La decisión.
por doloresolivamorillo @doloresolivamorillo
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LA DECISIÓN.
Sentada en la arena blanca, la mirada perdida en el horizonte, su pelo rubio al viento y sus ojos verdes que crecen en intensidad al reflejarse en el mar. Así está mientras medita sobre la decisión que acaba de tomar. La atenaza la incertidumbre, la duda sobre el rumbo que pueda tomar su vida cuando todo se descubra. Ese fin de semana tenían proyectada una escapada en barco al Puerto de Sóller. No está demasiado animada, pero decide seguir con los planes prefijados. Unos años atrás abandonó su apartamento en la ciudad para seguir a aquel hombre, trasladándose a la casa que éste tenía en la costa. Al principio todo fue bien, la novedad, la cercanía del mar, aquel lugar era el paraíso. Pronto se dio cuenta de su error. Los maltratadores aíslan a sus víctimas, las alejan de su entorno para así tenerlas a su merced. Compraron una embarcación típica de las islas, el llaut menorquín. ¡Cómo le gustaba navegar, pescar mar adentro, refugiarse en las calas allá donde fueran, extasiarse contemplando el paisaje, las montañas, contemplar las cabras a lo lejos saltando de roca en roca! Todo en su conjunto la sumía en un sueño maravilloso. Jamás pensó poder amar a aquel mar, que siempre estaba ahí esperándola.
El sábado a primera hora embarcaron, pronto dejaron atrás la bahía, llegando al Cabo de Formentor. La contemplación de aquel maravilloso paisaje hizo que olvidara sus preocupaciones. Bordearon la península de Formentor, dejaron atrás el islote de Es Colomer. Aquella impresionante cresta montañosa llamada Cavall Bernat, Cala San Vicente y más adelante, allá en lo alto, la impresionante silueta del Castell del Rei, cuyas ruinas se mantienen inalterables y casi inexpugnables allá arriba, como en un trono. Siguiendo la costa llegan al Torrent de Pareis, en Sa Calobra, un lugar espectacular con una playa que coincide con la desembocadura del torrente, rodeado por unas paredes altas rocosas. Es una playa virgen de cantos rodados y aguas cristalinas.
Se bañan, era una placer inmenso perderse en aquellas aguas, en aquel entorno paradisíaco. Comieron a bordo, anclados en aquel lugar de ensueño, aunque se podía palpar la tensión. Reanudaron la marcha y al atardecer llegaron al Puerto de Sóller. Una enorme bahía salpicada de innumerables embarcaciones fondeadas, mecidas por el mar.
Cenaron en cubierta, aunque se hallaban rodeados por todas partes, reinaba el silencio ¡Qué paz! Las barcas allí presentes con las cubiertas iluminadas daban a la bahía una imagen romántica, glamurosa. La cena transcurrió en un ambiente tenso, de pronto él dijo: – éste mes no he visto tu paga-. Ella que esperaba con mucha tensión ese temido momento respondió: -tú lo has dicho, mi paga-. El ambiente se ensombreció aún más si cabe, ya nadie hablaba y se retiraron a descansar.
A la mañana siguiente, tras desayunar y pasar la mañana en la bahía, reemprendieron el regreso.
Bordeando la costa descubrió una pequeña calita con una hondonada a modo de cueva – párate aquí, quiero tomar un baño en éste maravilloso lugar- él no quiso bañarse.
Sumergida en aquellas aguas, en contacto con su amado mar, por un momento temió que pusiera el motor en marcha y la abandonara a su suerte en aquel lugar, sus temores no se cumplieron y emprendieron de nuevo el regreso.
Los ánimos se fueron caldeando, él se enfurecía por momentos, tuvo miedo al verle tan furioso, mantuvo la calma e intentó apaciguarlo. Temió por su vida, se escenificó una ardiente discusión en la cual podía producirse una caída al mar. Si eso ocurría, se perdería para siempre en las profundidades de aquella costa. Salvó la situación gracias a la sangre fría de la que hizo gala.
Dejaron de nuevo atrás Es Colomé, la península de Formentor y al anochecer arribaron a puerto.
Nadie volvió a hablar aquella noche. A la mañana siguiente la dejó en su trabajo, se podía cortar la tensión reinante. Cuando a las tres de la tarde la recogió le dijo: – He ido a tu apartamento a buscar mis cosas, y espero que tú hagas otro tanto de lo mismo-. Sintió como si el cielo se desplomara sobre ella, pero ese era el resultado que tanto temía y que desgraciadamente se había materializado. Era el precio que debía pagar para dejar de estar sometida.
Durante los siguientes días preparó su marcha, ya no había vuelta atrás, y llegó el día. Cogió sus maletas, cargó el coche y dejó atrás aquella casa junto a la playa, a su amado mar y a aquel hombre al que había querido, pero que no supo quererla.
El trance iba a ser duro, pero era fuerte, seguro que superaría todos los obstáculos que hallara en su camino, sin estar sometida, sin ser maltratada por nadie. Libre al fin.
1 comentario
albertochimal
Profesor PlusHola, Dolores. Muchas gracias por entrar al curso y felicidades por completarlo. Espero que lo que vimos te haya servido y te siga sirviendo.
Acabo de leer “La decisión" y te voy a dejar algunos comentarios. Como siempre digo en estos casos, a pesar de que algunas de las observaciones no sean positivas o no se concentren en lo que más te interesa de tu propio texto, por favor no las tomes a mal. Considera que se hacen con la intención de ayudar a que sigas mejorando tu trabajo, y que en cualquier caso son opcionales. Tú puedes decidir qué te parece conveniente y qué no de los consejos que recibas, sin importar de quién vengan.
En caso de que no los conozcas, te dejo enlaces a tres cuentos en los que se habla de diferentes tipos de relación amorosa, con diferentes técnicas. Tal vez te puedan servir para revisar tu proyecto o redactar textos similares en el futuro.
"Colinas como elefantes blancos" de Ernest Hemingway
"Dulce pesadilla, Abnel" de Mayra Santos Febres
"Ciudad de Dios" de Rubem Fonseca
Una vez más te agradezco y te deseo éxito y suerte en todos tus proyectos futuros.
@doloresolivamorillo
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