Mi Proyecto del curso: Escritura de una novela paso a paso
por Marcela Valencia Rivera @marcelavalencia13
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Parada frente a su armario lo abre, sus puertas blancas llenas de fotos y recortes de revistas se doblan, dándole una vista general a estantes y percheros repletos de prendas, algunas aún nuevas. Da un paso hacia atrás para ver mejor; comienza acudir a su memoria.
Lo repasa; quiere lucir hermosa y un poco mayor. Con el dorso de sus dedos acaricia su barbilla: recordando cuando usó cada prenda. Vestido tras vestido, blusa tras blusa descartados: por el color, el largo o la tela. No son para hoy. El reloj colgado sobre su tocador avanza…
Con sus brazos extendidos abre con fuerza un espacio entre sus prendas, es como si este acto abriera espacio en su mente. En el fondo del armario brilla con voz cautivadora su vestido rojo: de corte A, cuatro capas de tul, siete dedos arriba de la rodilla, cinturón con bordes dorados, tirantes de tres dedos, bolsillos invisibles y escote de corazón.
Suspira.
Su mamá no se lo permitiría. Nunca se lo ha permitido. Sin embargo, lo amaba porque fue un regalo de su bisabuela. “Osada”, como la llamaba su madre. Una visionaria la llamaba su hermana.
Extendió su mano para rescatar el vestido del rincón donde había sido confinado por su madre.
El carmesí color era un espectáculo. Tenía incrustaciones de piedras tan diminutas que casi no se veían, pero eran tantas que alumbrarían la luna entera. Lo abrazó mientras lamentaba la pérdida de su “Bisabú”, como la llamaban. Era un roble. Llena de amor y sabiduría. Llena de palabras que una mujer no debía decir, no obstante ella era libre a sus 105 años. Había vivido como una mujer sana debía vivir, decía.
El jalonazo la sacó de sus recuerdos lastimando su mejilla con los brillantes. Su madre con el vestido en sus apretadas manos tenía los ojos enardecidos.
-No vas a ser una vagabunda. Ella no entendió. Unos años mas tarde lo entendería si bien no como su madre quería.
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