La casa del pelao
por Diego Figueroa González @diegomigrar
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Hace unos 8 años que conozco al pelao. Vive a dos cuadras de mi casa, cerca de las “Cuatro Plazas”, lugar común de nuestro círculo de amigos, en el que veranos completos nos pasábamos jugando ping-pong en las mesas que instala la municipalidad. Entre cervezas, risas y bailes, se fue forjando esta amistad, que con el tiempo y mis ganas de compartir en mi barrio, se fue haciendo mas fuerte.
En la casa del pelao viven los cinco integrantes de la familia, Osvaldo y Victoria, los padres, y Osvaldo, Victor y Victoria, los hijos. Hace al menos unos quince años que el sustento del hogar es un negocio de papelería, imprenta y servicios de prensa editorial. Tesis empastadas, encuadernados, papeles picados y termolaminados son adornos típicos en el living de la casa. Unos sillones apretados y una mesa redonda componen el comedor. Cocina estrecha, y solo tres habitaciones, son parte de la arquitectura del hogar.
Victoria (madre) se dedica a las labores de la casa. Es una mujer bajo perfil, muy alegre y siempre tiene que algo que hacer. Si no está cocinando un pastel, tejer no le viene nada de mal.
Victor y Victoria, comparten la misma habitación. Dos metros cuadrados bastan para tolerar todos los hábitos del otro. Posters de bandas punk y skaters, una guitarra con amplificador. unos libros, y un muro morado, adornan el refugio de estos hermanos.
“¿Vamos a la casa del pelao?”. Es la frase típica de los amigos del barrio cuando llega el viernes o el sábado. Música, alcohol y marihuana. En la casa del pelao se disfruta. Son todos bienvenidos, pero hay del que sea desleal con el pelao. Para el Osvaldo, la amistad es un tema serio, y de vez en cuando, tiene algún conflicto que pone en tensión sus amistades.
No es la típica familia chilena, esa conservadora y moralista, la que vota por el mal menor y la que vive pendiente del qué dirán. En la familia del pelao son todos amigos. Hay códigos, si, y se deben respetar.
En mayo de este año, Victor comenzó a conocer a quien es su actual novia. Tiene un hijo de 3 años que se lleva bien con él. Está muy enamorado, al punto que ha tenido ciertos conflictos con la familia. El Victor es un poco solitario, reflexivo y de vez en cuando tiene periodos de crisis, típicos de la adolescencia, en los cuales solo quiere irse lejos y no ver a nadie.
En Septiembre del 2015 plantaron alrededor de diez plantas de marihuana. Llegado Abril comenzó la cosecha, y de los cinco miembros de la familia, no hay quien se resista a los efectos de esta planta.
El pelao y su papá son mucho más que padre e hijo, son amigos. “Oye negro, ya po’ apúrate” le dice el pelao a su papá para irse a trabajar. Es un poco mas de un año que comparten como colegas de trabajo. Osvaldo (hijo) es muy bueno en las ventas, y le saca provecho a su personalidad para atender a la clientela, mientras que Osvaldo (padre) se preocupa de las fotocopias, anillados y de mantener la producción al día.
Para ahorrar dinero, el pelao’ y su padre, se van en transportes distintos a su trabajo. Uno se va en Metro, y el otro en Transantiago, de este modo en cada viaje ahorran un pasaje. Al mes son $30.000 más en la cuenta familiar.
Cada Viernes que se siente motivado, Osvaldo (padre) va a jugar baby fútbol con amigos del barrio. Le gusta correr y gritar. La intención es botar la carga laboral y las preocupaciones que deja la semana.
El Tomy es el novio de la “Vicky”. Son compañeros del colegio. Todos los días se devuelven juntos a la casa del pelao’, y luego de cenar, el Tomy se va a su casa. También fumar marihuana, y a veces lleva de sus plantas. Sus padres también consumen cannabis, y a veces realizan paseos familiares a la playa.
Y así se llevan la vida. Parece ser que la marihuana no altera en absoluto las relaciones interpersonales, y por el contrario a lo que se suele pensar, los afianza aún mas y los lleva a compartir mucho tiempo en familia. Conversaciones, discusiones y gritos, a veces con gran locura el pelao’ convive junto a su familia, sin embargo, la risa y el amor, abundan por sobre cualquier prejuicio que se pudiera tener sobre una familia consumidora de cannabis.
Texto: Diego Figueroa | Año: 2016
1 comentario
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Un reportaje estupendo Diego. Me encantaron las fotografías. Has descrito de una forma sencilla y cercana el día a día de esta familia chilena y me he sentido parte de ella. Buen trabajo. Un saludo
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