Noema Prieto

Sobre mi....
Pues de formación soy psicóloga. Trabajo como terapeuta y también como camarera. Soy madre de una niña de 10 años y un niño de 7. He vivido los últimos ocho años en una aldea en la montaña, dedicándome a la crianza, autoabastecimiento y tareas propias de la zona. En el mes de Enero me mudé con mi familia a la ciudad, Ponferrada, y esto me ha dado la oportunidad de estar más conectada "al mundo exterior", tener más acceso a las tecnologías y reactivarme de algún modo para enfocarme en intereses que había postergado; y uno de esos intereses era la decoración.
En realidad desde niña construía un hogar para mis muñecas a todas horas, me encantaba mirar por la ventana del coche y vislumbrar las viviendas a la orilla de la carretara, imaginarme el interior de esas casas; a menudo me metía en las tiendas de muebles y me visualizaba creando espacios en los stands. También siempre que podía visitar a alguien y descubrir como era su casa no perdía la oportunidad, así como pasear por los barrios en la noche para poder intuir la realidad de ese espacio a través de las ventanas, con la luz de fondo (donde estaba la cocina, cómo era el jardín...).
La mayoría de estas cosas sigo haciéndolas todavía. A esto le sumo que me he mudado muchas veces de casa, habitando en las más diversas estancias, primero sin familia, y luego con ella (pisos, talleres rehabilitados, cabañas de madera, yurtas....). La mayoría de mis hogares han sido pequeños, con máximo dos habitáculos diáfanos (parte de arriba y parte de abajo). Todos estos cambios de vida y de hogar, en viviendas variopintas y en contextos geográficos diferentes me han enseñado a adaptar mi hogar a las circunstancias, las necesidades personales y familiares, el contexto social y el hábitat de la zona. Me explico: me considero capaz de crear habitáculos y aportar minimundos para cada miembro de la familia sin necesidad de grandes obras, sólo en base a los muebles y adaptándome a las necesidades de cada persona que allí habita; además he aprendido a crear y modificar dinámicas familiares y sociales a partir de cambios simples en el espacio. Por otro lado, allí donde he ido he aprendido a valorar las construcciones vernáculas, encontrarle su sentido y la capacidad que tienen dichas construcciones para modular formas de vida y costumbres (la piedra y las bodegas en zonas de montaña, los techos de centeno, las paredes de barro y cañizo, los ventanales, los tipos de techado... ), esto es algo que me apasiona, observar y analizar, entender el por qué de cada construcción, ¡es una especie de magia!,una puerta que me permite visualizar las vidas de antaño, caminar en el pasado.
En mi día a día, cuando paseo, observo muchas casas ahora abandonadas (algo muy común en mi tierra, Galicia, y también en la zona del Bierzo) , muriéndose, y esto me provoca tristeza y frustración, imaginar a tanta gente construyendo sus casas, con sus propias manos y las de sus vecinos y familiares para conseguir un espacio propio, un hogar... para finalmente deshacerse en pedazos, perderse... Me recuerda a la situación social del momento, donde sólo lo novedoso, lo actual y reciente tiene valor, la juventud, la jovialidad, lo rápido, se valora, y sin embargo lo artesanal, lo antiguo, lo vernáculo, se desecha. Algo así como pasa con nuestros mayores, pasa con nuestras casas más antiguas.
Y bueno, soltado este rollo, decir que estoy muy contenta de hacer este curso, mi intención con él es aprender a proyectar sobre papel la rehabilitación de varios inmuebles que pertenecen a mi familia, empezando por el piso donde habito actualmente, de los años 70. Por supuesto no aspiro a nada más que poder plasmar de una forma inteligible aquello que visualizo tan a menudo en mi cabeza, ser capaz de proyectarlo en papel para mí misma.