Rosario por la paz
de Malén D'Urso @malendurso
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Cinco premios Nobel de la Paz junto con artistas nacionales participaron en el multitudinario acto de cierre de las jornadas “Voy por la Paz”. Durante las cuatro horas de recital al aire libre, se alternaron las voces de pacifistas y cantantes con el fin de reflexionar sobre la memoria, el respeto y la situación de la democracia actual.
Decenas de banderas argentinas ondeando al viento colmaron el Monumento Nacional a la Bandera a partir de las 15hs del sábado. Las familias rosarinas se hicieron presentes para darles la bienvenida a cinco pacifistas de reconocimiento internacional y a una gran cantidad de personalidades de la música argentina. Por primera vez en Rosario, Rigoberta Menchú Tum, Shirin Ebadi, Óscar Arias Sánchez, Lech Walesa y Adolfo Pérez Esquivel se reunieron en un mismo evento popular con el objetivo de generar conciencia sobre la construcción de paz.
Minutos antes de las 16hs, el patio cívico del monumento desbordaba de familias y grupos juveniles, obligando a las personas recién llegadas a agolparse en calle Córdoba. Con reposeras, lonas o incluso de pie, miles esperaban el comienzo del espectáculo. El gran decorado de la Fundación para la Democracia Internacional ya estaba listo para las actividades. Las imponentes pantallas ubicadas a ambos lados del escenario no solo ocultaban parcialmente los andamios de la refacción del monumento sino que también permitían que el espectáculo fuera visible para la totalidad de la audiencia.
El comienzo del evento estuvo a cargo de Shirin Ebadi, primera mujer musulmana en recibir el premio Nobel de la Paz, en 2003. Ella repudió la corrupción y la falta de justicia social, haciendo especial énfasis en las guerras que acechan Medio Oriente. El tema principal de su breve exposición fue la denuncia de los grupos occidentales que financian los enfrentamientos bélicos en las regiones empobrecidas. La iraní fue despedida con una lluvia de aplausos.
Luego fue el turno de Lech Walesa, creador del sindicato "Solidaridad" en Polonia. Entre frases entrecortadas y palabras sueltas, fruto de una reprobable labor de la intérprete, el expresidente polaco alentó a "unificar el continente (americano)”. Durante su discurso, una buena parte de la audiencia permaneció alerta frente al aparente rechazo del premio Nobel hacia el populismo. No era tarea sencilla discernir si se trataba de una crítica directa por parte de Walesa a los modelos populares o si solo era un malentendido de la traducción. Muchas personas optaron por la segunda opción, a fin de no alterar el espíritu de la tarde.
La tercera oradora fue la líder indígena ganadora del premio en 1992, Rigoberta Menchú. Ella señaló que “Argentina sabe mucho sobre luchas pacíficas” y saludó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, reconociéndolas como "un aporte a la historia de la justicia, la equidad y de las luchas de conciencia". Mientras Rigoberta apelaba a la memoria colectiva, por calle Córdoba se desplegaba una gran bandera negra que imprimía el número 30.000 en la retina y el corazón del público. La descendiente maya-quiché también enfatizó la necesidad de reconocer a la otra persona como una igual. Alertó sobre el mal uso de las redes sociales en los casos de bullying escolar y sobre el daño que ocasiona la falta de respeto. Antes de culminar lo que fue el más extenso de los discursos, Rigoberta envió un saludo especial a las universidades latinoamericanas, entre ellas la Universidad Nacional de Rosario.
La guatemalteca le dejó el lugar al ex presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez, quien obtuvo el premio en 1987. Él dedicó su discurso a la ciudad de Rosario, al legado de Manuel Belgrano y a la importancia de romper las cadenas. Además, esbozó una definición del concepto de paz, entendiéndola como "una convicción y sobre todo una forma de actuar no garantizada por siempre, sino que debemos labrarla en cada uno de nuestros días y con cada decisión".
El plato fuerte de la jornada se colocó al final. El compatriota Adolfo Pérez Esquivel, el premio Nobel con el cual la multitud estaba más familiarizada, fue el último de los cinco pacifistas en exponer. El argentino expresó que "tenemos que hacer caminar la palabra para construir la paz, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo porque no podemos ser indiferentes al dolor de los pueblos". Con respecto a su concepción de la paz, rechazó las posturas que la definen como la ausencia de conflictos. El ganador del premio Nobel de la Paz en 1980 presentó a la paz como una construcción de los pueblos y destacó el protagonismo de lo popular en la historia.
Quienes aguardaban alguna declaración específica de Pérez Esquivel sobre la situación actual del país se fueron con los brazos vacíos. Entre el público, sin embargo, las referencias al presente argentino se hicieron notar. Un grupo de jóvenes pasó casi la totalidad del evento deambulando entre la multitud, llevando en sus manos grandes carteles de denuncia hacia el gobierno de Buenos Aires por no permitir que la banda de rock La Renga toque en la capital. Por otro lado, algunas mujeres portaban cual capa unas banderas con el rostro de la dirigente social Milagro Sala, pidiendo por su libertad.
Además de los discursos, la propuesta musical fue un gran atractivo para la ciudadanía rosarina. Entre cada presentación de las cinco personas invitadas, diferentes artistas nacionales cantaron por la paz. Patricia Sosa, Jairo, Peteco Carabajal, Raúl Porchetto, Lito Vitale, Juan Carlos Baglietto e Hilda Lizarazu le dieron voz a canciones tradicionales como “La memoria”, “América” y “Aprender a volar”. La emoción se apoderaba del monumento.
Pasadas las 19hs, mientras el sol se escondía en el horizonte, todas las personalidades participantes del evento se reunieron en el escenario para dar el cierre final. Pacifistas y cantantes unieron sus voces al ritmo de “Sólo le pido a Dios”. Las banderas argentinas seguían ondeando, acompañando a las familias en su regreso al hogar.
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