Escritos varios

Las tres edades de la mujer

Ahí están
tres mujeres
tres historias
el lienzo,
caleidoscopio
de la vida
se mueve
enfoca a una niña
se mueve
enfoca a una mujer joven
se mueve
está la anciana
Todas soy:
ahora
antes
después

La última mirada

Ahí se va caminando con su tranco severo y firme.
Un poco encorvado, con sonrisa y bigote recién cortado.
Lleva en una mano el diario que compró y en la otra, la mano de su nieta.
Van hacia la parada del ómnibus. Hoy no quiso manejar.

Raro, pero así es él cuando toma una decisión. Uno tiene la tranquilidad o la certeza, que esa era la única decisión posible.
El hombre sabe sus motivos para no querer usar el auto, no es necesario dar explicaciones. Aunque también es una señal.

Sus decisiones en la vida, son señales que los demás sabrán o no entender.
Lleva casi ochenta años tomando decisiones.

Nunca se quejó por la suerte que le tocó; como buen jugador de truco, sabe qué hacer con las cartas en cada mano… y decide.

Decide que cuidará de sus nietas, de la que lleva de la mano y de la que está en el vientre de su hija.

Por eso vino, para cuidarlas. A las tres.
Su hija sabe que aunque no conozca las razones ni los motivos, puede confiar en él.
Siente esa seguridad que la nieta tiene al ir de la mano de él.

Mira las manos de ambos y recuerda esa mano enorme tomando la mano de ella -cuando niña- para ir al hospital, esa mano firme y fresca puesta en la frente alguna vez con fiebre.
Y más acá, también las manos que se buscan en una mañana con mate, sentados lado a lado sin hablar.
De pronto cuelgan una al lado de la otra y se sostienen en un apretón.

Ahora, al llegar a la esquina, abuelo y nieta, se dan la vuelta y ambos saludan con la mano.
La hija los ve desde el balcón y también saluda.
Los ve alejarse.
Quién iba a decir que esa sería la última mirada.