Sismo magnético
por Manuel Ferreira @manfer
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La noche se encuentra bastante agitada en la ciudad de Luque, las altas temperaturas del verano, además de ser Sábado, hacen que se escuche música en diferentes lugares. En este barrio no era la excepción.
“¡Martín! ¿Qué estás haciendo?” - “Nada papá, estoy jugando en el celular” - respondió Martín mientras apuntaba para disparar a un enemigo. - “Andá a la despensa y compra 2 cervezas y el paquete de seis latas que esta noche vienen los tíos, dale, ¡apuráte!” - le ordenó su papá.
Como él ya lo conocía a su papá, dejó de jugar, guardó su celular en el bolsillo de su short y tomó el dinero que le estaba pasando. Agarró la bolsa para las compras y se fue a la despensa. Esta despensa era la típica de un barrio, donde uno podía conseguir de todo para la casa, artículos para consumir, una carnicería, inclusive realizaba minicargas para el celular.
Por el camino, vio a unos amigos del barrio que estaban jugando fútbol, le hicieron señas para que se acercara a jugar - “¡En un rato vengo! Tengo que comprar cerveza para papá, hoy viene unos tíos” - les respondió al momento que los saludaba con la mano. Al mismo tiempo, algo le llamó la atención, no veía ningún perro por el camino. Siempre que se va a la despensa aprovecha para jugar con algún que otro perro, pero esta vez no estaban.
“Me da dos Pilsen y seis latas de cervezas” - le pidió Martín a doña Eustaquia, mujer entrada en años que sigue atendiendo en su despensa a pesar de los años, mujer muy activa quien no ha encontrado otra forma de utilizar su tiempo a las noches. Durante las mañanas cuida a sus dos nietos mientras sus padres están trabajando. - “¿Qué marca vas a querer las latitas? ¿Pilsen también?” - preguntó la anciana - “Si” afirmó con seguridad Martín.
Las dos botellas salían 6.500 cada una y cada lata 3.500 guaraníes - “34.000 es” - dijo Eustaquia mientras anotaba en su registro la venta - “y decile a tu mamá que ya tengo lo que me pidió”. Martín, no dijo nada, solo llegó a afirmar con la cabeza, estaba apurado, quería demasiado ir a jugar con sus amigos.
Venía caminando por el medio de la calle empedrada para acortar camino. Casi a punto de pasar por enfrente a la cancha cuando los pájaros, que hasta unos momentos antes estaban descansando en los árboles, empezaron a volar, asustados por algo que nadie podía ver. Fue en ese instante en el cual toda la superficie empezó a temblar, cada vez aumentando mas y mas la intensidad. Martín dejó la bolsa con sus compras sobre el empedrado justo cuando las dos botellas se destaparon por la fuerte presión generada por la agitación, de igual forma, las latas, que estaban inertes, explotaron una a una perdiendo así toda su compra.
El movimiento no se detenía, y para Martín, parecía que nunca se detendría ya que las luces se habían ido. Su celular, que seguía en el bolsillo de su short, empezó a quemarle la pierna. Como pudo lo saco sin antes quemarse un poco la mano. El sismo extrañamente pasó de movimientos laterales ha movimientos verticales. Los músculos de sus brazos y piernas empezaron a contorsionarse de forma inusual. -”¿Qué me está pasando?”- pensó Martín mientras su cabeza se movía mirando hacia arriba de manera involuntaria al momento que sus parpados no se decidían si cerrarse por completo o abrirse de par en par.
Un penetrante sonido se escuchaba en el cielo aumentando progresivamente. Como pudo intentó ver hacia arriba, tratando de dejar quieta su cabeza, justo cuando el sonido cesó y pudo ver la imagen mas llamativa de su vida. Un avión, que probablemente estaba por aterrizar en el aeropuerto internacional Silvio Petirossii, paró sus motores en pleno vuelo, pero lo mas sorprendente fueron los destellos que salían por todo su fuselaje, como pequeños rayos de una luz blanca se desprendían por todo el cuerpo metálico del avión mientras este caía.
Pero lo más inaudito estaba aún por llegar, sobre el avión iluminado, en el cielo, muy arriba, empezaron a formarse líneas ondulantes de tonos verdes y azules, un despliegue de colores que jamás antes nadie había visto en la ciudad de Luque, y mucho menos Martín, quien luego de asistir a tal despliegue, su cuerpo no aguantó mas y se desplomó sobre el empedrado.
Al día siguiente, en todos las redes sociales salió la noticia, algunos, que estaban alejados, pudieron filmar el espectáculo de luces en el cielo. Unas semanas después, la comunidad científica estaba en desacuerdo. Un grupo no podían sacar conclusión alguna debido a que, según ellos, no había un numero suficiente de evidencias, pero el otro grupo manejaba una hipótesis que, el solo hecho de pensarla, generaba estupor y pavor, en Luque había ocurrido por primera vez luego de miles de años, una inversión de campos magnéticos. Eso si, nadie podía entender la causa de su intensidad, tal fue su poder que, ese día se lo conoce como el día del primer *Sismo Magnético.*
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