Solo tú sabes el verdadero valor de las cosas.

Es como una ceremonia secreta, algo que sólo las mujeres de mi familia sabemos, y que esperamos con ansia. La bisabuela se lo dio a la tata Encarna el día de su boda. Ella, a su vez, se lo regaló a mi madre cuando cumplió los 18. Y así, de generación en generación el día que me casé, este colgante llegó a mis manos.

Me acuerdo de todas las noches que pasé bajo la luz de esta lámpara. Escribiendo, tachando y volviendo a escribir cada palabra dos o tres veces. Leyendo y releyendo sus cartas. Era el mejor momento del día, el único rato que
teníamos para estar a solas y hablar de todo lo que no nos había dado a tiempo a contarnos aquel verano en Italia, cuando nos conocimos. Íbamos en el tren que hacía la ruta Roma-Venecia, sentados el uno frente al otro.

De vez en cuando, nuestras miradas perdidas en el paisaje se encontraban en el reflejo del cristal de la ventanilla. Un juego de niños que duró cuatro horas… hasta que con un italiano de fascículos coleccionables me preguntó el nombre. Nos reímos mucho. Los españoles tenemos un don especial para hablar mal los idiomas.

Después de unos días maravillosos en Venecia, nuestros caminos volvían a separarse. Él regresaba a Madrid y a mi me esperaban en La Coruña. Durante casi un año, cada noche bajo la luz de esa lámpara, soñaba con la próxima vez.

Lo encontré en un armario entre un montón de trastos inservibles. La antigua propietaria debió abandonarlo. Lo paseé por relojeros y anticuarios de toda la ciudad, pero decían que arreglarlo me iba a costar una fortuna. Así
que me compré unos cuantos libros de relojería y empecé a dedicar parte de mi tiempo a montar y desmontar relojes. Después de dos años probando, quitando y poniendo piezas, conseguí hacerlo funcionar.
Ahora son las once y diecisiete.

Cliente: Prosegur
Agencia: McCann Erickson, España

Equipo: Anita Cufari, Iñaki Terriente, Mercedes Lago Fernández, Raúl Fernández

Todo lo que poseemos tiene un valor sentimental y emocional. Cuando sufrimos el robo de ese objeto, nos quitan también su historia y nuestra capacidad de recordarlo. A través de caligramas, quisimos reflejar la historia del objeto robado.