Una noche en Afganistán
por Daniel Tosello Serrano @danandre
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Fue hace dos años cuando estaba ayudando a una vecina a descargar cosas de su vehículo. La ayudé porque ella estaba llorando, se veía abatida, desplomada. Ayudé a bajar una caja enorme y luego ella, como desorbitada, solo se fue sollozando. Ignorando mi propia presencia. La caja estaba en el suelo, cerré la cajuela de su coche, pero ella había entrado a su casa sin decir más. Yo dejé la caja en el mismo lugar.
Esa noche cuando llegué del trabajo la caja seguía allí, entonces pensé que quizás debería guardársela, ella estaba abatida, y quizás en unos días querría recuperarla.
Bueno, han pasado dos años, y hace dos meses escuché que, a las semanas de aquel incidente, ya ella se había mudado de la ciudad. Incitado por la intriga, hace dos noches abrí la caja. Yo estaba reubicando cosas en el garaje, bebiéndome una cerveza.
La caja estaba repleta de pertenencias de una persona, un soldado. Había uniformes, gorros y un par de cajas de zapatos repletas de cartas, cientos de cartas.
“espero poder verte de nuevo muy pronto”.
“Dios perdóname por todo el mal que he hecho, no lo merezco, pero la culpa me esta matando. Temo más por ella, que por las balas que abundan aquí.”
“Feliz navidad amor”, “feliz cumpleaños”, feliz aniversario”.
Y muchas frases más que me hicieron entender el profundo dolor por el que pasaba mi vecina. Pero en cuanto seguí revisando encontré una caja con todas las insignias, revolviendo entre aquel abarrote de piezas, una llamó poderosamente mi atención: Una placa de cremación, con el número “567b4” “Cremation of Texas”. Cuando me di cuenta de que la cuerda que tenía había estado amarrada al pulgar de un cadáver, la dejé caer con asco. Entonces las luces del garaje titilaron y sentí un frio espeluznante que me erizó.
Debo admitir que sentí mucho miedo, nunca he creído en nada paranormal, pero aquella noche me gobernó un instinto pueril y profundo que me hizo temer, guardar todo de nuevo en la caja, y salir de allí.
Esa noche, soñé que estaba en un territorio en guerra, tierras ásperas; edificios en ruinas por bombas. Escuchaba detonaciones en todos lados a mi alrededor, y luego una explosión demasiado cerca me hizo volar por los aires y reventar contra una pared. Recuerdo que me desperté con un fuerte dolor en el pecho, inhalé unas profundas bocanadas de aire. Me desarropé y cuando me senté, para tratar de calmarme, sentí algo que me molestaba en el dedo gordo de mi pie. Era una chapa de cremación ajustada fuertemente.
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