Fernando Simón, el hombre tranquilo
de Manuel Pérez Báñez @manuel_pb
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Esta pandemia ha sacado a la luz todo tipo de fauna, alguna en concreto largo tiempo agazapada en sus madrigueras. Especialmente activa, cierta fauna política y periodística que estos días vive inmersa en una lamentable vorágine depredadora para sacar la máxima tajada o renta de esta pandemia.
Sin embargo, en este escenario tan crispado hay un personaje que llama la atención, un personaje de ciencia y "tranquilo" que se ha convertido con el discurrir de los dias y los meses como casi en alguien de la familia, asomándose a la ventanilla de los televisores y de las casas para hacer, en calidad de experto en pandemias -como Director del Centro de Coordinación de Emergencias de Sanidad- la crónica de la evolución del covid-19 y las distintas medidas para combatirlo. Como no, me vengo a referir a nuestro Fernando Simón a quien le dedico, en sincero agradecimiento, la presente ilustración como ese "hombre tranquilo" y sereno, a pesar de noser el retrato ni mucho menos, mi especialidad en materia artística, perolo he hecho, insisto, desde el más sincero agradecimiento a su labor y sacrosanta paciencia.
Tengo que admitir que -como a cientos de miles de personas de este país- me cae bien este hombre, que destaca sobremanera entre la mediocridad humana y moral de muchos de quienes le rodean en el actual escenario político del coronavirus, aves de presa que se han convertido en su peculiar "mosca cojonera" cuestionando su formación, su experiencia, su valía y su profesionalidad, en ocasiones mofándose hasta de su figura desaliñada y su atuendo informal como de andar por casa o echar unas cañas en el bar de la esquina.
Porque Fernando Simón, de entrada, se deja querer, es el vecino que uno quisiera tener cerca. Ya desde el primer momento de su aparición pública, llamaba poderosamente la atención entre las figuras de autoridades que durante las primeras semanas participaban en las ruedas de prensa diarias: los responsables de la Policía Nacional, la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas comparecían cada día al lado del experto y performaban , como han comentado algunos periodistas, "el ejemplo más clásico de masculinidad y autoridad" con esas caras de seriedad un poco acartonadas, enfadada a veces,con esa dureza en las frases y en la expresión no verbal, presidente del gobierno incluido. Y en esto que aparece Fernando con sus atuendo característico, despeinado, con evidentes ojeras y con la barba descuidada o sin afeitar, con esa vocecilla suya tan peculiar que parece pender de un hilo, que se va a quedar afónico de un momento a otro...Fernando, él mismo víctima y positivo del coronavirus, por lo que tuvo que confinarse en casa y a pesar de todo, seguir desde alli dando sus crónicas y haciendo sus balances,
Entre tanto uniforme y autoridad se agradecía que en dichas compadecencias a los medios nos fijáramos en aquel tipo menudo de jerseys y camisas de saldo que simplemente salía a contar lo que sabía. Porque saber sabe y mucho y habla con conocimiento (es todo un referente médico en alertas sanitarias que ya ha trabajado en otros casos como el ébola y el zika en algunos paises africanos.) pero con humildad, reconociendo errores cuando lo ha habido o anticipándose a la posibilidad que los hubiera y siempre con un lenguaje cuidadoso que deja a un lado la competición, toda una lección entre la chabacanería reinante a su alrededor.
Me cae bien Fernando Simón
Por acusarlo, la vociferante oposición le acusa de casi todo, de las muertes en primer lugar y hasta de dudar, precisamente ellos que por su ignorancia y su soberbia, desconocen que la duda es el mayor tesoro de los sabios. Ellos ( y ellas) , esa pléyade de expertos y tertulianos de ocasión que tanto saben, que tan seguros están de cómo se debe proceder en cualquier situación, momento y lugar, trajeados con sus corbatas, su séquitos políticos y "sus" banderas, atrezzo que no sirve para otra cosa que no sea ocultar su bajeza moral y falta absoluta de empatía. Ellos, que tan fácil tenían comprar másters y títulos sin haber pisado un aula en años.
En las antípodas de todo esto, a Simón, el científico tranquilo , le escuchamos con cariño, con respeto, casi con la sensación de que a él también le interesaría escucharnos si estuviesemos echando con él unas cañas en una tasca un fin de semana cualquiera.
Al lado de mi casa, alguien grafiteó hace ya algunas semanas y en grandes letras esta frase en una pared:
"Fernando, no eres el héroe que merecemos pero sí el héroe que ahora necesitamos"
Fernando, ese hombre tranquilo.
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