El prostíbulo de la intolerancia (2015)

En la medida en la que comienzo a entender, cada vez con mayor claridad, el procedimiento bajo el cual se desarrolla el sistema establecido, me doy cuenta sin certeza alguna de duda, que su fuente resulta ser reflejo fiel o de pareja similitud (sin empeño de agravio) a lo malogrado de un prostíbulo. Aunque a éste se le ha de añadir el agravante perjuicio que supone la inadmisible falta de tolerancia persistente. Cada movimiento, cada pauta, cada opción y alternativa que se adopta, busca como intención última el logro del rédito propio interesado, para lo que no se escatima en medios bien sea de forma parasitaria, abusiva ó mediante la estafa y el engaño en una gran mayoría de ocasiones. Sin duda se han dictaminado unas normas de juego de las que algunos parecen estar exentos de obligación y a las cuales el resto de los mortales habremos de estar sometidos por imperativo legal. Todo ello a pesar de que se da por hecho y de manera asumible que casi una gran mayoría de ciudadanos hará todo esfuerzo posible por eludir. Se viaja al libre albedrío, se le persigue al que con menor resistencia se acerca a la indefensión y se negocia con los estafadores manera alguna de reingresar parte de lo sustraído como mal menor, todo con la recalcitrante y ejemplar muestra práctica de nuestros gobernantes.

"Cada vez que dejo entrever la mirada a través de la ventana y observo reflexivo, con algo de cordura, la inmundicia con que se cubre la lóbrega cotidianidad, me irrumpe un deseo de esputar denostadas palabras que a menudo se cruzan por erróneo aprendizaje de definición en mi intelecto, a la hora de aplicar a todo esto un calificativo":