Mi Proyecto del curso: Técnicas narrativas para libros infantiles: "Historia con sombreros y directoras mandonas"
de Araceli Campana @aracelicampana
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-¡Aquí están prohibidos los sombreros!-dijo la directora de la escuela a la que Lucía llegaba por primera vez.
¡Qué desilusión! Después de haberse preparado cuidadosamente la vestimenta para su primer día en la escuela nueva, Lucía se encontraba con la sorpresa de que no podría usar su querido sombrerito azul con plumita verde.
- ¿Cómo es posible que estén prohibidos los sombreros?- preguntaba Lucía mientras se lo quitaba y lo guardaba en su mochila.
- No, no, señorita –dijo la temible directora-. Creo que usted no entendió bien. Aquí están prohibidos los sombreros, estén o no encima de alguna cabeza. Lamento decirle que va a tener que entregármelo. Debo confiscarlo.
Esta era una directora con verrugas y bigotes, no muy distinta a otras directoras, pero tenía una particularidad: era sombrerofóbica. Esta patología consistía en odiar y requeteodiar a todo tipo de sombrero, sombrerito, sombrerín, gorra, gorrita, birrete, boina, galera, gorro de lana, bonete de cumpleaños y cualquier otro tipo de objeto que hubiese sido creado con el fin de cubrir cabezas.
Para Lucía esto era una calamidad terrible porque justamente ella padecía otra extraña patología opuesta a la de la señora directora, que se daba en llamar sombrerodependencia y que consistía, obviamente, en depender absolutamente de los sombreros. Es decir: si no se ponía sombrero, o aunque más no fuera una boina chiquita, Lucía tenía miedo de salir a la calle.
Y como no podía ser de otra manera, Lucía y la directora no se querían ni un poquito. Casi casi que se odiaban. Pero más odiaba Lucía. Era un odio feo y poco sano (como dicen las abuelas que es el odio). Claro, la pobre Lucía era la más perjudicada porque estaba obligada a hacerle caso a esa directora soberbia y mandona.
- ¿Qué mal le puede hacer un simple sombrero, un desdichado bonete?- pensaba la niña.
Pero a pesar de que gritó y pataleó la señora directora no cambió de idea y declaró que:
- Todo aquel que quiera entrar a MI establecimiento debe tener la cabeza libre de sombrero alguno.
Un desastre.
Se armó un revuelo terrible: los padres de Lucía deambularon por cuanto canal de televisión pudieron acceder. Una galería de compañeros de cuarto grado desfiló por los programas de la tarde. Los chusmas más codiciados de la farándula se peleaban por tener a la directora en exclusividad. Pero la directora no accedió a ninguna invitación porque, como todos sabemos, personas tan respetables como ella no concurren a semejantes programuchos.
Mientras tanto Lucía sufría mucho. Hacía unos berrinches bárbaros cada vez que llegaba la hora de ir a la escuela.
- No, no y no. Yo sin mi sombrero no salgo- le decía a su mamá.
Y la mamá con mucha paciencia intentaba convencerla. Pero era inútil. Lucía no quiso ir nunca más a la escuela. Y no fue más. Esto era bastante calamitoso porque una nena de nueve años tiene que ir a la escuela para aprender a distinguir el sujeto del predicado y a dividir por dos cifras. Pero no hubo caso, y su mamá se preocupó mucho. Tanto se preocupó, que habiendo recorrido ya todos los canales de televisión sin ninguna respuesta se dispuso a buscar otra escuela para su hija. Pero nadie quería recibir a una nena tan famosa en los programas de la tarde.
Así de mal estaban las cosas cuando Lucía vio una publicación en Instagram que decía:
Asociación ayuda al sombrerodependiente.
Lucía hubiera preferido encontrar una asociación de “Lucha contra las directoras mandonas”, pero igual anotó el número y llamó.
-Hola señorita –balbuceó Lucía con un poco de nervios- me gustaría saber cómo puedo hacer para salir a la calle sin sombrero y que no me dé miedo.
La señorita del otro lado del teléfono le recitó durante un rato largo innumerables razones por las cuales es perfectamente simple y normal salir a la calle sin protección craneana. Algunas de las razones eran que ciertos sombreros son ridículos, otros son incómodos, y muchos otros contagian piojos. A Lucía ninguna de estas absurdas razones lograron convencerla, por lo cual le dio las gracias a la señorita de la asociación, le mandó saludos para su familia, cortó el teléfono y dio un suspiro. Pero como no le alcanzó dio un suspiro más. Y otro más. Hasta que justo cuando estaba por dar el cuarto suspiro sonó el timbre y la interrumpió.
-¿Quién será? – se preguntó Lucía-. ¿Quién es?- gritó.
- Soy yo, el príncipe azul que viene a rescatarte de las manos feroces de la temible directora sombrerofóbica.
-Pero ¿y vos cómo sabés lo que a mí me está pasando? ¿Sos adivino? ¿Tenés poderes?
-No… ¡qué voy a tener poderes!- dijo el príncipe que era un poquito bruto-. Me enteré de tu historia por youtube, ¿no sabías que se viralizó?
El “príncipe azul” se llamaba Luis Miguel, en homenaje al ídolo de la infancia de su mamá y en realidad no era más que un compañerito que el primer día vio a Lucía y se enamoró de ella.
- Vengo a proponerte una cosa- le dijo-. Un súper plan para que puedas volver a la escuela. Tenemos que lograr que la directora se reconcilie con los sombreros. Por ejemplo, podemos hacer que se enamore de un mago con galera, de un payaso con bonete, o de un carnicero con birrete.
Dicho y hecho. Lucía y Luismi se las ingeniaron para que la señora directora se enamorara de un gran mago con galera y le perdiera definitivamente el miedo a los sombreros. Así es como Lucía, muy contenta, pudo volver a la escuela para aprender a hacer ecuaciones y conocer el sistema digestivo del yacaré.
¡Ah! Eso sí: como cuando la vida te da una cosa siempre te quita otra, la directora dejó de ser sombrerofóbica, pero pasó a ser cabellofóbica, pollerafóbica, tatuajefóbica y aritofóbica, por lo que a partir de ese momento nunca más en la escuela estuvieron permitidos ni el cabello largo, ni los tatuajes, ni los aritos, ni las polleras cortitas que tan lidas son. Pero esto ya es otra historia que ni a Lucía ni a mí nos interesa contar.
2 comentários
natumendez
Professor PlusOlá Araceli! A história é muito boa. É muito original e divertido. A ideia desses arquiinimigos através dos chapéus é muito engraçada e gostei do final.
Talvez eu apenas adicionasse um parágrafo sobre como eles fizeram o diretor se apaixonar pelo mágico. Você foi convidado para fazer uma apresentação na escola? O que aconteceu? : D
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aracelicampana
@natumendez muito obrigado, Natalia, pelos seus comentários! Vou escrever esse parágrafo!
Felicidades!
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