Entre perderse y encontrarse

Ya sabes que nunca he conseguido definirte. Eres muy compleja o es cosa mía el que no encuentre las palabras adecuadas. Sin embargo, esto no quiere decir que no te comprenda. Claro que decir lo contrario también es una afirmación bastante presuntuosa. Llevamos toda la vida juntas en esto y digamos que tras tanto diálogo te conozco, te entiendo, incluso me siento fuerte para guiarte.

¿Recuerdas aquella última vez que sentiste vacío? Lo vi venir pero cuando quise reaccionar era muy tarde. Tu alma se perdió entre fachadas blancas. Aceptar que estamos irremediablemente sujetos al tiempo dejó de ser una inspiración para convertirse en el martirio de tus mañanas. Y en el intento de parar las agujas dejaste de ser un ser definido, te escurriste de mi reflejo hasta que exhausta ya, un buen día te encontré de rodillas. En tu mirada comprendí que querías aferrarte a cada segundo porque los viste disfrazados de oportunidades.

Todo, sin serlo todo, cuenta. Así que paciente estaba y paciente sigo. Sostengo en mis manos el espejo de mi cuerpo, todo aquello que reflejan mis sueños, mis gestos. Y aunque a veces te sigas tapando incrédula la cara, estás conmigo. Estamos juntas. Con eso basta.