Mi Proyecto del curso: Técnicas narrativas para libros infantiles
por vickyhernandez @vickyhernandez
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Los tres cerditos en USA
Vicky Hernández
Había una vez tres cerditos, hermanos de diferentes padres, que vivieron muy felices hasta que la situación económica, política, religiosa y moral de su país se puso muy fea. Antes que todo fuera gris, el cerdito boricua se la pasaba cantando en Noche Buena y comiendo arroz con gandules durante toda la navidad. Al cerdito dominicano le gustaba la música, por eso se levantaba y se acostaba bailando bachata. Junto a sus hermanos, parecía tener una orquesta ya que cada uno de ellos tocaba un instrumento. El cerdito mexicano no dejaba de deleitar a sus hermanos con sus tamales y carnitas. Tenía un gran talento preparando margaritas.
Una fría mañana, los cerditos se abrazaron tristemente porque ya no tenían suficiente dinero para comprar comida, pues lo habían invertido todo en pagar las altas facturas de energía eléctrica. Su abrazo no fue duradero porque el olor que expedían tras no haberse bañado durante varios días los hizo alejarse. Ya eran varias semanas en las que la compañía de Acueductos les había cortado el servicio. Al llegar la noche, el cerdito boricua se dirigió de manera solemne a sus dos hermanos. Les dijo que el Gobierno no les había dejado otra salida, y tendrían que dejar el país en el que por muchos años habían vivido. Los cerditos lloraron amargamente porque amaban su tierra. Esa noche, comenzaron su nueva aventura hacia USA. El cerdito dominicano había escuchado que este país era el paraíso soñado. Era la puerta hacia las oportunidades. USA, durante muchos años, había estado inmerso en su islita amada. Muchos habían dejado su patria para hacerse de alas americanas.
Después de todos los problemas que los hermanos cerditos tuvieron en aduana, llegaron a USA. Tenían sus ojos abiertos como platos. Todo era muy distinto a lo que ya estaban acostumbrados. La primera noche, tuvieron que dormir en el aeropuerto porque no sabían hablar inglés para poder pedir un cuarto de hotel. Intentaron usar las manos y las muecas faciales para expresarse, pero ningún americano podía entenderles y tampoco les importaba ayudarlos. La lista de espera para encontrar vivienda era mucho más larga que la de su isla. Así que caminaron hasta cansarse y al fin, llegaron al bosque que convertirían en su nuevo hogar.
Rápidamente, los hermanos cerditos se dieron cuenta, que en el mismo bosque que ellos, vivía un lobo americano que se los quería comer. Pensaron en la mejor manera para protegerse, pues algo tenían en común los cerditos: sabían reinventarse de la nada. Los tres hermanitos decidieron hacerse una casa para vivir más tranquilos y seguros, pero ¿qué materiales usarían? Era la primera vez que no estaban de acuerdo. Probablemente, el frío no les dejaba hacerlo. Mi casa será de paja - dijo el cerdito dominicano-, la paja es blanda y se puede amarrar con facilidad. Si el lobo intenta derribarla, se atragantará con ella y la alergia lo enfermará. Además, terminaré muy pronto y podré ponerme a bailar. El hermano mexicano decidió que su casa sería de madera, pues al mirar a su alrededor encontró un montón de árboles frondosos. El cerdito boricua decidió construir su casa con ladrillos. - Aunque me doble el lomo, será muy fuerte y resistente. El lobo americano tendrá que sudar para doblegarme. Le pondré una chimenea para así poder asar lo que atrape en el bosque.
El sueño americano parecía darles ánimo. Con empeño, terminaron sus casitas. Los cerditos celebraron como los hermanos patriotas saben hacerlo. No sentían temor del lobo.
El cerdito dominicano entró a su casita, encendió su computadora para buscar trabajo, pero no entendía nada de lo que decían los anuncios. Mientras buscaba, el lobo americano lo observaba escondido detrás de un árbol. - Cerditos, ¡Me los voy a comer! – dijo el feo lobo. A pesar de que los cerditos lo habían escuchado, se quedaron tranquilos, pensando que estaban a salvo, así que el Lobo americano, se encaminó a la casita de paja y en la puerta aulló: - ¡Soplaré y soplaré y los empleos disponibles derribaré! Sopló con todas sus fuerzas y destruyó la casa. El lobo no se atragantó con la paja ni tuvo alergia. El cerdito dominicano corrió con su Rosetta Stone en mano, lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mexicano. - ¡No nos comerá el lobo, pues estamos en USA! - ¡En casa gringa, el Lobo Feroz no se come a los hispanos! - gritaba el cerdito. El lobo se reía de las ocurrencias de los hermanos, y le emocionaba haberles engañado. Este se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo: - ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! La madera crujió, las paredes cayeron y los dos cerditos temblaron de frío. Sus camisillas no los protegían de la temperatura de 40 grados. Recordaron con nostalgia las cálidas playas de las que provenían. Entonces, corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del cerdito boricua. El lobo estaba molesto porque se le había hecho difícil espantar a los hermanos. Ahora deseaba comerse a los tres Cerditos más que nunca. Frente a la puerta bramó: - ¡Soplaré y soplaré y las oportunidades les negaré! La casita no cedía. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Cayó en el caldero donde el cerdito boricua estaba hirviendo un rico sancocho. Se fue cocinando lentamente. Los tres cerditos se miraron y sin mediar palabras, pensaron en lo mismo: “Quizás no era una gran nación”. El cerdito boricua, se cansó de no tener trabajo, de ser tan discriminado, de tener tanto frío y de no conseguir “sazón Goya” en el supermercado. Los cerditos se sintieron culpables por haber sido tan perezosos y haber puesto en peligro sus propias vidas en un país extraño. Los hermanitos aprendieron que es solo con el trabajo y una buena actitud ante la vida que se consiguen las cosas buenas. Decidieron no regresar a su país porque allí el ivu y el costo de vida todavía eran altos, pero a donde fueran, estarían cantando, bailando y celebrando haber cocinado al lobo americano.
1 comentario
natumendez
Profesor Plus¡Gracias por compartirlo! Está muy bien. Tal vez más que como cuento infantil funciona como alegoría, pero vale la adaptación del cuento tradicional. :)
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