea "Han pasado tantas cosas extrañas luego de que ha regresado a Villa Rosas" – atrapa la atención del lector y nos hace querer seguir leyendo para que podamos averiguar cuáles son esas cosas extrañas. ¡También para el escritor será una emocionante aventura descubrir qué son esas cosas extrañas!
Tu historia me hace pensar en la novela corta de Carson McCullers "La balada del café triste" y también en "Reunion en el restaurante nostalgia" de Anne Tyler – creo que te gustarán, si no las conoces ya. Me di cuenta en tu presentación en los foros que te gusta el jazz; tal vez agregues algo de jazz como música de fondo en el café.
Me gusta la forma en que te mueves entre los personajes: realmente captura esa sensación de movimiento en un café donde la mente siempre está distraída e inspirada por un sonido, un mesero o alguien que entra o sale. Captura esa sensación de un lugar ocupado. Me gusta mucho eso en tu historia! Sigue escribiendo y explorando. La historia está ahí, todo lo que tienes que hacer es seguirla a donde te lleve. No es un trabajo fácil, pero será gratificante. Te lo juro! Gracias por compartir tu historia con nosotros y por tu participación en el curso. Un abrazo desde Madrid – y feliz año nuevo!
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ptes
@shaun_levin gracias, maestro!!!! ¡Es tan emocionante recibir una reseña tuya! Buscaré y leeré los libros de los que me hablaste, seguro que me ayudarán mucho a inspirarme más para esta historia. Gracias por tus palabras y ánimos. Seguiré escribiendo. Feliz año nuevo y otro abrazo desde La Paz, Bolivia.
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