Escritura
de Irene Rendón @irene-rendon
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Un difícil juego
Ese día no era normal, sus papás se habían ido sin previo aviso. Al parecer algo extraordinario había pasado ya que ellos no solían hacer eso.
Nina y Diego dos hermanos curiosos y pequeños tenían prohibido abrir cajones, sobre todo en el cuarto de sus padres. Por eso esta tarde su deseo de conocer cedió y comenzó a liberarse un hambre de aventura y descubrimientos.
Nina entre el silencio de la tarde aprovecho para abrir cajones y descubrir secretos en los armarios. Diego simplemente observaba. Cosas y cosas salían. Entre ropa, joyas, calcetines, cremas, maquillaje, perfumes, paquetitos de misterioso contenido. Todo era nuevo y entre más pasaba el tiempo, la tarde se llenaba de un sabor aventurero. Nada malo podía pasar. Al contrario la diversión aumentaba.
El silencio se volvió carcajadas, entre las cosas salía música y Nina y Diego bailoteaban entre confetis que en realidad eran hojas tamaño carta. Las plumas eran avioncitos y el dinero buenas armas en la guerras de bolitas mojadas.
Hasta que de pronto, la puerta principal se abrió. Las llaves habían delatado que alguien conocido estaba por entrar. No era mamá y papá. No era la abuela, sino tía Martina. Quien no regaño ni gritó, al parecer había estado llorando.
Nina y Diego no entendieron, simplemente se dejaron abrazar y la siguieron al carro. Donde ella les explicaría que había sido de mamá y papá.
La aventura quedó atrás y sin saberlo esa tarde Nina y Diego dejaron de ser tan niños.
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